28 Junio 2011
"Mi marido nunca me compra nada, no sabe qué número calzo ni si tengo ropa interior", comenta Ester, quien ya presentó la denuncia en contra de su esposo, por agresiones físicas y verbales, pero él aún sigue en la casa. "Había discusiones que yo pasaba por alto. Pensaba en que él era hijo de padres separados, que había vivido situaciones de violencia de chico, y para mí ya era una costumbre que me rete, que me insulte o que no me dé cariño", declara Ester reaviva una vez más la naturalización del horror. Padeció que no le diera dinero mientras manejaron un bar durante 15 años, que luego él fundió; que no la ayudara con los cinco hijos que tuvo (más dos que murieron a poco de nacer), y ahora aguanta que le controle los horarios, que investigue su celular, que vaya a su trabajo a hablar mal de ella y a pedir que la despidan.
"A veces me daba empujones, cachetadas, un insulto, pero yo no hacía nada. Yo quería vivir con él, tener una sola pareja fija, mi meta era terminar con él hasta que la muerte nos separe. Y a la noche, bueno, teníamos sexo como una cosa normal, y me olvidaba de la cachetada, del insulto, y decía, bueno, será la forma en que él me quiere", confiesa Ester. Y vuelve a justificarlo: "a veces no sé si hago bien en denunciarlo, porque dentro de todo, tiene su lado bueno; no toma, por ejemplo", dice olvidándose otra vez de las cachetadas, los insultos y la humillación. Después, como si recuperara la conciencia, dice: pero voy a seguir con el juicio, porque me he dado cuenta de que puedo, de que la gente puede quererme, de que puedo trabajar. Yo ya no le pido nada, y tengo de todo", se reafirma.
"A veces me daba empujones, cachetadas, un insulto, pero yo no hacía nada. Yo quería vivir con él, tener una sola pareja fija, mi meta era terminar con él hasta que la muerte nos separe. Y a la noche, bueno, teníamos sexo como una cosa normal, y me olvidaba de la cachetada, del insulto, y decía, bueno, será la forma en que él me quiere", confiesa Ester. Y vuelve a justificarlo: "a veces no sé si hago bien en denunciarlo, porque dentro de todo, tiene su lado bueno; no toma, por ejemplo", dice olvidándose otra vez de las cachetadas, los insultos y la humillación. Después, como si recuperara la conciencia, dice: pero voy a seguir con el juicio, porque me he dado cuenta de que puedo, de que la gente puede quererme, de que puedo trabajar. Yo ya no le pido nada, y tengo de todo", se reafirma.