Por Diego Jemio
23 Junio 2011
SAN JUAN.- Nadie dijo que iba a ser fácil. Ni viajar a San Juan, ni jugar en una cancha chica y en mal estado, ni bancarse 37 minutos con un hombre menos. San Martín perdió 1 a 0 contra Desamparados en San Juan y ahora deberá ganar en casa si no quiere volver al Argentino A.
En el arranque, la visita tuvo un buen cuarto de hora; bien parado en el medio y con Lucas Oviedo generando algo de juego. Pero fue sólo eso: una ráfaga. Para colmo, a los pocos minutos, "Luquitas" le puso una gran pelota a Miguel Fernández, que definió bien ante la salida de Aguiar. Sin embargo, Beligoy anuló el gol por una inexistente posición adelantada sancionada por uno de sus asistentes.
Sin jugar bien, Desamparados buscó amparo en una defensa bien plantada y en Matías Garrido, su lanzador. El 10 buscó a sol y a sombra a Cristian Pérez y al grandote Emanuel Reynoso, que le ganó por arriba a todos. Ahí estuvo la clave. En las alturas.
"La pelota parada es uno de los temas que más me preocupan", le había dicho Pedro Monzón a LA GACETA. Desde el inicio del partido, cada centro fue un sufrimiento para el "santo". Para colmo, Hernán Lamberti los tiraba con rosca y directos al punto del penal. Con ese panorama, el gol debía llegar por un centro; era casi una consecuencia natural del juego del local y de las falencias de la visita.
A los 29?, en el segundo tiro de esquina a favor de la "víbora", ni Saavedra ni Serrano tomaron bien a sus marcas. Lisandro Beratz se dio con una balón suelto y, de zurda, la mandó al fondo del arco. ¿Todo dicho? No, faltaba algo.
En el arranque del complemento, Oviedo vio la roja por un codazo infantil en el área y San Martín decidió cuidar la derrota. Se conformó con el resultado y con perder por la mínima. Ahora habrá que ganar en casa, no importa cómo ni por qué resultado. No será sencillo: hace 450 minutos que Desamparados no sabe lo que es lamentar un gol. Nadie dijo que esto iba a ser fácil.
En el arranque, la visita tuvo un buen cuarto de hora; bien parado en el medio y con Lucas Oviedo generando algo de juego. Pero fue sólo eso: una ráfaga. Para colmo, a los pocos minutos, "Luquitas" le puso una gran pelota a Miguel Fernández, que definió bien ante la salida de Aguiar. Sin embargo, Beligoy anuló el gol por una inexistente posición adelantada sancionada por uno de sus asistentes.
Sin jugar bien, Desamparados buscó amparo en una defensa bien plantada y en Matías Garrido, su lanzador. El 10 buscó a sol y a sombra a Cristian Pérez y al grandote Emanuel Reynoso, que le ganó por arriba a todos. Ahí estuvo la clave. En las alturas.
"La pelota parada es uno de los temas que más me preocupan", le había dicho Pedro Monzón a LA GACETA. Desde el inicio del partido, cada centro fue un sufrimiento para el "santo". Para colmo, Hernán Lamberti los tiraba con rosca y directos al punto del penal. Con ese panorama, el gol debía llegar por un centro; era casi una consecuencia natural del juego del local y de las falencias de la visita.
A los 29?, en el segundo tiro de esquina a favor de la "víbora", ni Saavedra ni Serrano tomaron bien a sus marcas. Lisandro Beratz se dio con una balón suelto y, de zurda, la mandó al fondo del arco. ¿Todo dicho? No, faltaba algo.
En el arranque del complemento, Oviedo vio la roja por un codazo infantil en el área y San Martín decidió cuidar la derrota. Se conformó con el resultado y con perder por la mínima. Ahora habrá que ganar en casa, no importa cómo ni por qué resultado. No será sencillo: hace 450 minutos que Desamparados no sabe lo que es lamentar un gol. Nadie dijo que esto iba a ser fácil.
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