23 Abril 2011
TRADICIÓN. Benedicto XVI encabezó el Vía Crucis frente al Vaticano. REUTERS
ROMA.- El papa Benedicto XVI se prestó en Viernes Santo por primera vez en el especial de televisión "Domande su Gesú" (Preguntas sobre Jesús), enmarcado en el programa religioso "A sua Immagine" (A su imagen y semejanza). Allí el público le planteó inquietudes.
El programa eligió un total de siete preguntas. Entre ellas estaba la de una niña de siete años que vivió el terremoto en Japón. "Quiero saber: ¿por qué tengo que tener tanto miedo? ¿Por qué los niños tienen que estar tan tristes? -le dijo-. Pregunto al Papa, que habla con Dios, para que me lo explique". Elena, quien presenció la muerte de otros niños, sintió temblar su casa y quedó traumatizada por el terremoto seguido de tsunami que azotó el 11 de marzo pasado a su país.
Visiblemente conmovido, Benedicto admitió que también él se hace esas preguntas. "¿Por qué es así? ¿Por qué tú sufres tanto mientras que otros viven sin preocupaciones?", respondió. Intentó, no obstante, reconfortar a la niña. "No tenemos una respuesta a eso, pero sabemos que Jesús sufrió al igual que tú como inocente y que Dios, que se manifiesta a través de Jesús, está a tu lado". "Eso me parece muy importante aunque no tengamos respuestas, aunque estemos tristes", agregó el pontífice.
La siguiente pregunta la planteó una madre italiana, María Teresa, que quería saber si el alma de su hijo Francesco, que lleva en coma vegetativo desde el Domingo de Pascua de 2009, había abandonado su cuerpo inconsciente.
Benedicto, cuya pasión por la música es conocida, le respondió con una metáfora musical. "La situación quizás es como la de una guitarra cuyas cuerdas se han roto y que ya no puede tocarse. El instrumento del cuerpo es frágil, es vulnerable, y el alma no puede tocar, ni hablar, pero permanece presente", sostuvo Benedicto.
El Papa, que frecuentemente recuerda a los creyentes que de acuerdo con las enseñanzas cristianas la eutanasia no debe practicarse, dijo a la madre que la compañía que le hace durante horas cada día a su hijo era un acto de fe en Dios y de respeto por la vida humana, incluso en las situaciones más tristes.
Otras de las preguntas que le hicieron estaban relacionadas con los actuales conflictos en África y Cercano Oriente. Le proporcionaron al pontífice una oportunidad para incidir en la necesidad de paz y tolerancia religiosa.
Un grupo de jóvenes de Bagdad, que se describieron a sí mismos como "cristianos perseguidos", pidieron consejo acerca de cómo convencer a otros miembros de la menguante comunidad cristiana en Irak de que permanezcan en el país, donde a menudo son el objetivo de musulmanes extremistas.
Benedicto les llamó a perseverar en sus esfuerzos al tiempo que les aseguró que el Vaticano continuará presionando a las autoridades para que garanticen el respeto a todas las confesiones religiosas en Irak. La comunidad cristiana en ese país contaba con 800.000 a 1,2 millón de miembros, pero no supera actualmente los 400.000 fieles.
Por otro lado, Bintú, de Costa de Marfil, quiso saber cómo su país puede superar la violencia política y étnica. Benedicto sostuvo que está triste por poder hacer tan poco. "La única vía es renunciar a la violencia, comenzar de nuevo con el diálogo en un intento por encontrar la paz común, mostrando una nueva preocupación los unos por los otros, una nueva voluntad de abrirse el uno al otro", comentó.
Entre las siete personas escogidas para realizar una pregunta, de las más de 2.000 propuestas a la redacción, Bintú saludó al pontífice en árabe con la tradicional frase "que Dios esté en medio de nuestra conversación" y después prosiguió en francés.
Descenso a los infiernos
Interrogado sobre lo que hizo Jesús en el lapso entre la muerte y la resurrección y sobre su descenso a los infiernos, el Papa explicó ese dogma de la Iglesia. "Este descenso del alma de Jesús no debe imaginarse como un viaje geográfico, local, de un continente a otro. Es un viaje del alma", afirmó. "Esta palabra del descenso del Señor a los infiernos significa, sobre todo, que Jesús alcanza también el pasado, que la eficacia de la redención no comienza en el año cero o en el año 30, sino que llega al pasado, abarca el pasado, a todas las personas de todos los tiempos", subrayó.
