Carisma se busca
10 Julio 2011
La liturgia del acto político nace en la proximidad de las cuerpos. Cristina, de carne y huesos, a unos metros. La multitud agitada, amontonada, todos esos cuerpos sintiendo sus palabras, la presencia del líder. Sin embargo, sentada a la mesa sobre el escenario, Cristina se toca el pelo, saluda, mira distante, como si estuviera en una conferencia de prensa, en un festival de cine; es una estrella. Les indica a los militantes bajar las pancartas. No es violenta, pero es férrea. De ella no se espera carisma ni mística; sólo ordena. Entonces se espera que al menos despliegue su sentido del humor irónico, áspero, soberbio; la gente lo disfruta. Pero en lugar de eso, se percibe que extraña a Néstor. Su tristeza la humaniza como no lo hace su presencia física. La multitud cree en sus lágrimas y finalmente el público siente que sí está en un acto de campaña.

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