Trofeo tardío

La razonable demora de Barack Obama para confirmar la muerte de Osama Bin Laden finalmente culminó frente a los micrófonos, en conferencia de prensa en la Casa Blanca. El tiempo transcurrido desde el 11/S (2001), más de nueve años, y las guerras sucedidas conforme al plan de Bush contra el terrorismo que vulneró con un redivivo "macartismo" hasta los libertades de sus ciudadanos -incluida la prensa, que se autocensuró- no han sido mella para que Estados Unidos persistiera en su objetivo: la caza de Bin Laden.

Uno se pregunta, a la luz de tantas explicaciones y teorías previas nacidas desde Washington (Bush-Obama), ¿y ahora qué? Porque en todo tiempo y lugar se atribuía a Bin Laden de todos y cuantos atentados terroristas se producían con el sello de Al Qaeda, su organización tan "internacional" como la ONU.

Sin respuestas

¿Se terminarán los largos argumentos para sostener los frentes guerreros en Irak y Afganistán? Si uno se ata a los pronunciamientos desde Washington y sus aliados en cada caso, debe suponer, cándidamente, que con la muerte infligida a Osama Bin Laden (se supone un operativo comando de la CIA en la cacería) se alcanzó la derrota del terrorismo de ese sello. Si se pensara que tras tantos años la maquinaria de Al Qaeda funcionó aceitadamente en distintos operativos y se preanunció en otros, se debe colegir que la muerte de Bin Laden puede aún profundizar la operatividad de la organización que demostró tener estructura, pese al liderazgo de Osama. Volteando la mirada hacia Libia no es difícil imaginar que en ese caso se sostendrá (ocultamente, por ahora) el objetivo de la cacería de Gaddafi.

El reciente bombardeo del lugar donde se encontraba Gaddafi y en el que murieron un hijo de él y tres de sus nietos, abre esa apreciación. Para cerrar y decirlo en términos de pronta comprensión popular: muerto el perro, no se acabó la rabia. El microbio que la causa sigue intacto en la jauría de los terroristas de todo pelaje.