Los grandes cambios no deben hacerse en vacaciones

Los grandes cambios no deben hacerse en vacaciones

El receso laboral aparece como un tiempo en los que todos quieren innovar, experimentar cosas nunca antes hechas. Modificar rutinas es altamente saludable, aconsejan los especialistas, pero no hay que intentar alterar las normas de la convivencia familiar.

PLACERES. Para que el descanso sea verdaderamente reparador lo mejor es planear actividades realizables, no creerse el Superman de la quincena. LA GACETA / ARCHIVO PLACERES. Para que el descanso sea verdaderamente reparador lo mejor es planear actividades realizables, no creerse el "Superman" de la quincena. LA GACETA / ARCHIVO
30 Diciembre 2010
¡Ah! 1 de enero. ¡Estalló el verano! aparece en una placa de televisión.

Por dentro, muchos sienten que también están a punto de estallar si no salen huyendo hacia algún sitio. Sueñan con sacarse la corbata que usaron todo el año y con ella atar la barrenadora al portaequipajes del auto; con bajarse de los tacos altos que las mortificaron diariamente y clavarlos en la pared como un cuadro; con no ver más las caras de sus jefes y borrarlos del Facebook, del sms y del Twitter que ellos utilizaron para recordarles las tareas; olvidar los ceños fruncidos y la gente en las salas de espera.

En definitiva, cortar con esa rutina que siguieron religiosamente durante 300 días.

"Si bien es cierto que las verdaderas vacaciones consisten en tratar de cortar con la rutina para lograr un verdadero descanso, no es menos cierto que no se puede innovar toda una pauta de conducta familiar en 10, 15 o 20 días", explica el sociólogo Daniel Zalazar Romero.

Esto que parece una contradicción, de alguna manera, evitará muchas frustraciones. Entonces, si su esposa nunca ha cocinado, su marido jamás ha sido habilidoso para arreglar los artefactos que se descomponen o su hijo no se ha sentado a compartir la sobremesa, no intente poner en práctica todo eso ahora.

Para lo que sí pueden ser útiles estos días de descanso es para ponerse metas acerca de conductas o situaciones que se quieren cambiar, ya sean personales o familiares. "Lo que tenemos que empezar a modificar, recién lo debemos hacer cuando regresemos de las vacaciones, para que durante el año siguiente y hasta las próximas vacaciones las cosas puedan ser diferentes", sostiene Zalazar Romero.

Cambiar el escenario

Hay que recordar que lo que cambia es el escenario, no las personas ni las personalidades.

"Las vacaciones son una parte más del cotidiano vivir que permite conectarnos más con nuestros deseos y placeres que posponemos en un año lleno de obligaciones, pero no por ello significa un cambio en la esencia de cada uno, convirtiéndonos así de la noche a la mañana en seres perfectos libres de contradicciones", profundiza Lourdes del Forno.

Además, explica el sociólogo, los padres tienen que tener presente algo muy importante que por lo general desconocen, o quieren ignorar: los hijos crecen y hay que permitirles que puedan salir de vacaciones con sus amigos y, de paso, dejar que los padres puedan encontrarse, dialogar, compartir su tiempo, y dejen de taparse con el pretexto de que tienen que atender a los hijos. Quizá este tiempo haya que dedicarlo para afianzar la pareja y retomar el diálogo.

Tener en cuenta todo esto va a permitir planear unas vacaciones desde una óptica realista.

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