Por Fernando García Soto
25 Junio 2011
Los industriales tucumanos que concurrieron en tropel ayer a LA GACETA para expresar su malestar por el corte total de gas a las industrias, que regirá durante una semana por disposición del Gobierno nacional, trataban de mantener la compostura habitual, pero la bronca los delataba. Cada año, desde 2003 a esta parte, soportan con estoicismo el hecho de que son inexorablemente la variable de ajuste cuando el sistema energético argentino colapsa. Normalmente, se limita el suministro hasta niveles mínimos para garantizar la operatividad, pero esta vez no hubo contemplaciones. Obligaron a las industrias a parar sus actividades sin consulta previa y sin aviso, y las dejaron en situación de tener que incumplir compromisos productivos y laborales, y a incurrir en una pérdida de competitividad. No es fácil ser empresario en la Argentina, y menos decidir inversiones millonarias si ni siquiera se puede acceder a la energía que se requiere para poner a funcionar una máquina.