Una aldea moderna que atrae a los amantes de los "fierros"

Una aldea moderna que atrae a los amantes de los "fierros"

Un punto de encuentro entre pilotos y aficionados.

PARA TODOS LOS GUSTOS. Los puestos de venta de merchandising trabajaron a full durante todo el día. ENVIADO ESPECIAL CARLOS WERNER PARA TODOS LOS GUSTOS. Los puestos de venta de merchandising trabajaron a full durante todo el día. ENVIADO ESPECIAL CARLOS WERNER
31 Diciembre 2010
BUENOS AIRES (Enviado especial Carlos Werner).- La Aldea Dakar (o Dakar Village) ocupa un amplio sector de la Rural de Buenos Aires. Lugar paradigmático si los hay en la vida política argentina de los últimos tiempos, en lo deportivo fue ayer un punto de contacto entre público, pilotos, auspiciantes, prensa, dirigentes y funcionarios.

Los puestos de venta de merchandising ofrecieron sus productos a la par de los stands armados por los principales auspiciantes de la carrera. El premio mayor se lo llevó una de las carpas del lubricante Total dedicada a la promoción de la seguridad vial entre los niños, levantada al estilo árabe, con lámparas como las de las Mil y Una Noches. El piso: arena blanca y fina, como en el desierto.

Una gigantesca rampa montada delante de una pantalla enorme sirvió como punto de encuentro de los corredores con los aficionados. Hasta allí aceleraron sus máquinas, saludaron a todos, brindaron su opinión gracias a los oficios de un potente equipo de audio y se marcharon en medio de los aplausos. Eso duró prácticamente todo el día, tal cual sucede en la llegada diaria a los compamentos durante la competencia.

Simuladores de competición (lógico, abrumadora mayoría del Dakar) se repartieron por varios lugares. Dos pistas de autos a control remoto concentraron multitudes, al igual que un simulador con un cuatriciclo. Cerca de allí, un circuito con subidas y bajadas ofreció a los espectadores la posibilidad de efectuar test drives sobre una VW Amarok 4x4.

Pero hubo más: puestos de una famosa marca de fernet repartiendo el producto con gaseosa cola y exponiendo dos cuatriciclos con calcos del equipo Patronelli, en los que la gente podía subirse y sacarle la fotito; un stand de una firma de accesorios para motos, que como "regalo" ofreció los servicios de un coiffeur para las damas acompañantes de los "fierreros". Y mucho más.

Lo dicho, una aldea, pero muy moderna y concurrida.

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