24 Octubre 2010
Biografía
Galimberti
MARCELO LARRAQUY Y ROBERTO CABALLERO
(Aguilar - Buenos Aires)
El prólogo tiene la contundencia y la violencia del "cross a la mandíbula" que predicaba Roberto Arlt. La escena transcurre en la casa de un periodista de Página/12. Después de 90 entrevistas y más de un año de investigación, Marcelo Larraquy y Roberto Caballero se encuentran por primera vez con Rodolfo Galimberti, su objeto de estudio, para contarle del libro que están escribiendo. Y se produce el siguiente diálogo, luego de que el dirigente de Montoneros dejara su 9 milímetros sobre un escritorio.
- ¿Qué quieren de mí? -preguntó.
- Un buen libro -respondieron los autores.
- Está bien, el libro háganlo. Pero tengan en cuenta que se metieron con alguien muy pesado. Yo soy mucho mejor de lo que ustedes piensan pero mucho peor de lo que imaginan. Soy el Drácula argentino.
Y se fue con una sonrisa helada.
Galimberti. De Perón a Susana. De Montoneros a la CIA tiene, a lo largo de 600 páginas, la misma intensidad que ese diálogo, el mismo espíritu de quien escribe como tira puñetazos, la vieja idea de tomar al lector de las narices y no dejarlo hasta que la historia termina. No sólo es una excelente biografía e investigación periodística. También puede leerse como un libro de historia y un fresco de los años 70 y de los 90 a través de la historia de este Drácula, como le gustaba definirse. A una década de su primera edición, la obra de Larraquy y Caballero sigue fresca y viva. Y la trascendencia es una de las grandes metas a la que pueden aspirar este tipo de libros, en un mercado editorial tan acostumbrado a los instant books, pegados a la coyuntura y con rápido destino de mesa de saldos. ¿Acaso Operación Masacre, escrito por Rodolfo Walsh en 1957, no puede ser leída como la crónica de otros muchos fusilados civiles que sucedieron años después?
La lista de "Galimba"
A la hora de contar la historia del ex socio de Jorge Born en Hard Comunication, los autores no ahorraron caminos. Y trazaron toda la historia del hombre, desde las primeras armas, al paso a la clandestinidad y la vinculación a la CIA hasta los piropos a María Julia Alsogaray, por nombrar algunos puntos.
Además de estar bien escrito y documentado y de leerse por momentos como una novela de aventuras, el libro tiene algunas pequeñas joyas, que ayudan a entender el pasaje de los 70 a los 90, de un país al otro. Muchos de esos argumentos son expuestos por el propio Galimberti. "Yo quiero homenajear a la gente de mi generación. Esa gente estaba para grandes cosas. Cuando veo a Vaca Narvaja vestido de gomero, a Perdía mendigando un puestito político, y a Firmenich autoexiliado en democracia, me dan asco. Ellos le faltan el respeto a los muertos. Yo me puse en la cabeza que mi mejor homenaje es tener éxito, demostrar que en esa época quisimos hacer la revolución y que hoy podemos ser empresarios o multimillonarios", dice el hombre que murió en 2002. "El oficio de ustedes -les dice a los autores- es investigar. Está muy bien. Pero mi oficio es matar. Tienen que saberlo. Yo a ustedes los tengo en la lista de gente que quiero matar. Son mis enemigos. La tengo en la mesa de luz. La repaso todas las mañanas?"
En un epílogo agregado para esta última edición, los autores se preguntan qué haría el biografiado si estuviese vivo. Lo imaginan prestando servicios de seguridad a empresarios, espiando a otros y "hablando pestes, pero haciendo negocios, con Duhalde, Kirchner y Macri".
Sería muy injusto decir que la historia de "Galimba" es la de la experiencia montonera. El fue uno de los tantos militantes. Quizá el mayor acierto de este libro sea mirar esa historia como si fuese uno de esos caleidoscopios de juguete, que mientras más se giran más colores tienen. Y más complejos resultan.
