19 Marzo 2011
ESTADO ACTUAL. La imagen satelital tomada ayer muestra cómo quedó la planta nuclear de Fukushima, al norte de Tokio, después de las explosiones. REUTERS
TOKIO.- El primer ministro de Japón, Naoto Kan, admitió que en la central de Fukushima se enfrentan a enormes dificultades, pero prometió que el Estado controlará enérgicamente la situación en la zona. "Estamos en una situación de crisis que pone a prueba a nuestro pueblo. Japón se reconstruyó milagrosamente tras la guerra. Con la fuerza de todos reconstruiremos al país", dijo por televisión.
Las autoridades niponas elevaron el nivel de alarma de 4 a 5 en la Escala Internacional para Incidentes Nucleares (INES). Esa escala, que va del 0 al 7, define al nivel 4 como accidente de consecuencias locales y al 5, de consecuencias amplias. Por otro lado, el aeropuerto de Sendai, inundado por el tsunami, fue reabierto para la operación de aviones de emergencia y de helicópteros. Los puertos dañados también fueron reabiertos al tráfico marítimo, al igual que autopistas, y el tren bala de alta velocidad reanudó su recorrido entre Morioka y Akita. Pero la escasez de combustibles sigue obstaculizando la llegada de ayuda humanitaria a las zonas afectadas por el sismo. En la prefectura de Miyagi incluso se autorizó la realización de entierros sin previa incineración ante la falta de carburantes. Las temperaturas en las zonas más asoladas continuaban siendo bajas, lo que empeoraba ayer la situación que se originó por la escasez de combustible y de electricidad. Unas 390.000 personas continúan alojadas en unas 2.200 tiendas de campaña después de perder sus hogares en la catástrofe.
Las historias son dolorosas en las zonas devastadas, donde muchos se quedaron con las manos vacías y hasta sin familias. "Todo está perdido, incluyendo el dinero", relató Tsukasa Sato, un peluquero de 74 años que sufre una condición cardíaca, mientras se calentaba las manos frente a una estufa en un refugio para personas sin hogar en Yamada, en el norte de Japón.
Funcionarios de salud y el organismo de regulación atómica de la ONU dijeron que los niveles de radiación en Tokio no son perjudiciales. Pero la ciudad sufrió un éxodo de turistas, extranjeros y de muchos japoneses, que temen una explosión de material radiactivo.
"Me voy porque mis padres están aterrorizados. Personalmente creo que esto generará la peor falsa alarma que el mundo haya visto jamás", señaló Luke Ridley, de 23 años, un residente de Londres en el Aeropuerto Internacional de Larita. "Posiblemente volveré en alrededor de un mes", agregó.
Mientras, en la capital japonesa se vive un clima de serenidad, pese a los inconvenientes por los cortes de electricidad, la escasez de algunos alimentos y remedios, de agua y combustible. (DPA-Reuters)
Las autoridades niponas elevaron el nivel de alarma de 4 a 5 en la Escala Internacional para Incidentes Nucleares (INES). Esa escala, que va del 0 al 7, define al nivel 4 como accidente de consecuencias locales y al 5, de consecuencias amplias. Por otro lado, el aeropuerto de Sendai, inundado por el tsunami, fue reabierto para la operación de aviones de emergencia y de helicópteros. Los puertos dañados también fueron reabiertos al tráfico marítimo, al igual que autopistas, y el tren bala de alta velocidad reanudó su recorrido entre Morioka y Akita. Pero la escasez de combustibles sigue obstaculizando la llegada de ayuda humanitaria a las zonas afectadas por el sismo. En la prefectura de Miyagi incluso se autorizó la realización de entierros sin previa incineración ante la falta de carburantes. Las temperaturas en las zonas más asoladas continuaban siendo bajas, lo que empeoraba ayer la situación que se originó por la escasez de combustible y de electricidad. Unas 390.000 personas continúan alojadas en unas 2.200 tiendas de campaña después de perder sus hogares en la catástrofe.
Las historias son dolorosas en las zonas devastadas, donde muchos se quedaron con las manos vacías y hasta sin familias. "Todo está perdido, incluyendo el dinero", relató Tsukasa Sato, un peluquero de 74 años que sufre una condición cardíaca, mientras se calentaba las manos frente a una estufa en un refugio para personas sin hogar en Yamada, en el norte de Japón.
Funcionarios de salud y el organismo de regulación atómica de la ONU dijeron que los niveles de radiación en Tokio no son perjudiciales. Pero la ciudad sufrió un éxodo de turistas, extranjeros y de muchos japoneses, que temen una explosión de material radiactivo.
"Me voy porque mis padres están aterrorizados. Personalmente creo que esto generará la peor falsa alarma que el mundo haya visto jamás", señaló Luke Ridley, de 23 años, un residente de Londres en el Aeropuerto Internacional de Larita. "Posiblemente volveré en alrededor de un mes", agregó.
Mientras, en la capital japonesa se vive un clima de serenidad, pese a los inconvenientes por los cortes de electricidad, la escasez de algunos alimentos y remedios, de agua y combustible. (DPA-Reuters)
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