05 Junio 2011
Este hecho tuvo una grave repercusión internacional, por el prestigio que tienen en el mundo las Madres de Plaza de Mayo. Pero, como ya se está haciendo una costumbre, la presidenta, Cristina Fernández, calla, como lo hizo con el caso de las valijas venezolanas o las drogas en Barcelona.
Tal vez sea cierto, como salió a declarar el ministro del Interior, Florencio Randazzo, de que las Madres fueron estafadas, pero ninguno de los funcionarios habla de la responsabilidad del Estado en el caso. El eje gubernativo es, a mi juicio, protagónico en esta causa.
Lo que debería ocurrir es que el juez Norberto Oyarbide analice los movimientos económicos y, si no hay responsabilidad propia, la Fundación Madres de Plaza de Mayo quedará sin manchas y, en el fondo, eso es lo que desearía. Pero hay otro hecho llamativo en la causa, la lógica de encontrarnos con un caso del fuero federal que nos lleva a pensar de que hubo lavado de dinero, violación de deberes de los funcionarios públicos u otro delito estatal; de otro modo, hubiera devenido en una causa ordinaria.
Desde la función que uno ocupa en la sociedad, creo que la Justicia debería llegar tan lejos como sea necesario en sus investigaciones, deseando (no afirmando), a título personal, de que Hebe de Bonafini no tuviera nada que ver con estas cuestiones que se están ventilando. Por la historia, no por el presente.
Tal vez sea cierto, como salió a declarar el ministro del Interior, Florencio Randazzo, de que las Madres fueron estafadas, pero ninguno de los funcionarios habla de la responsabilidad del Estado en el caso. El eje gubernativo es, a mi juicio, protagónico en esta causa.
Lo que debería ocurrir es que el juez Norberto Oyarbide analice los movimientos económicos y, si no hay responsabilidad propia, la Fundación Madres de Plaza de Mayo quedará sin manchas y, en el fondo, eso es lo que desearía. Pero hay otro hecho llamativo en la causa, la lógica de encontrarnos con un caso del fuero federal que nos lleva a pensar de que hubo lavado de dinero, violación de deberes de los funcionarios públicos u otro delito estatal; de otro modo, hubiera devenido en una causa ordinaria.
Desde la función que uno ocupa en la sociedad, creo que la Justicia debería llegar tan lejos como sea necesario en sus investigaciones, deseando (no afirmando), a título personal, de que Hebe de Bonafini no tuviera nada que ver con estas cuestiones que se están ventilando. Por la historia, no por el presente.