10 Marzo 2011
CONCENTRADA. Gómez leyó en la Biblia el libro de los Proverbios de Job. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO
Luego de 15 jornadas de mantener perfil bajo, ayer impactó desde que ingresó a la sala del Colegio de Abogados. Con un vestido corto estampado animal print y zapatos negros de charol, Ema Gómez llegó con pasos firmes.
Hace seis años, cuando asesinaron a su novio, el juez de Menores Héctor Agustín Aráoz, todos quedaron sorprendidos con la delgada joven de cabellos rubios. Con los años que estuvo en la cárcel, su imagen cambió. Pero ayer, se presentó en una nueva audiencia del juicio por el asesinato de Aráoz; y aparte de sonreír y conversar con las oficiales que la custodiaban se mostró muy entretenida.
A minutos de haber comenzado la audiencia, la acusada de homicidio, muy cómoda, abrió su bolso negro y sacó un libro de color bordó. Muchos se preguntaron de qué libro se trataba, hasta que se pudo vislumbrar que era la Biblia.
Gómez leía muy atenta el Libro de los Proverbios. Estuvo así hasta que Andrés Fabersani y Darío Pérez prestaron declaración; fue entonces cuando cerró el ejemplar religioso y depositó su mirada sobre los ex policías y se limitó a negar con la cabeza.
Siguió leyendo y murmurando con la oficial Lorena Romero. En determinado momento buscó entre las páginas de la Biblia y sacó una estampita de San Roque que luego le entregó a Romero con una sonrisa. Ya en las primeras jornadas del juicio, una tía le había acercado la imagen de un santo que ella guardó con recelo en la cartera.
Hace seis años, cuando asesinaron a su novio, el juez de Menores Héctor Agustín Aráoz, todos quedaron sorprendidos con la delgada joven de cabellos rubios. Con los años que estuvo en la cárcel, su imagen cambió. Pero ayer, se presentó en una nueva audiencia del juicio por el asesinato de Aráoz; y aparte de sonreír y conversar con las oficiales que la custodiaban se mostró muy entretenida.
A minutos de haber comenzado la audiencia, la acusada de homicidio, muy cómoda, abrió su bolso negro y sacó un libro de color bordó. Muchos se preguntaron de qué libro se trataba, hasta que se pudo vislumbrar que era la Biblia.
Gómez leía muy atenta el Libro de los Proverbios. Estuvo así hasta que Andrés Fabersani y Darío Pérez prestaron declaración; fue entonces cuando cerró el ejemplar religioso y depositó su mirada sobre los ex policías y se limitó a negar con la cabeza.
Siguió leyendo y murmurando con la oficial Lorena Romero. En determinado momento buscó entre las páginas de la Biblia y sacó una estampita de San Roque que luego le entregó a Romero con una sonrisa. Ya en las primeras jornadas del juicio, una tía le había acercado la imagen de un santo que ella guardó con recelo en la cartera.