15 Febrero 2011
TENSIÓN. "No hubo contradicciones", aseguró Pérez. De todas formas, el juez le marcó algunas frases contrapuestas.
Alejandro Darío Pérez conoce de memoria la causa por el crimen del juez Héctor Agustín Aráoz. Es capaz de recordar la hora, el minuto y el segundo de cada llamado que hizo Ema Hortencia Gómez a su teléfono el día del asesinato. Cada vez que le preguntan, recita el trayecto que -según él- hizo con su remise en el instante en que el magistrado era acribillado en su casa de Yerba Buena. También puede decir de corrido los números de los celulares del Juzgado de Menores Nº 2, donde trabajaba el magistrado.
Es evidente: Pérez ha estudiado mucho el expediente. Y él lo acepta sin problemas. "Estuve cuatro años preso injustamente por esto. Lo mínimo que podía hacer era leer la causa para saber de qué me acusaban", señala.
Pero, por más que leyó y leyó, hubo preguntas que no supo contestar. Y hubo otras en las que dio respuestas contrapuestas. Así, acabó sembrando más dudas que convencimiento con su relato. ¿Su número de teléfono estaba a disposición de todo el mundo o sólo lo conocía Ema Gómez? ¿Dónde guardaba su arma reglamentaria? ¿Qué pasó con la pistola 11.25 que dice haber tenido? Nada de esto quedó claro en la jordada de ayer.
La fiscala de Cámara, Juana Prieto de Sólimo, comenzó a interrogarlo la tarde del viernes y agotó sus preguntas durante las primeras horas del sábado. Pérez descansó el fin de semana. Ayer, los representantes de la querella, de otros acusados y en especial su propio defensor, Gustavo Morales, le hicieron incontables preguntas. El ex oficial volvió a cargar contra Ema Gómez. El 26 de noviembre de 2004 al mediodía, horas antes de que el juez fuera asesinado, Pérez asegura que recibió un llamado de la ex agente para que se juntaran a comer. Y señaló que su teléfono sonó varias veces, pero no quiso atenderlo. "Y no me llamó solamente a mí; también trató de comunicarse con el legislador SergioMiranda, con el empresario (Arturo) Roife, con el comisario (Carlos) Suárez Vila y con el juez Roque Arnedo", indicó.
También remarcó que se enteró del homicidio al día siguiente del hecho, leyendo LA GACETA. "Ahí me cerró ese mensaje que había recibido de Ema Gómez, en el que decía: ?hice algo malo, ayudame, por eso insisto por teléfono?", dijo. Y recordó que le entregó ese teléfono al fiscal de Instrucción, Guillermo Herrera, luego de mostrarle el SMS de la ex agente. "Él me contestó que valoraba mucho eso porque no tenía otra prueba en contra de Ema Gómez", señaló. Aunque repitió una y otra vez su relato, la fiscala y los querellantes le remarcaron contradicciones, varias de ellas confirmadas por los vocales Pedro Roldán Vázquez, Carlos Norry y Emilio Páez de la Torre. "Yo creo que no hubo contradicciones. Después las pude aclarar", dijo él, por su parte, en diálogo con LA GACETA.
Y, mientras estuvo en la sala de debate, fustigó a Ema Gómez. "Ella fue la que mató al juez. Ella, al gritarme (el viernes le dijo "asesino"), demostró ser una persona violenta y sin control. Imaginemos lo que puede llegar a hacer con un arma en su poder. Además, no presentó ni una sola prueba de su inculpabilidad", dijo. El abogado de la ex agente, Mario Mirra, escuchó esa frase con una sonrisa irónica. Ya sabía lo que vendría luego.
Al final del interrogatorio, Morales (otra vez reprendido por el tribunal) repitió las preguntas en las que Pérez había incurrido en contradicciones. Pero, aunque buscaba aclarar, dio la sensación que no había hecho más que oscurecer.
Los cabos sueltos que dejó su declaración
DÓNDE ESTABA EL ARMA
Pérez dijo el viernes que su arma reglamentaria (que según el fiscal Guillermo Herrera fue usada para cometer el homicidio) estaba bajo el asiento del acompañante de su auto el día que allanaron su casa, poco después del crimen. Ayer, el ex oficial que la escondía bajo el asiento del conductor. El tribunal confirmó que había una contradicción.
EL TEST DE PARAFINA
El ex oficial dijo que escuchó en la Fiscalía X cómo un funcionario arreglaba el resultado de su dermotest. "¿Por qué no denunció esto cuando declaró?", le preguntaron. "Porque había cosas más importantes, como la pericial balística", contestó él. Luego, le señalaron que esa medida recién se realizó 25 días después.
QUIÉN TENÍA SU NÚMERO
En un primer momento, el ex oficial señaló que todos sus compañeros de trabajo conocían los números de teléfono de su celular, de su casa y de la remisería para la cual trabajaba. Cuando dijo que no había dudas de que era Ema Gómez quien lo había llamado desde Yerba Buena usando el celular de Aráoz dijo: "sólo ella tenía mi número de celular".
EL DISPARO EN SU AUTO
Cuando secuestraron el Clio del ex policía, en una de las puertas había un orificio de bala. Ayer, Pérez dijo dos meses antes del crimen del juez se le escapó el tiro cuando estaba solo en su casa. "Y no era un arma 9 mm, sino 11.25", dijo. "¿Qué pasó con esa pistola?", le preguntaron. "No estaba registrada y se la vendí a una persona", dijo, sin dar detalles.
