Los jóvenes encauzaron su voz

No habían pasado 72 horas de su angioplastia coronaria cuando Néstor Kirchner irrumpió en el escenario del Luna Park junto a su esposa, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El acto de la Juventud Peronista había sido organizado para que él, en su carácter de presidente del PJ, pronunciara el principal discurso. El 14 de septiembre pasado Kirchner no pudo hablar, visiblemente afectado físicamente por el posoperatorio, pero acompañó de pie a los jóvenes del justicialismo.
La anécdota sirve para graficar lo que no pocos referentes políticos de diferentes extracciones destacan del extinto ex presidente: su aporte para que los jóvenes argentinos se interesen nuevamente en la discusión política. Militancia, esa palabra que acuñó casi con exclusividad para sí el peronismo parece ser el principal legado K.
"La muestra es la cantidad de jóvenes que están en la plaza de Mayo. Desde Tucumán vinimos 300 jóvenes. Como joven me siento identificado con él porque nos abrió las puertas a la discusión pública; él logró enamorarnos con el modelo que planteó", sintetizó Walter Escobar, presidente del congreso de la juventud peronista.
¿Qué es abrir las puertas a la juventud? Escobar lo responde claramente. "En los 90 nos vendieron una ilusión, pero hoy recuperamos la mística. Y tenemos espacios", dijo, antes de mencionar a los jóvenes que ocupan espacios públicos de trascendencia: el legislador porteño Juan Cabandié; Mariano Recalde, en Aerolíneas Argentinas; y Diego Bossio, en la Anses.
Pero no sólo los peronistas se impresionaron por las imágenes que mostraban ayer una plaza de Mayo repleta de jóvenes. El presidente de la juventud radical, Williams Fanlo, reconoce que los más chicos comenzaron a recuperar la pasión por la militancia. "La desaparición física de un militante consterna. Creo que desde la crisis de 2001, los mismos sucesos nos llevaron a involucrarnos", planteó.
El vínculo entre Kirchner y la juventud, como pilar de la militancia, también sale a luz cuando se tiene en cuenta que Máximo, el hijo mayor, fundó La Cámpora, una organización juvenil de fuerte presencia en el país, especialmente a partir del conflicto con el campo por las retenciones, en 2008. Este grupo es presidido por Andrés Larroque, un militante de 32 años que llegó a la Subsecretaría para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia, que depende de la jefatura de Gabinete.
Los jóvenes K no visten trajes, pese a la inserción en el poder que lograron. Por el contrario, prefieren los jeans, las zapatillas y las camperas informales.