La esperanza no puede descender

La esperanza no puede descender

Ganar la Copa América es más que una necesidad, casi una obsesión. Los argentinos piden a que la Selección termine con la sequía y gane un título internacional. Algunos ya ni recuerdan cuándo fue la última vuelta olímpica. Lejos quedó la Copa América de 1993 ganada en Ecuador por el equipo que dirigía Basile. Después hubo algunos éxitos de los juveniles y medallas de oro en los Juegos Olímpicos. Pero la mayor, nada. Brasil le robó el protagonismo en Sudamérica. Ganó cuatro de las últimas cinco ediciones del torneo, dos de ellas contra Argentina. Es el momento de la revancha. Siendo local y con un equipo repleto de figuras, lideradas por Messi, convertido en el indiscutido mejor jugador del mundo, el título no debería escaparse. Los jugadores lo reconocen públicamente, más allá de la cautela de Batista que, por resguardo personal, insiste en que le interesa más ganar el Mundial. Siempre hay que respetar a Brasil y Uruguay llega con el envión de su notable campaña en Sudáfrica. Pero la Selección es el principal candidato por varios cuerpos de ventaja. Los argentinos esperan festejar el 24 de julio, aunque muchos, después del tremendo impacto que provocó el descenso de River, se olvidaron de que la máxima competencia continental a nivel selecciones se pone en marcha hoy. Messi, Tevez y compañía tendrán que poner las cosas en su lugar y devolverle al país las ganas de ver fútbol, gritar goles, festejar un título. La fiesta es en casa. Todos están invitados.

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