Más sola que nunca

Más sola que nunca

Análisis.

El primer mensaje fue: los amigos y la familia pasen; los demás a tres cuadras a la redonda... 
Hay una imagen muy fuerte del 25 de Mayo de 2007. Cristina, de punta en blanco, recibe el bastón de mando y Néstor se mantiene aferrado a él. Desde entonces hasta ayer se discutió quién tenía el poder. Aquella foto diría que los dos; pero Néstor era el poder en la Argentina.
El poder no anda con vueltas. No sabe de soledades ni de vacíos. A las 9.15 de ayer, en el Calafate se quedó solo, pero por un instante. No sabe de duelos, ni le importan. Ya tiene dueño.
Cristina Fernández viuda de Kirchner sabe perfectamente lo que eso significa. El poder es un perfume que la sigue hace varios años.
Néstor se ha ido, le ha dejado todo el poder. ¿Qué hará con él?
La primera respuesta la tendrán ustedes, los lectores. Hablarán los gestos. Será crucial quiénes se acercan, quiénes le hablan, a quién escucha. A quién da órdenes. Ante quiénes se sincera.
No será uno solo el que quiera congraciarse. Más de uno querrá por lo menos aparentar cercanía.
La mujer ha perdido a su esposo. La militante se ha quedado sin su jefe. La Presidenta ya no tiene el operador de lujo.
Una vez que Cristina se recupere desde lo personal, deberá reponerse en la gestión.
Ese será el momento de los gestos, de la acción.
Habrá una nueva conducción. Por eso José Alperovich está compugido, pero también preocupado. Por la misma razón Hugo Moyano se apena, pero se aferra a su quinta. Por eso Daniel Scioli olfatea algo, pero el aroma del poder lo marea. Por eso la inflación se impacienta por conocer su verdad. Por eso la confrontación estéril quiere saber si tiene alguien enfrente.
El arquitecto del proyecto ya no está más, la obra va a ser diferente.
La muerte puede hundir a Cristina en la confusión o fortalecerla en lo personal y en lo político. Ella tiene el timón y depende de su fortaleza. Es el momento más difícil y está más sola que nunca.
La muerte Raúl Alfonsín catapultó a su hijo Ricardo hasta la candidatura presidencial. Y hoy, hace tambalear nada menos que a Julio Cobos que veía la ruta despejada.
Alfonsín ya se había bajado del ring cuando murió. Kirchner era joven y estaba en el centro del cuadrilátero cuando recibió el golpe final.
El primer mensaje de Cristina fue para adentro. Afuera, todos la están mirando.

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