19 Marzo 2011
RADIACIÓN. En todo Japón, los controles de radiación son estrictos, pero de los héroes de la planta poco se sabe. AFP
FUKUSHIMA / TOKIO.- Para Occidente son héroes, pero en Japón no les prestan tanta atención. Son los "50 de Fukushima", los operarios que aún están en la planta nuclear afectada por el terremoto de hace una semana. Se supone que deberían ser técnicos experimentados en energía nuclear, pero este detalle no está muy claro.
Enfundados en sus trajes protectores, trepan por los escombros de los que sale humo y polvo. Pasan las noches en el centro de emergencias de la planta, un edificio con paredes reforzadas, pero sin comodidades. Sin embargo, desde hace más de una semana es el único alojamiento del que disponen.
Nadie se aventura a predecir cuando volverán a casa. O si alguna vez lo harán. En ellos están depositadas todas las esperanzas para que la situación no acabe convirtiéndose en un desastre nuclear. Según Tepco (la empresa que opera la central nuclear), están por recibir apoyo de voluntarios. El portavoz de la firma dijo que experimentados especialistas están dispuestos a ayudar a los hombres de Fukushima (en realidad no son 50, sino unos 180 que trabajan en turnos de 50). Actualmente, en la planta hay unos 120 operarios atómicos, unos 140 efectivos del cuerpo de bomberos de Tokio y un número indeterminado de soldados.
La empresa no da información sobre lo que ocurre en la central atómica. Lo único que explica el portavoz de Tepco es que cada día se mantienen videoconferencias con los operarios. Hay rumores de que la empresa sabe desde hace tiempo que la central es peligrosa. Supuestamente, habría encargado algunas tareas de la planta a otras empresas que contratan a empleados más económicos y menos experimentados. El portavoz de Tepco lo niega y asegura que los "50 de Fukushima" son trabajadores con experiencia y con contrato fijo.
La empresa ya se vio salpicada por los escándalos en el pasado. En el 2002 tuvo que admitir que durante años falseó informes sobre las grietas en algunos de sus reactores. Además, la mujer de uno de los operarios contó preocupada que recibió un mensaje de su esposo en el que le cuenta que casi no tienen comida y que no se sienten bien físicamente.
Hasta acá, lo único claro es que lo que ocurre dentro de la planta es un misterio. (DPA)
Enfundados en sus trajes protectores, trepan por los escombros de los que sale humo y polvo. Pasan las noches en el centro de emergencias de la planta, un edificio con paredes reforzadas, pero sin comodidades. Sin embargo, desde hace más de una semana es el único alojamiento del que disponen.
Nadie se aventura a predecir cuando volverán a casa. O si alguna vez lo harán. En ellos están depositadas todas las esperanzas para que la situación no acabe convirtiéndose en un desastre nuclear. Según Tepco (la empresa que opera la central nuclear), están por recibir apoyo de voluntarios. El portavoz de la firma dijo que experimentados especialistas están dispuestos a ayudar a los hombres de Fukushima (en realidad no son 50, sino unos 180 que trabajan en turnos de 50). Actualmente, en la planta hay unos 120 operarios atómicos, unos 140 efectivos del cuerpo de bomberos de Tokio y un número indeterminado de soldados.
La empresa no da información sobre lo que ocurre en la central atómica. Lo único que explica el portavoz de Tepco es que cada día se mantienen videoconferencias con los operarios. Hay rumores de que la empresa sabe desde hace tiempo que la central es peligrosa. Supuestamente, habría encargado algunas tareas de la planta a otras empresas que contratan a empleados más económicos y menos experimentados. El portavoz de Tepco lo niega y asegura que los "50 de Fukushima" son trabajadores con experiencia y con contrato fijo.
La empresa ya se vio salpicada por los escándalos en el pasado. En el 2002 tuvo que admitir que durante años falseó informes sobre las grietas en algunos de sus reactores. Además, la mujer de uno de los operarios contó preocupada que recibió un mensaje de su esposo en el que le cuenta que casi no tienen comida y que no se sienten bien físicamente.
Hasta acá, lo único claro es que lo que ocurre dentro de la planta es un misterio. (DPA)