06 Febrero 2011
UNA SUSTANCIA COMÚN. "Me han escrito (con respecto a la obra) personas de diferentes edades, porque el libro no tiene nada que ver con creencias ni religiones sino con un aprendizaje de vida", asevera Roemmers. colectividadesargentinas.blog.arnet.com.ar
- ¿Cuál es el origen de El regreso del joven Príncipe?
- El origen seguramente está en la primera lectura de El Principito. Sentí una profunda identificación con el personaje; que yo, de alguna manera, quería vivir así; y también una profunda tristeza por el final del libro. Fue un impacto que quedó ahí. Luego, en la tardía adolescencia, lo volví a leer y, alrededor de mis 40 años, decidí escribir la segunda etapa de ese Principito. Decidí escribir un aprendizaje de vida y escribirle a Saint-Exupéry que se puede vivir de esa forma. El libro surge desde muy chico en mi vida y es un libro que no surge del pensamiento. Yo lo escribí en nueve días, apartado del mundo.
- Después de escribirlo en nueve días, ¿lo diste a leer a otros?
- Se lo di a la escritora Ester de Izaguirre, quien me sugirió algunos arreglos de forma en la escritura, y a un crítico del diario La Nación. Me han escrito personas de diferentes edades, porque el libro no tiene nada que ver con creencias ni religiones sino con un aprendizaje de vida, algo que es común a todos nosotros. Las cosas más sencillas pasan a ser las más importantes.
- Para la publicación del libro necesitaste comunicarte con el sobrino nieto de Saint-Exupéry...
-Una vez escrito el libro, al momento en que lo iba a presentar, se me ocurrió que podía ser presentado en otros lugares y a su vez traducido a otros idiomas; entonces escribí una carta a la Fundación Saint-Expupéry y se realizó una muestra de los viajes que Saint-Exupéry hizo por la Patagonia cuando trabajaba para Aeroposta Argentina. A fin de organizarla, Frédéric D'Agay, el sobrino nieto de Saint-Exupéry, visitó varias veces el país para recopilar información -también para escribir un libro al respecto- y pudo observar que incluso muchos habitantes de los pueblos donde el escritor paraba creían que él era argentino. A través de esas visitas, D'Agay escuchó anécdotas, testimonios, descubrió cartas y fotos de Saint-Exupéry que desconocía, y se dio cuenta de cuánto había estado influenciado el autor por la Patagonia. Es más, en el prólogo de su libro dice que Saint-Exupéry pudo haberse inspirado en la geografía argentina que miraba desde el cielo para escribir El Principito. Durante la exposición tuve la oportunidad de darle mi libro. Cuando lo leyó, aparentemente le gustó, porque a los pocos meses me llamó, desde Francia, y me propuso hacer el prólogo.
- ¿Qué méritos tiene El regreso del joven Príncipe?
- Es un libro sencillo, pero contiene una gran cantidad de cosas que no son novedosas en sí mismas. Tendrías que leer muchísimos libros orientales para encontrarlas. Mi conclusión es que el hombre puede encontrar la felicidad a pesar de las circunstancias adversas.
- ¿Crees que el hombre nació para ser feliz?
- Pienso que sí, y que lo es cuando, de alguna manera, se encuentra a sí mismo en su interior y puede concluir aquello para lo cual transita en este mundo, desarrollando su potencial.
-¿Qué encontrará el lector en El regreso del joven Príncipe?
-Un camino bastante sencillo, un camino que surge de la experiencia de una vida, para encontrarse con ellos mismos y acceder a vivir plenamente. Quizá los acerque un poquito a la felicidad, a reencontrarse con esa parte sana, espontánea, inocente de uno mismo, que es lo que esta más cerca de la felicidad. Quizá el que lea esta libro se sienta más humano y, si está solo, y cree que no tiene solución, que no hay salida, tal vez pueda encontrar alguien que lo tome de la mano y lo conduzca. Ese es el fin del libro.
-¿Por qué tiene tanto éxito el libro?
