Por Carlos Werner
05 Enero 2011
Abrió las puertas de su casa a LA GACETA con los ojos enrrojecidos, el gesto adusto y caminando despacio, la mano derecha con una férula. El hombre, que 12 horas atrás formaba parte del fabuloso circo llamado Rally Dakar, reposaba ya como un guerrero herido. Rodolfo Bollero hizo añicos ayer sus sueños de repetir la proeza de 2010. Una zanja más del camino, apenas salió de El Brete, le bajó una indeseada bandera. El metacarpo quebrado, un dedo herido, golpes en todo el cuerpo y la moto dañada de manera irreversible fueron el resultado de un golpe tremendo, frente a la mirada azorada de numerosos tucumanos.
La cronología de la parte previa a la noticia del día se detalla en la infografía de la página 3. Pero de ella se desprende un aspecto que llama la atención: lo del metacarpo, en realidad, se originó el lunes, cuando se cayó camino a Tucumán. "Me dolía, pero nada más. Luego dormí mal, pero igual me sentía bien. La moto también estaba en perfecto estado. Niego que se haya roto algo. En realidad, pienso que yo reaccioné tarde cuando encontré la zanja. Creo que no me dio la fuerza de la mano para aguantar el cimbronazo o bien se reventaron los retenes de suspensión. Entonces la moto se elevó y no me dio ninguna chance de hacer nada", sostuvo.
- ¿Qué clase de vado era?
- Conocía el lugar. La zanja medía quizás un metro de ancho; entré derecho, la tierra estaba algo húmeda. Pero no se distinguía bien la diferencia entre el fondo y el borde. Cuando tuve esa información ya era tarde. Iba a 80/90 kilómetros por hora. Pasé por el túnel que formaba el público, de unos cuatro metros, no sé por qué la moto no le pegó a nadie. La gente no toma conciencia del peligro, siempre les pido que estén a 10/15 metros. Pero esto pasa en todos lados: en la edición 2009 del Dakar, en El Nihuil suspendieron la etapa por este motivo.
- ¿Hubo otros factores que incidieron en lo ocurrido?
- Hay varios. En primer lugar fue un error mío: aceleré o desaceleré antes de la zanja. No le echo la culpa a la cercanía del público, el único responsable soy yo: sabía que la gente iba a estar, que la presión por correr en mi tierra se iba a hacer sentir. Sí creo que la gente debió estar más lejos. El accidente no se habría evitado, pero se hubieran minimizado los riesgos. Por otro lado, creo que me distraje demasiado atendiendo a todos la noche anterior. Pero eso me genera sentimientos encontrados, porque hay fanáticos que no duermen por verme correr, no puedo no estar con ellos. A la gente no le puedo decir que no, me debo a ellos. Hay que devolver un poco lo que uno recibe. Esta vez, eso me jugó en contra.
- ¿Cuándo se dio cuenta de la gravedad de lo sucedido?
- Cuando estaba en el aire y caí. Sabía claramente que el golpe iba a ser fuerte. Atiné a soltar la moto, para que no me pase lo que al italiano Luca Manca el año pasado: en casos así, el cuerpo gira hacia adelante, y la moto junto con uno. El cuerpo queda contra el piso y la máquina encima.
- ¿Qué siente?
- Aspiraba a terminar lo que empecé. No pudo ser. Aún no me caen las fichas por lo sucedido. Cuando ví a mi esposa, Patricia Darroux, horas después del accidente, recién me quebré; lo mismo me pasó cuando vi a mis padres. Pero estoy contento porque puedo estar contando lo que pasó. Pudo ser mucho más grave. Los "fierros", si se rompen, se cambian. Pero está el dolor de no poder terminar lo que empecé. Trabajé todo el año para esto.
- ¿Le da bronca que esto haya pasado en Tucumán?
- Quizás fue una suerte: si hubiera sucedido en otro lado, no hubiera estado en casa, y sí a la deriva. Todo se hubiera complicado. Pero al mismo tiempo, da bronca de que haya pasado aquí, con toda la gente esperando lo mejor de mí.
- Más allá de su abandono, el Dakar 2011 sigue en pie para la estructura del equipo Los Peraltes...
