Fabricación de vidrios

Fabricación de vidrios

Una ley de concesión exclusiva se sancionó en 1895.

EL CABILDO DE TUCUMAN. Sede de las autoridades -demolida luego para construir la Casa de Gobierno- en una foto de 1894, año en que la firma Cazalás pidió la concesión. LA GACETA / ARCHIVO EL CABILDO DE TUCUMAN. Sede de las autoridades -demolida luego para construir la Casa de Gobierno- en una foto de 1894, año en que la firma Cazalás pidió la concesión. LA GACETA / ARCHIVO
La fabricación de vidrios constituye hoy algo común. No siempre fue así. A fines del siglo XIX, en octubre de 1894, la firma Augusto Cazalás y Compañía se presentó al Gobierno de Tucumán pidiendo que le concediera "privilegio exclusivo, por el término de 5 años, para instalar una fábrica de vidrios".

El propósito -decía la solicitud- era utilizar, como materia prima, "productos locales que hasta el presente han tenido poca o ninguna aplicación". Argumentaba que era un asunto de gran interés general, pues las "numerosas y variadas" industrias tucumanas, muchas veces no habían podido desarrollarse "por carencia absoluta de base, siendo ésta los envases de vidrio".

Mencionaba, como ejemplo, el caso de los alcoholes. Sus "envases actuales, defectuosos", malograban los esfuerzos para presentar "un artículo irreprochable". En cambio, los que ellos fabricaban, por ser "especiales, con defensas ad hoc", harían llegar los alcoholes "a las plazas de consumo sin coloraciones, ni sabores insólitos y perjudiciales, sin mermas ni evaporaciones". Y, en fin, destacaban todas las otras perspectivas fabriles de "los innumerables objetos de vidrio de uso común".

Advertían que el privilegio pedido era necesario, para evitar que "una competencia prematura, estimulada por un naciente éxito, pueda arrebatarnos, sin sacrificios de ninguna especie, el producto de costosos ensayos, de carísima práctica adquirida, así como también un personal idóneo creado a fuerza de constante y ruda labor". La ley de concesión fue sancionada sin inconvenientes, y se la promulgó el 12 de enero de 1895. Cazalás pidió prórroga luego, y otra ley se la acordó por todo 1896. Finalmente, al no haberse instalado la fábrica, un decreto del 14 de setiembre de 1897 declaró cauca la concesión.

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