-Porque es verdadero. Creo que cuando uno lee algo que es verdad le resuena de una forma muy particular. No está escrito para convencer a nadie, nos sacude un poco y nos poner en el "fluir", como dirían los orientales. © LA GACETA
* La grabación de esta entrevista puede verse en www.lavozdelospoetas.com.ar/blog
- El origen seguramente está en la primera lectura de El Principito. Sentí una profunda identificación con el personaje; que yo, de alguna manera, quería vivir así; y también una profunda tristeza por el final del libro. Fue un impacto que quedó ahí. Luego, en la tardía adolescencia, lo volví a leer y, alrededor de mis 40 años, decidí escribir la segunda etapa de ese Principito. Decidí escribir un aprendizaje de vida y escribirle a Saint-Exupéry que se puede vivir de esa forma. El libro surge desde muy chico en mi vida y es un libro que no surge del pensamiento. Yo lo escribí en nueve días, apartado del mundo.
- Después de escribirlo en nueve días, ¿lo diste a leer a otros?
- Se lo di a la escritora Ester de Izaguirre, quien me sugirió algunos arreglos de forma en la escritura, y a un crítico del diario La Nación. Me han escrito personas de diferentes edades, porque el libro no tiene nada que ver con creencias ni religiones sino con un aprendizaje de vida, algo que es común a todos nosotros. Las cosas más sencillas pasan a ser las más importantes.
- Para la publicación del libro necesitaste comunicarte con el sobrino nieto de Saint-Exupéry...
-Una vez escrito el libro, al momento en que lo iba a presentar, se me ocurrió que podía ser presentado en otros lugares y a su vez traducido a otros idiomas; entonces escribí una carta a la Fundación Saint-Expupéry y se realizó una muestra de los viajes que Saint-Exupéry hizo por la Patagonia cuando trabajaba para Aeroposta Argentina. A fin de organizarla, Frédéric D'Agay, el sobrino nieto de Saint-Exupéry, visitó varias veces el país para recopilar información -también para escribir un libro al respecto- y pudo observar que incluso muchos habitantes de los pueblos donde el escritor paraba creían que él era argentino. A través de esas visitas, D'Agay escuchó anécdotas, testimonios, descubrió cartas y fotos de Saint-Exupéry que desconocía, y se dio cuenta de cuánto había estado influenciado el autor por la Patagonia. Es más, en el prólogo de su libro dice que Saint-Exupéry pudo haberse inspirado en la geografía argentina que miraba desde el cielo para escribir El Principito. Durante la exposición tuve la oportunidad de darle mi libro. Cuando lo leyó, aparentemente le gustó, porque a los pocos meses me llamó, desde Francia, y me propuso hacer el prólogo.
- ¿Qué méritos tiene El regreso del joven Príncipe?
- Es un libro sencillo, pero contiene una gran cantidad de cosas que no son novedosas en sí mismas. Tendrías que leer muchísimos libros orientales para encontrarlas. Mi conclusión es que el hombre puede encontrar la felicidad a pesar de las circunstancias adversas.
- ¿Crees que el hombre nació para ser feliz?
- Pienso que sí, y que lo es cuando, de alguna manera, se encuentra a sí mismo en su interior y puede concluir aquello para lo cual transita en este mundo, desarrollando su potencial.
-¿Qué encontrará el lector en El regreso del joven Príncipe?
-Un camino bastante sencillo, un camino que surge de la experiencia de una vida, para encontrarse con ellos mismos y acceder a vivir plenamente. Quizá los acerque un poquito a la felicidad, a reencontrarse con esa parte sana, espontánea, inocente de uno mismo, que es lo que esta más cerca de la felicidad. Quizá el que lea esta libro se sienta más humano y, si está solo, y cree que no tiene solución, que no hay salida, tal vez pueda encontrar alguien que lo tome de la mano y lo conduzca. Ese es el fin del libro.
-¿Por qué tiene tanto éxito el libro?
-Porque es verdadero. Creo que cuando uno lee algo que es verdad le resuena de una forma muy particular. No está escrito para convencer a nadie, nos sacude un poco y nos poner en el "fluir", como dirían los orientales. © LA GACETA
* La grabación de esta entrevista puede verse en www.lavozdelospoetas.com.ar/blog
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