Más tarde el pontífice presidió la tradicional procesión de las estaciones del Vía Crucis de Viernes Santo en Roma. (DPA-DyN-Especial)
El programa eligió un total de siete preguntas. Entre ellas estaba la de una niña de siete años que vivió el terremoto en Japón. "Quiero saber: ¿por qué tengo que tener tanto miedo? ¿Por qué los niños tienen que estar tan tristes? -le dijo-. Pregunto al Papa, que habla con Dios, para que me lo explique". Elena, quien presenció la muerte de otros niños, sintió temblar su casa y quedó traumatizada por el terremoto seguido de tsunami que azotó el 11 de marzo pasado a su país.
Visiblemente conmovido, Benedicto admitió que también él se hace esas preguntas. "¿Por qué es así? ¿Por qué tú sufres tanto mientras que otros viven sin preocupaciones?", respondió. Intentó, no obstante, reconfortar a la niña. "No tenemos una respuesta a eso, pero sabemos que Jesús sufrió al igual que tú como inocente y que Dios, que se manifiesta a través de Jesús, está a tu lado". "Eso me parece muy importante aunque no tengamos respuestas, aunque estemos tristes", agregó el pontífice.
La siguiente pregunta la planteó una madre italiana, María Teresa, que quería saber si el alma de su hijo Francesco, que lleva en coma vegetativo desde el Domingo de Pascua de 2009, había abandonado su cuerpo inconsciente.
Benedicto, cuya pasión por la música es conocida, le respondió con una metáfora musical. "La situación quizás es como la de una guitarra cuyas cuerdas se han roto y que ya no puede tocarse. El instrumento del cuerpo es frágil, es vulnerable, y el alma no puede tocar, ni hablar, pero permanece presente", sostuvo Benedicto.
El Papa, que frecuentemente recuerda a los creyentes que de acuerdo con las enseñanzas cristianas la eutanasia no debe practicarse, dijo a la madre que la compañía que le hace durante horas cada día a su hijo era un acto de fe en Dios y de respeto por la vida humana, incluso en las situaciones más tristes.
Otras de las preguntas que le hicieron estaban relacionadas con los actuales conflictos en África y Cercano Oriente. Le proporcionaron al pontífice una oportunidad para incidir en la necesidad de paz y tolerancia religiosa.
Un grupo de jóvenes de Bagdad, que se describieron a sí mismos como "cristianos perseguidos", pidieron consejo acerca de cómo convencer a otros miembros de la menguante comunidad cristiana en Irak de que permanezcan en el país, donde a menudo son el objetivo de musulmanes extremistas.
Benedicto les llamó a perseverar en sus esfuerzos al tiempo que les aseguró que el Vaticano continuará presionando a las autoridades para que garanticen el respeto a todas las confesiones religiosas en Irak. La comunidad cristiana en ese país contaba con 800.000 a 1,2 millón de miembros, pero no supera actualmente los 400.000 fieles.
Por otro lado, Bintú, de Costa de Marfil, quiso saber cómo su país puede superar la violencia política y étnica. Benedicto sostuvo que está triste por poder hacer tan poco. "La única vía es renunciar a la violencia, comenzar de nuevo con el diálogo en un intento por encontrar la paz común, mostrando una nueva preocupación los unos por los otros, una nueva voluntad de abrirse el uno al otro", comentó.
Entre las siete personas escogidas para realizar una pregunta, de las más de 2.000 propuestas a la redacción, Bintú saludó al pontífice en árabe con la tradicional frase "que Dios esté en medio de nuestra conversación" y después prosiguió en francés.
Descenso a los infiernos
Interrogado sobre lo que hizo Jesús en el lapso entre la muerte y la resurrección y sobre su descenso a los infiernos, el Papa explicó ese dogma de la Iglesia. "Este descenso del alma de Jesús no debe imaginarse como un viaje geográfico, local, de un continente a otro. Es un viaje del alma", afirmó. "Esta palabra del descenso del Señor a los infiernos significa, sobre todo, que Jesús alcanza también el pasado, que la eficacia de la redención no comienza en el año cero o en el año 30, sino que llega al pasado, abarca el pasado, a todas las personas de todos los tiempos", subrayó.
Más tarde el pontífice presidió la tradicional procesión de las estaciones del Vía Crucis de Viernes Santo en Roma. (DPA-DyN-Especial)