Por Carlos Páez de la Torre H
16 Junio 2011
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Como se sabe, el poeta Ricardo Jaimes Freyre (1868-1933) vivió y enseñó durante dos décadas en Tucumán. Uno de sus ex alumnos del Colegio Nacional, el doctor Serafín Pazzi, lo recordó en 1939 en un artículo de la revista "Sustancia", como personalidad que "elevó la jerarquía intelectual de Tucumán".
Para Pazzi, era "pasmosa" la erudición literaria de Jaimes Freyre. Se cuenta que "Unamuno, que lo admiraba, expresó cierta vez que únicamente Menéndez y Pelayo podía saber más literatura clásica española que Jaimes Freyre". Enseñaba "con una sinceridad apasionada: de allí la fascinación y encantamiento que producía. Su prodigiosa memoria le permitió dar siempre a la enseñanza una elevada categoría. Cuando recitaba, era imposible sustraerse al sortilegio. Muchas veces la campana del Nacional llamaba inútilmente a los alumnos al recreo. Estos estaban pendientes de la magia del maestro".
En cuanto al aspecto del poeta altoperuano, "su silueta de caballero medieval era familiar en la ciudad provinciana. Su carácter se acentuaba durante el invierno, pues usaba una capa española que servía sin duda a su fantasía, para trasladarlo a esa edad tan grata a su espíritu y que aparece constantemente en sus poesías".
Pazzi lo calificaba de "poeta hondo y sincero". Además, "era un inactual. Fuerte era su nostalgia de edades pasadas: precisamente, el espíritu romántico consiste en dolerse de la realidad frente al ideal, cosa que acontece siempre que se confronta el presente con el pasado, como dice la famosa estrofa de Jorge Manrique".
Para Pazzi, era "pasmosa" la erudición literaria de Jaimes Freyre. Se cuenta que "Unamuno, que lo admiraba, expresó cierta vez que únicamente Menéndez y Pelayo podía saber más literatura clásica española que Jaimes Freyre". Enseñaba "con una sinceridad apasionada: de allí la fascinación y encantamiento que producía. Su prodigiosa memoria le permitió dar siempre a la enseñanza una elevada categoría. Cuando recitaba, era imposible sustraerse al sortilegio. Muchas veces la campana del Nacional llamaba inútilmente a los alumnos al recreo. Estos estaban pendientes de la magia del maestro".
En cuanto al aspecto del poeta altoperuano, "su silueta de caballero medieval era familiar en la ciudad provinciana. Su carácter se acentuaba durante el invierno, pues usaba una capa española que servía sin duda a su fantasía, para trasladarlo a esa edad tan grata a su espíritu y que aparece constantemente en sus poesías".
Pazzi lo calificaba de "poeta hondo y sincero". Además, "era un inactual. Fuerte era su nostalgia de edades pasadas: precisamente, el espíritu romántico consiste en dolerse de la realidad frente al ideal, cosa que acontece siempre que se confronta el presente con el pasado, como dice la famosa estrofa de Jorge Manrique".
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