04 Marzo 2011
25 DE MAYO AL 700. Los policías hacen su tarea mientras el turista-héroe trata de recuperar el aliento en medio de la calzada. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
A eso de las seis de la tarde, el auto de LA GACETA, en lugar de esquivar atascamientos por la salida de los colegios, los busca: precisamente hay que fotografiar uno, es la orden desde el diario. Bajando por Santa Fe a la altura de plaza Urquiza, el tráfico fluye -increíble-. Pero la sirena de una camioneta de la Policía viene empujando de atrás. Y el vehículo gira, en dos ruedas, hacia el sur al llegar a 25 de Mayo. Tras pasar la bocacalle, a 30 metros, la camioneta blanca con luces azules se detiene casi encima de un hombre.
El auto de los periodistas frena de golpe sobre Santa Fe y -adiós escuelas-, corriendo, llegan al lugar. "¡Es un asalto!", grita el fotógrafo, y empieza a disparar a toda máquina.
Un hombre está tirado boca abajo en el suelo. Es joven -unos 15 años, chomba celeste, bien vestido- y lucha entre dar la cara contra el pavimento y no mostrar su rostro de costado. En la espalda se le aferran las manos, prisioneras en las esposas. Lo vigilan un hombre de remera verde y pantalón tipo gaucho -que parece ser quien lo redujo- y dos policías femeninas, muy arregladas. Otros tantos uniformados se comunican por handy.
Los transeúntes se acercan, recelosos, pero se quedan a mirar cómo sigue la historia porque el de verde increpa duramente al de celeste. "¡Esto no se hace! ¡Esto no se hace!", le grita con gesto admonitorio del índice derecho y, agitado, recompone la respiración. "Estabas sentado en un algún bar?", es la pregunta de la cronista. "¿Sentado? ¿Qué es sentado, no entiendo?", responde con acento francés. El participio del verbo cambia las cosas y el francés dice "yes" cuando se le dice "sit" (sentado). A partir de entonces el diálogo siguió en inglés.
-Estaba sentado y de repente se acercó alguien y me sacó el celular de la mesa...
-¿Dónde, en ese bar? (27 de Mayo al 700)
-No, a tres cuadras de aquí.
-¿Qué te robó?
-Sólo mi celular
-¿Plata?
- No, sólo el celular.
Entonces la agente apura el trámite y explica a la cronista: "este señor que detuvimos le arrebató el celular en el bar de Corrientes y Muñecas, donde el señor turista estaba sentado... Descalzo, él lo persiguió desde allí y lo contuvo un momento hasta que llegamos. Luego se dirige al héroe galo:
- Señor, ¿su calzado quedó allá? Lo buscamos. (dice la policía)
-No, yo ando sin zapatos...
-Me acompaña en el móvil así radica la denuncia del robo en la dependencia, ¿sí?
-??? (A duras penas, entiende que tiene que ir a la comisaría, y pregunta con insistencia "¿cuánto tiempo me van a llevar?")
Sorprende el nombre que da al preguntársele y ante la cara de duda de la cronista lo deletrea: "C-a-s-i-m-i-r , Casimir", y se niega a dar el apellido mientras sube a la camioneta de la Policía. Nadie podía creer lo que había pasado.
El auto de los periodistas frena de golpe sobre Santa Fe y -adiós escuelas-, corriendo, llegan al lugar. "¡Es un asalto!", grita el fotógrafo, y empieza a disparar a toda máquina.
Un hombre está tirado boca abajo en el suelo. Es joven -unos 15 años, chomba celeste, bien vestido- y lucha entre dar la cara contra el pavimento y no mostrar su rostro de costado. En la espalda se le aferran las manos, prisioneras en las esposas. Lo vigilan un hombre de remera verde y pantalón tipo gaucho -que parece ser quien lo redujo- y dos policías femeninas, muy arregladas. Otros tantos uniformados se comunican por handy.
Los transeúntes se acercan, recelosos, pero se quedan a mirar cómo sigue la historia porque el de verde increpa duramente al de celeste. "¡Esto no se hace! ¡Esto no se hace!", le grita con gesto admonitorio del índice derecho y, agitado, recompone la respiración. "Estabas sentado en un algún bar?", es la pregunta de la cronista. "¿Sentado? ¿Qué es sentado, no entiendo?", responde con acento francés. El participio del verbo cambia las cosas y el francés dice "yes" cuando se le dice "sit" (sentado). A partir de entonces el diálogo siguió en inglés.
-Estaba sentado y de repente se acercó alguien y me sacó el celular de la mesa...
-¿Dónde, en ese bar? (27 de Mayo al 700)
-No, a tres cuadras de aquí.
-¿Qué te robó?
-Sólo mi celular
-¿Plata?
- No, sólo el celular.
Entonces la agente apura el trámite y explica a la cronista: "este señor que detuvimos le arrebató el celular en el bar de Corrientes y Muñecas, donde el señor turista estaba sentado... Descalzo, él lo persiguió desde allí y lo contuvo un momento hasta que llegamos. Luego se dirige al héroe galo:
- Señor, ¿su calzado quedó allá? Lo buscamos. (dice la policía)
-No, yo ando sin zapatos...
-Me acompaña en el móvil así radica la denuncia del robo en la dependencia, ¿sí?
-??? (A duras penas, entiende que tiene que ir a la comisaría, y pregunta con insistencia "¿cuánto tiempo me van a llevar?")
Sorprende el nombre que da al preguntársele y ante la cara de duda de la cronista lo deletrea: "C-a-s-i-m-i-r , Casimir", y se niega a dar el apellido mientras sube a la camioneta de la Policía. Nadie podía creer lo que había pasado.
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