Por Patricia Vega
03 Febrero 2011
BUENOS AIRES.- A juzgar por el comunicado que elaboró e hizo difundir el Grupo de los Seis, a los dirigentes empresarios de este país parece no preocuparles para nada el tema de la inflación y mucho menos que el Gobierno nacional pretenda arreglarla utilizando recetas altamente voluntaristas que confunden las causas con los efectos, mientras aplica remedios estatistas de corto vuelo.
Por lo visto, a los hombres de negocios tampoco les estaría importando demasiado la Ley de Abastecimiento, ni mucho menos que se produzcan de hecho congelamientos que se imponen en los precios para frenar la inflación, aunque el discurso del Gobierno nacional refiera que esta no existe.
Ni siquiera se les ha movido una pestaña con los recientes avances gubernamentales sobre empresas como Shell, Techint o Cablevisión, mientras que se dejan pasar aumentos en otras compañías de los mismos o parecidos rubros, quizás más amigas del Gobierno nacional, que impactan por igual en el bolsillo de la gente.
Una simple lectura del comunicado indica que, o bien los popes de las cámaras empresarias han vuelto a los tiempos de la luna de miel con el Gobierno nacional, cuando nadie levantaba la voz porque tronaba el escarmiento, o bien se han alineado por omisión con la tozuda postura oficial de no reconocer la realidad de las estadísticas públicas.
Pero, atención, que aunque no se hayan animado a pronunciar la palabra maldita, tangencialmente, parece que el tema algo les preocupa. En su manifiesto público, los referentes de las grandes cámaras empresarias marcaron su disgusto con las pretensiones salariales del sindicalismo, como si creyeran que el discurso de la Presidenta de la Nación reconviniendo a los gremios podía tener efectos prácticos.
Mientras el G-6 estaba almorzando, menos temeroso, el dirigente de los taxistas, miembro de la CGT y notoria espada de Hugo Moyano, Omar Viviani le contestó a Cristina Fernández con un los números del Indec no nos cierran y así justificó el pedido de aumento de un 30%. Según Viviani, hay productos de la canasta básica que suben en forma desmesurada.
Es verdad que los empresarios están entrampados, porque por hacer lo que hicieron han quedado como que sólo los movilizan las preocupaciones corporativas, mientras que si hablaban de la cuestión precios eso los iba a obligar a arrancar de un piso de 25% al menos. Pero más allá de la comprensión de la estrategia, lo cierto es que un comunicado tan lavado ofende la inteligencia porque la cuestión inflacionaria es algo tan inherente al modelo económico actual, que es allí donde se encuentra el meollo de todo el problema. Y ellos aún suelen reconocerlo en privado.
No se esperaban definiciones tajantes, es verdad, pero al menos haber hecho una mención al tema inflacionario le hubiese puesto un ancla más realista a la reunión y hubiese evitado que se elucubren tantos por qué. Para barrer debajo de la alfombra ya está el ministro de Economía.
Por lo visto, a los hombres de negocios tampoco les estaría importando demasiado la Ley de Abastecimiento, ni mucho menos que se produzcan de hecho congelamientos que se imponen en los precios para frenar la inflación, aunque el discurso del Gobierno nacional refiera que esta no existe.
Ni siquiera se les ha movido una pestaña con los recientes avances gubernamentales sobre empresas como Shell, Techint o Cablevisión, mientras que se dejan pasar aumentos en otras compañías de los mismos o parecidos rubros, quizás más amigas del Gobierno nacional, que impactan por igual en el bolsillo de la gente.
Una simple lectura del comunicado indica que, o bien los popes de las cámaras empresarias han vuelto a los tiempos de la luna de miel con el Gobierno nacional, cuando nadie levantaba la voz porque tronaba el escarmiento, o bien se han alineado por omisión con la tozuda postura oficial de no reconocer la realidad de las estadísticas públicas.
Pero, atención, que aunque no se hayan animado a pronunciar la palabra maldita, tangencialmente, parece que el tema algo les preocupa. En su manifiesto público, los referentes de las grandes cámaras empresarias marcaron su disgusto con las pretensiones salariales del sindicalismo, como si creyeran que el discurso de la Presidenta de la Nación reconviniendo a los gremios podía tener efectos prácticos.
Mientras el G-6 estaba almorzando, menos temeroso, el dirigente de los taxistas, miembro de la CGT y notoria espada de Hugo Moyano, Omar Viviani le contestó a Cristina Fernández con un los números del Indec no nos cierran y así justificó el pedido de aumento de un 30%. Según Viviani, hay productos de la canasta básica que suben en forma desmesurada.
Es verdad que los empresarios están entrampados, porque por hacer lo que hicieron han quedado como que sólo los movilizan las preocupaciones corporativas, mientras que si hablaban de la cuestión precios eso los iba a obligar a arrancar de un piso de 25% al menos. Pero más allá de la comprensión de la estrategia, lo cierto es que un comunicado tan lavado ofende la inteligencia porque la cuestión inflacionaria es algo tan inherente al modelo económico actual, que es allí donde se encuentra el meollo de todo el problema. Y ellos aún suelen reconocerlo en privado.
No se esperaban definiciones tajantes, es verdad, pero al menos haber hecho una mención al tema inflacionario le hubiese puesto un ancla más realista a la reunión y hubiese evitado que se elucubren tantos por qué. Para barrer debajo de la alfombra ya está el ministro de Economía.