23 Enero 2011
WASHINGTON, Estados Unidos.- Los reptiles voladores o pterosaurios no se ocupaban de sus crías como lo hacen las aves actuales, sino más bien se comportaban como los cocodrilos y otros reptiles, que entierran sus huevos en el suelo, afirma un equipo de investigadores británicos y chinos en un artículo publicado en la revista "Science".
Los especialistas llegaron a esta conclusión al analizar un esqueleto de un pterosaurio femenino con un huevo hallado en China, que tiene una antigüedad de unos 160 millones de años. El animal fue bautizado "Mrs. T".
El descubrimiento contribuyó también a diferenciar a los machos de las hembras de esta especie, indicaron los científicos. Los machos tenían una cresta sobre la cabeza, con la que llamaban la atención. Debido a que el huevo se encontraba pegado al esqueleto, los paleontólogos concluyeron que se trataba de una hembra. La envergadura del ala era de 78 centímetros, poseía una pelvis relativamente ancha y no tenía una cresta sobre la cabeza.
Tras compararlo con otros esqueletos, los científicos concluyeron que la cresta, que en muchos reptiles voladores crecía en la edad juvenil, sólo aparecía en los machos y, por lo tanto, tenía un papel importante en la elección de pareja.
El enigma
De esta manera se resolvió un enigma que desde hace un siglo ocupaba a los científicos. "Muchos pterosaurios tenían una cresta sobre la cabeza. En los casos más espectaculares, tenían una altura cinco veces la del cráneo", dijo el coautor del estudio David Unwin, de la Universidad de Leicester.
Si bien existía la sospecha de que la cresta la usaban los machos para impresionar, sin una prueba directa acerca del sexo de los animales, esto sólo era una especulación. "Posiblemente usaban la cresta para intimidar a los rivales o atraer a las hembras". Los conocimientos obtenidos del ejemplar del género Darwinopterus se pueden extrapolar a otros pterosaurios, que dominaron los cielos entre 210 y 65 millones de años atrás, indicó Unwin.
Ahora, los esqueletos que por la presencia de la cresta fueron clasificados como especies diferentes, deberán ser reunidos en una sola.
El huevo, con alrededor de seis gramos de peso, era relativamente pequeño en comparación con el cuerpo de la hembra, de manera similar a lo que ocurre en la actualidad con los reptiles, indicaron los especialistas, dirigidos por Junchang Lü, de la Academia China de Ciencias Geológicas en Pekín. Además, no poseía una cáscara dura, sino una envoltura de una consistencia similar a un pergamino.
Un ave actual de un tamaño similar al pterosaurio hallado en China pone huevos que tienen entre dos y tres veces el tamaño del encontrado, porque los huevos deben contener todas las sustancias para el desarrollo del pichón.
Por lo tanto, las hembras de los reptiles voladores invertían menos energía en la puesta de huevos que las aves actuales.
La envoltura
La envoltura blanda, similar a un pergamino, de los huevos de los pterosaurios hace suponer que las hembras enterraban a sus huevos, al igual que lo hacen muchos reptiles actuales y, luego, prácticamente no brindaban más atención, porque la envoltura permitía la entrada de agua del entorno. Es posible que poco antes de que naciera la cría, el huevo de "Mrs T" duplicara su peso. Los científicos suponen que "Mrs. T" estaba a punto de poner el huevo, cuando un acontecimiento desconocido causó la ruptura de su extremidad delantera izquierda. (DPA)
Los especialistas llegaron a esta conclusión al analizar un esqueleto de un pterosaurio femenino con un huevo hallado en China, que tiene una antigüedad de unos 160 millones de años. El animal fue bautizado "Mrs. T".
El descubrimiento contribuyó también a diferenciar a los machos de las hembras de esta especie, indicaron los científicos. Los machos tenían una cresta sobre la cabeza, con la que llamaban la atención. Debido a que el huevo se encontraba pegado al esqueleto, los paleontólogos concluyeron que se trataba de una hembra. La envergadura del ala era de 78 centímetros, poseía una pelvis relativamente ancha y no tenía una cresta sobre la cabeza.
Tras compararlo con otros esqueletos, los científicos concluyeron que la cresta, que en muchos reptiles voladores crecía en la edad juvenil, sólo aparecía en los machos y, por lo tanto, tenía un papel importante en la elección de pareja.
El enigma
De esta manera se resolvió un enigma que desde hace un siglo ocupaba a los científicos. "Muchos pterosaurios tenían una cresta sobre la cabeza. En los casos más espectaculares, tenían una altura cinco veces la del cráneo", dijo el coautor del estudio David Unwin, de la Universidad de Leicester.
Si bien existía la sospecha de que la cresta la usaban los machos para impresionar, sin una prueba directa acerca del sexo de los animales, esto sólo era una especulación. "Posiblemente usaban la cresta para intimidar a los rivales o atraer a las hembras". Los conocimientos obtenidos del ejemplar del género Darwinopterus se pueden extrapolar a otros pterosaurios, que dominaron los cielos entre 210 y 65 millones de años atrás, indicó Unwin.
Ahora, los esqueletos que por la presencia de la cresta fueron clasificados como especies diferentes, deberán ser reunidos en una sola.
El huevo, con alrededor de seis gramos de peso, era relativamente pequeño en comparación con el cuerpo de la hembra, de manera similar a lo que ocurre en la actualidad con los reptiles, indicaron los especialistas, dirigidos por Junchang Lü, de la Academia China de Ciencias Geológicas en Pekín. Además, no poseía una cáscara dura, sino una envoltura de una consistencia similar a un pergamino.
Un ave actual de un tamaño similar al pterosaurio hallado en China pone huevos que tienen entre dos y tres veces el tamaño del encontrado, porque los huevos deben contener todas las sustancias para el desarrollo del pichón.
Por lo tanto, las hembras de los reptiles voladores invertían menos energía en la puesta de huevos que las aves actuales.
La envoltura
La envoltura blanda, similar a un pergamino, de los huevos de los pterosaurios hace suponer que las hembras enterraban a sus huevos, al igual que lo hacen muchos reptiles actuales y, luego, prácticamente no brindaban más atención, porque la envoltura permitía la entrada de agua del entorno. Es posible que poco antes de que naciera la cría, el huevo de "Mrs T" duplicara su peso. Los científicos suponen que "Mrs. T" estaba a punto de poner el huevo, cuando un acontecimiento desconocido causó la ruptura de su extremidad delantera izquierda. (DPA)