LA COMPRA DEL CELULAR
Pérez tenía en su poder un celular que había sido denunciado como robado, según le mencionaron abogados de la querella en el interrogatorio. "Lo compré en la calle, junto con el que luego le vendí a 'Jimmy' Romano (otro policía)", dijo. "¿No intentó averiguar la precedencia, siendo policía?", le preguntaron. "La verdad, no me pareció raro", contestó.
Es evidente: Pérez ha estudiado mucho el expediente. Y él lo acepta sin problemas. "Estuve cuatro años preso injustamente por esto. Lo mínimo que podía hacer era leer la causa para saber de qué me acusaban", señala.
Pero, por más que leyó y leyó, hubo preguntas que no supo contestar. Y hubo otras en las que dio respuestas contrapuestas. Así, acabó sembrando más dudas que convencimiento con su relato. ¿Su número de teléfono estaba a disposición de todo el mundo o sólo lo conocía Ema Gómez? ¿Dónde guardaba su arma reglamentaria? ¿Qué pasó con la pistola 11.25 que dice haber tenido? Nada de esto quedó claro en la jordada de ayer.
La fiscala de Cámara, Juana Prieto de Sólimo, comenzó a interrogarlo la tarde del viernes y agotó sus preguntas durante las primeras horas del sábado. Pérez descansó el fin de semana. Ayer, los representantes de la querella, de otros acusados y en especial su propio defensor, Gustavo Morales, le hicieron incontables preguntas. El ex oficial volvió a cargar contra Ema Gómez. El 26 de noviembre de 2004 al mediodía, horas antes de que el juez fuera asesinado, Pérez asegura que recibió un llamado de la ex agente para que se juntaran a comer. Y señaló que su teléfono sonó varias veces, pero no quiso atenderlo. "Y no me llamó solamente a mí; también trató de comunicarse con el legislador SergioMiranda, con el empresario (Arturo) Roife, con el comisario (Carlos) Suárez Vila y con el juez Roque Arnedo", indicó.
También remarcó que se enteró del homicidio al día siguiente del hecho, leyendo LA GACETA. "Ahí me cerró ese mensaje que había recibido de Ema Gómez, en el que decía: ?hice algo malo, ayudame, por eso insisto por teléfono?", dijo. Y recordó que le entregó ese teléfono al fiscal de Instrucción, Guillermo Herrera, luego de mostrarle el SMS de la ex agente. "Él me contestó que valoraba mucho eso porque no tenía otra prueba en contra de Ema Gómez", señaló. Aunque repitió una y otra vez su relato, la fiscala y los querellantes le remarcaron contradicciones, varias de ellas confirmadas por los vocales Pedro Roldán Vázquez, Carlos Norry y Emilio Páez de la Torre. "Yo creo que no hubo contradicciones. Después las pude aclarar", dijo él, por su parte, en diálogo con LA GACETA.
Y, mientras estuvo en la sala de debate, fustigó a Ema Gómez. "Ella fue la que mató al juez. Ella, al gritarme (el viernes le dijo "asesino"), demostró ser una persona violenta y sin control. Imaginemos lo que puede llegar a hacer con un arma en su poder. Además, no presentó ni una sola prueba de su inculpabilidad", dijo. El abogado de la ex agente, Mario Mirra, escuchó esa frase con una sonrisa irónica. Ya sabía lo que vendría luego.
Al final del interrogatorio, Morales (otra vez reprendido por el tribunal) repitió las preguntas en las que Pérez había incurrido en contradicciones. Pero, aunque buscaba aclarar, dio la sensación que no había hecho más que oscurecer.
Los cabos sueltos que dejó su declaración
DÓNDE ESTABA EL ARMA
Pérez dijo el viernes que su arma reglamentaria (que según el fiscal Guillermo Herrera fue usada para cometer el homicidio) estaba bajo el asiento del acompañante de su auto el día que allanaron su casa, poco después del crimen. Ayer, el ex oficial que la escondía bajo el asiento del conductor. El tribunal confirmó que había una contradicción.
EL TEST DE PARAFINA
El ex oficial dijo que escuchó en la Fiscalía X cómo un funcionario arreglaba el resultado de su dermotest. "¿Por qué no denunció esto cuando declaró?", le preguntaron. "Porque había cosas más importantes, como la pericial balística", contestó él. Luego, le señalaron que esa medida recién se realizó 25 días después.
QUIÉN TENÍA SU NÚMERO
En un primer momento, el ex oficial señaló que todos sus compañeros de trabajo conocían los números de teléfono de su celular, de su casa y de la remisería para la cual trabajaba. Cuando dijo que no había dudas de que era Ema Gómez quien lo había llamado desde Yerba Buena usando el celular de Aráoz dijo: "sólo ella tenía mi número de celular".
EL DISPARO EN SU AUTO
Cuando secuestraron el Clio del ex policía, en una de las puertas había un orificio de bala. Ayer, Pérez dijo dos meses antes del crimen del juez se le escapó el tiro cuando estaba solo en su casa. "Y no era un arma 9 mm, sino 11.25", dijo. "¿Qué pasó con esa pistola?", le preguntaron. "No estaba registrada y se la vendí a una persona", dijo, sin dar detalles.
LA COMPRA DEL CELULAR
Pérez tenía en su poder un celular que había sido denunciado como robado, según le mencionaron abogados de la querella en el interrogatorio. "Lo compré en la calle, junto con el que luego le vendí a 'Jimmy' Romano (otro policía)", dijo. "¿No intentó averiguar la precedencia, siendo policía?", le preguntaron. "La verdad, no me pareció raro", contestó.