Por Carlos Páez de la Torre H
20 Julio 2011
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EL VIEJO CONVENTO. Al extremo izquierdo de esta foto de la hoy calle San Martín al 400, tomada en los años 1860, se divisa el antiguo templo y convento franciscano.
Es ilustrativa, para apreciar el estado de la instrucción pública en Tucumán durante las guerras civiles, la resolución del Cabildo del 4 de febrero de 1824.
Los capitulares consideraron ese día, dice el acta, que "desgraciadamente observaban que esta ciudad capital carecía hasta de los primeros rudimentos que forman al hombre de la sociedad". Que "olvidada la educación pública de la juventud, en nada menos se había consultado que en remediarla". Y que "en 130 años de población, recibían los padres el perjuicio de sacar a sus hijos a otros destinos para aprovecharlos en la enseñanza de las letras".
A pesar de la escasez de fondos, "y aún fluctuando en la nave política de la revolución", convenían en la necesidad de "proveer una escuela de primeras letras". Aunque no era posible llenarla "en toda la extensión de los deseos", el Cabildo disponía poner bajo su dependencia, por medio de un subsidio, la escuela que funcionaba en el convento de San Francisco. Esta era conducida por el hermano Fray Juan José Dolores, con "público y notorio celo".
Se entregaría al hermano Dolores 100 pesos anuales, más "el costo de útiles, papel, tinta y otras cosas necesarias", para que "así doble sus tareas en la enseñanza de la juventud". Debía "presentar a exámenes en dos tiempos del año" a su elección, e informarlo al Cabildo. En cuanto a "las reglas y modo de la enseñanza", recibiría instrucciones del Regidor Decano y alcalde de Segundo Voto.
Además, se oficiaría al Provincial de la Orden, pidiéndole, respecto del fraile, que "se sirva levantarle 'intra clausura' las obligaciones que puedan embarazarle el libre y franco ejercicio de la enseñanza".
Los capitulares consideraron ese día, dice el acta, que "desgraciadamente observaban que esta ciudad capital carecía hasta de los primeros rudimentos que forman al hombre de la sociedad". Que "olvidada la educación pública de la juventud, en nada menos se había consultado que en remediarla". Y que "en 130 años de población, recibían los padres el perjuicio de sacar a sus hijos a otros destinos para aprovecharlos en la enseñanza de las letras".
A pesar de la escasez de fondos, "y aún fluctuando en la nave política de la revolución", convenían en la necesidad de "proveer una escuela de primeras letras". Aunque no era posible llenarla "en toda la extensión de los deseos", el Cabildo disponía poner bajo su dependencia, por medio de un subsidio, la escuela que funcionaba en el convento de San Francisco. Esta era conducida por el hermano Fray Juan José Dolores, con "público y notorio celo".
Se entregaría al hermano Dolores 100 pesos anuales, más "el costo de útiles, papel, tinta y otras cosas necesarias", para que "así doble sus tareas en la enseñanza de la juventud". Debía "presentar a exámenes en dos tiempos del año" a su elección, e informarlo al Cabildo. En cuanto a "las reglas y modo de la enseñanza", recibiría instrucciones del Regidor Decano y alcalde de Segundo Voto.
Además, se oficiaría al Provincial de la Orden, pidiéndole, respecto del fraile, que "se sirva levantarle 'intra clausura' las obligaciones que puedan embarazarle el libre y franco ejercicio de la enseñanza".
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