Tokio se convierte en un desierto

Tokio se convierte en un desierto

Fábricas y oficinas permanecieron cerradas y las estaciones de trenes están repletas. Estados Unidos urge a sus ciudadanos para que abandonen la ciudad.

PELIGRO. Los reactores 3 y 4 de la planta de Fukushima, destrozados, en una imagen que distribuyó la agencia Jiji PELIGRO. Los reactores 3 y 4 de la planta de Fukushima, destrozados, en una imagen que distribuyó la agencia Jiji
16 Marzo 2011
TOKIO.- La capital de Japón, una megaciudad que usualmente tiene un enorme movimiento, cambió su fisonomía a causa del alerta nuclear: muchos trabajan desde sus casas y un gran número de extranjeros ha optado por salir del país, pese a los llamados de las autoridades a la calma.

La situación en la planta de Fukushima se agravó en las últimas horas. La Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos advirtió que los niveles de radiación en la central son extremadamente altos y que son cuatro los reactores dañados, según el diario La Nación.

Los residentes de la capital han aumentado sus precauciones por el temor a la contaminación nuclear. El uso de barbijos, que ya se había extendido por el temor a la gripe A, se ha convertido en un artículo común. Hay menos tráfico en las calles y las estaciones ferroviarias están repletas de gente que quiere salir de la ciudad, informó Clarín.

La actividad económica no se ha detenido, pero sigue a ritmo lento debido a los múltiples problemas logísticos causados por el sismo y la crisis nuclear en el país, donde la Bolsa parece desentumecerse después de dos días de caída.

Muchas fábricas, oficinas y comercios permanecieron cerrados en la tercera economía mundial, no sólo en el noreste, devastado por la catástrofe, sino también en la región de Tokio.

Desolación
Los restaurantes de Tokio, atestados de gente un mediodía cualquiera, estaban prácticamente vacíos y, con la excepción de los supermercados, muchos pequeños comercios cerraron las puertas ante la falta de clientes. El oeste y el sur del archipiélago también se ven afectados, pero menos, por los problemas logísticos ocasionados por el terremoto, sus numerosas réplicas, y el tsunami.

El primer constructor de automóviles mundial, Toyota, mantuvo cerradas sus 28 fábricas y no prevé reanudar el ensamblaje de coches antes del 23 de marzo como muy pronto.

El gigante electrónico Sony continuaba con las puertas cerradas en siete plantas de producción del noreste y pidió a la mayoría de los empleados de su sede de Tokio que no acudan al trabajo. Otras muchas empresas de la capital hicieron lo propio.

Los trenes regionales que utilizan a diario millones de habitantes de Tokio no funcionan con normalidad, aunque se ha registrado una ligera mejora desde el lunes, cuando apenas se cubrió el 20% del servicio. En tanto, las líneas de subterráneos del centro de la ciudad seguían circulando, pero a un ritmo similar al de un fin de semana.

Muchos de los 35 millones de habitantes de Tokio, pulmón económico de Japón, evitaban acudir al trabajo y desplazarse ante la ingente inquietud por la situación en la central nuclear de Fukushima, que dista 250 kilómetros.

La compañía eléctrica Tokyo Electric Power (Tepco), que abastece la región de Kanto (que abarca Tokio y las prefecturas aledañas), mantiene los cortes eléctricos planificados para evitar un corte repentino a gran escala por falta de producción. Varias empresas tuvieron que adaptarse a la falta de energía cerrando la puerta durante unas horas al día o toda la jornada.

En el frente energético, una refinería petrolera de Cosmo Oil de Chiba (este de Tokio) continuaba presa de las llamas, cinco días después del sismo que provocó un incendio en una cuba de almacenamiento de esta instalación, con una capacidad de 220.000 barriles diarios. (AFP-NA-Especial)

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