Domínguez, Fabersani y Albornoz jugaron sus propias cartas

Domínguez, Fabersani y Albornoz jugaron sus propias cartas

Los tres policías, supuestos encubridores del homicidio de Héctor Agustín Aráoz, buscaron convencer al tribunal con distintas estrategias.

18 Mayo 2011
¿Actuaron de buena fe? ¿Trataron de encubrir el crimen? ¿Forman parte de lo que en la causa se denominó "mafia policial"? Estas son las tres posibilidades que les caben a los tres ex empleados de la comisaría de Banda del Río Salí, el comisario (r) Rodolfo Domínguez; el ex oficial Andrés Fabersani y el oficial Rubén Albornoz.

Este, justamente, abrirá la última jornada del juicio oral y público por el crimen del juez Héctor Agustín Aráoz. A las 9 de hoy, dará sus palabras finales. Luego, se sentará a esperar el veredicto.

Domínguez, Fabersani y Albornoz tuvieron estrategias distintas.

El primero, como jefe de la comisaría, defendió a capa y espada el procedimiento de aquel día. Dijo que, como policía, estaba autorizado a atravesar tres ciudades (Banda del Río Salí; San Miguel de Tucumán y Yerba Buena) para constatar si el juez Aráoz estaba muerto. Pero no dio un argumento convincente sobre por qué no llamó al fiscal de turno o al jefe de la comisaría de Yerba Buena, y por qué no pidió una ambulancia.

Fabersani, en tanto, optó por atacar a Ema Hortensia Gómez y brindó su propia hipótesis sobre cómo ella habría perpetrado el homicidio. Fue el acusado que más habló a lo largo del juicio.

Albornoz fue su antónimo. Discreto, se limitó a decir que cumplió órdenes de su jefe, Domínguez. Y aseguró que nunca antes había visto a Ema Gómez.

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