-Es verdad, quedan cosas por hacer: lo más urgente es definir qué pasará con el equipo y sus integrantes. Nosotros le hacemos la asistencia al cuatriciclo de Julio Stanguet. Por otro lado, el camión debe seguir adelante debido a la asistencia de los cascos, que está bajo nuestra responsabilidad. Quedan otros cabos sueltos, como definir si vamos a seguir cargados como estamos viajando. En lo personal, seguiré viendo la carrera: es más, quiero seguirla subido al camión de asistencia. Si fuera por mí, ya me hubiera ido.
La cronología de la parte previa a la noticia del día se detalla en la infografía de la página 3. Pero de ella se desprende un aspecto que llama la atención: lo del metacarpo, en realidad, se originó el lunes, cuando se cayó camino a Tucumán. "Me dolía, pero nada más. Luego dormí mal, pero igual me sentía bien. La moto también estaba en perfecto estado. Niego que se haya roto algo. En realidad, pienso que yo reaccioné tarde cuando encontré la zanja. Creo que no me dio la fuerza de la mano para aguantar el cimbronazo o bien se reventaron los retenes de suspensión. Entonces la moto se elevó y no me dio ninguna chance de hacer nada", sostuvo.
- ¿Qué clase de vado era?
- Conocía el lugar. La zanja medía quizás un metro de ancho; entré derecho, la tierra estaba algo húmeda. Pero no se distinguía bien la diferencia entre el fondo y el borde. Cuando tuve esa información ya era tarde. Iba a 80/90 kilómetros por hora. Pasé por el túnel que formaba el público, de unos cuatro metros, no sé por qué la moto no le pegó a nadie. La gente no toma conciencia del peligro, siempre les pido que estén a 10/15 metros. Pero esto pasa en todos lados: en la edición 2009 del Dakar, en El Nihuil suspendieron la etapa por este motivo.
- ¿Hubo otros factores que incidieron en lo ocurrido?
- Hay varios. En primer lugar fue un error mío: aceleré o desaceleré antes de la zanja. No le echo la culpa a la cercanía del público, el único responsable soy yo: sabía que la gente iba a estar, que la presión por correr en mi tierra se iba a hacer sentir. Sí creo que la gente debió estar más lejos. El accidente no se habría evitado, pero se hubieran minimizado los riesgos. Por otro lado, creo que me distraje demasiado atendiendo a todos la noche anterior. Pero eso me genera sentimientos encontrados, porque hay fanáticos que no duermen por verme correr, no puedo no estar con ellos. A la gente no le puedo decir que no, me debo a ellos. Hay que devolver un poco lo que uno recibe. Esta vez, eso me jugó en contra.
- ¿Cuándo se dio cuenta de la gravedad de lo sucedido?
- Cuando estaba en el aire y caí. Sabía claramente que el golpe iba a ser fuerte. Atiné a soltar la moto, para que no me pase lo que al italiano Luca Manca el año pasado: en casos así, el cuerpo gira hacia adelante, y la moto junto con uno. El cuerpo queda contra el piso y la máquina encima.
- ¿Qué siente?
- Aspiraba a terminar lo que empecé. No pudo ser. Aún no me caen las fichas por lo sucedido. Cuando ví a mi esposa, Patricia Darroux, horas después del accidente, recién me quebré; lo mismo me pasó cuando vi a mis padres. Pero estoy contento porque puedo estar contando lo que pasó. Pudo ser mucho más grave. Los "fierros", si se rompen, se cambian. Pero está el dolor de no poder terminar lo que empecé. Trabajé todo el año para esto.
- ¿Le da bronca que esto haya pasado en Tucumán?
- Quizás fue una suerte: si hubiera sucedido en otro lado, no hubiera estado en casa, y sí a la deriva. Todo se hubiera complicado. Pero al mismo tiempo, da bronca de que haya pasado aquí, con toda la gente esperando lo mejor de mí.
- Más allá de su abandono, el Dakar 2011 sigue en pie para la estructura del equipo Los Peraltes...
-Es verdad, quedan cosas por hacer: lo más urgente es definir qué pasará con el equipo y sus integrantes. Nosotros le hacemos la asistencia al cuatriciclo de Julio Stanguet. Por otro lado, el camión debe seguir adelante debido a la asistencia de los cascos, que está bajo nuestra responsabilidad. Quedan otros cabos sueltos, como definir si vamos a seguir cargados como estamos viajando. En lo personal, seguiré viendo la carrera: es más, quiero seguirla subido al camión de asistencia. Si fuera por mí, ya me hubiera ido.