"Por algo, todos los acusados son policías"

"Aquí no hubo una cuestión de celos hacia Ema Gómez -aseguró el abogado Dante Ibáñez-. Si así fuera, Darío Pérez tendría una larga lista de personas para matar antes que el juez Héctor Agustín Aráoz. El móvil pasional, al menos aquí, no va más".

Ese fue uno de los argumentos que utilizó el representante legal de la familia del magistrado para impulsar la otra hipótesis del homicidio: que una mafia policial, preocupada por ocultar una serie de escándalos y delitos, ultimó a Aráoz de varios disparos.

Ibáñez alegó a la tarde, cuando la fiscala de Cámara, Juana Prieto de Sólimo, ya había contado cómo cree que asesinaron al juez (ver página 16). "Disiento con ella sobre varios puntos -adelantó-. Aquel fatídico 26 de noviembre de 2004, se cometió un crimen que estaba premeditado".

El letrado se basó en que Darío Pérez había trabajado como segundo jefe del destacamento policial del Instituto Roca antes del crimen. Esto, según su versión, se vincula directamente con el hecho de que Aráoz era juez de Menores.

"Ema Gómez llegó primero a la casa de avenida Aconquija 2.950. Ella era la única que podía lograr que Aráoz atara a su perro dogo. Y lo hizo mediante engaños. Le aseguró que con ella estaba un portavoz del Roca que podría contarle todo sobre un oficio trucho que estaba investigando el juez", sostuvo el letrado. Ese supuesto documento apócrifo, según Ibáñez, permitía la salida de menores que habían sido detenidos. Y por ese motivo, Aráoz había ordenado que se hicieran pericias en la seccional 2ª. Según esta versión, había una mafia de drogas y asaltos por detrás.

"Por eso es que no hubo ni siquiera discusión. La idea del crimen ya estaba instalada en ellos. Y se utilizó solamente el arma de Pérez para cometerlo. El indefenso Aráoz, arrastrándose por el piso, fue recibiendo los disparos, mientras los asesinos se prestaban la pistola", detalló el letrado.

Colaboración

Ibáñez aseguró que el ex comisario Rodolfo Domínguez, el ex oficial Andrés Fabersani y el oficial Rubén Albornoz estaban al tanto del asesinato. "Este asesinato fue previamente concebido con la colaboración de ellos, la banda de Banda del Río Salí, como yo llamo a los ex empleados de esa comisaría", señaló.

Luego, el letrado aseguró que los cruces entre Pérez y Ema Gómez no fueron producto de peleas reales. "A lo largo de las audiencias, se fueron agrediendo mutuamente. Pareciera que su mensaje es: ?tratemos de generar la duda; así, llegaremos a una sentencia absolutoria?. Eso está claro", dijo.

Incluso, no dudó en señalar que los principales sospechosos del crimen mantenían una relación. "Su jefe en el Roca, el comisario (Francisco) Bolart, contó que prácticamente los interrumpió cuando ellos iniciaban un acto sexual", arremetió Ibáñez.

Fue entonces cuando Ema Gómez comenzó a hacer algunas acotaciones, pese a que su abogado, Mario Mirra, le pedía que callara. "Ella dice que denunció a Bolart porque trató de propasarse con ella. Pero nunca hizo llegar en estos más de seis años una copia de esa denuncia", dijo Ibáñez. "¡Porque la rompieron!", contestó la acusada.

Ibáñez también señaló que las coartadas de Pérez fueron cayéndose de a una. "Está probado que de su arma se efectuaron los disparos. Y el dermotest le dio resultado positivo", añadió.

Por último, pidió que Darío Pérez y Ema Gómez sean condenados a prisión perpetua por homicidio triplemente calificado. Y requirió 15 años de cárcel para Domínguez y Fabersani, y 10 para Albornoz, todos por participación secundaria en el hecho. "Acá hubo una mafia policial. Por algo, todos los que están sentados allí son policías", concluyó Ibáñez.