© LA GACETA
Diego Jemio
Galimberti
MARCELO LARRAQUY Y ROBERTO CABALLERO
(Aguilar - Buenos Aires)
El prólogo tiene la contundencia y la violencia del "cross a la mandíbula" que predicaba Roberto Arlt. La escena transcurre en la casa de un periodista de Página/12. Después de 90 entrevistas y más de un año de investigación, Marcelo Larraquy y Roberto Caballero se encuentran por primera vez con Rodolfo Galimberti, su objeto de estudio, para contarle del libro que están escribiendo. Y se produce el siguiente diálogo, luego de que el dirigente de Montoneros dejara su 9 milímetros sobre un escritorio.
- ¿Qué quieren de mí? -preguntó.
- Un buen libro -respondieron los autores.
- Está bien, el libro háganlo. Pero tengan en cuenta que se metieron con alguien muy pesado. Yo soy mucho mejor de lo que ustedes piensan pero mucho peor de lo que imaginan. Soy el Drácula argentino.
Y se fue con una sonrisa helada.
Galimberti. De Perón a Susana. De Montoneros a la CIA tiene, a lo largo de 600 páginas, la misma intensidad que ese diálogo, el mismo espíritu de quien escribe como tira puñetazos, la vieja idea de tomar al lector de las narices y no dejarlo hasta que la historia termina. No sólo es una excelente biografía e investigación periodística. También puede leerse como un libro de historia y un fresco de los años 70 y de los 90 a través de la historia de este Drácula, como le gustaba definirse. A una década de su primera edición, la obra de Larraquy y Caballero sigue fresca y viva. Y la trascendencia es una de las grandes metas a la que pueden aspirar este tipo de libros, en un mercado editorial tan acostumbrado a los instant books, pegados a la coyuntura y con rápido destino de mesa de saldos. ¿Acaso Operación Masacre, escrito por Rodolfo Walsh en 1957, no puede ser leída como la crónica de otros muchos fusilados civiles que sucedieron años después?
La lista de "Galimba"
A la hora de contar la historia del ex socio de Jorge Born en Hard Comunication, los autores no ahorraron caminos. Y trazaron toda la historia del hombre, desde las primeras armas, al paso a la clandestinidad y la vinculación a la CIA hasta los piropos a María Julia Alsogaray, por nombrar algunos puntos.
Además de estar bien escrito y documentado y de leerse por momentos como una novela de aventuras, el libro tiene algunas pequeñas joyas, que ayudan a entender el pasaje de los 70 a los 90, de un país al otro. Muchos de esos argumentos son expuestos por el propio Galimberti. "Yo quiero homenajear a la gente de mi generación. Esa gente estaba para grandes cosas. Cuando veo a Vaca Narvaja vestido de gomero, a Perdía mendigando un puestito político, y a Firmenich autoexiliado en democracia, me dan asco. Ellos le faltan el respeto a los muertos. Yo me puse en la cabeza que mi mejor homenaje es tener éxito, demostrar que en esa época quisimos hacer la revolución y que hoy podemos ser empresarios o multimillonarios", dice el hombre que murió en 2002. "El oficio de ustedes -les dice a los autores- es investigar. Está muy bien. Pero mi oficio es matar. Tienen que saberlo. Yo a ustedes los tengo en la lista de gente que quiero matar. Son mis enemigos. La tengo en la mesa de luz. La repaso todas las mañanas?"
En un epílogo agregado para esta última edición, los autores se preguntan qué haría el biografiado si estuviese vivo. Lo imaginan prestando servicios de seguridad a empresarios, espiando a otros y "hablando pestes, pero haciendo negocios, con Duhalde, Kirchner y Macri".
Sería muy injusto decir que la historia de "Galimba" es la de la experiencia montonera. El fue uno de los tantos militantes. Quizá el mayor acierto de este libro sea mirar esa historia como si fuese uno de esos caleidoscopios de juguete, que mientras más se giran más colores tienen. Y más complejos resultan.
© LA GACETA
Diego Jemio
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