Un destacado sacerdote

Un destacado sacerdote

El padre Rives estuvo con los primeros lourdistas.

Merece un recuerdo el padre Bernardo Rives, que fue una de las figuras prestigiosas del clero tucumano durante la primera mitad del siglo que pasó. Francés, nacido en Moulis, Ariége, en 1871, su vocación lo llevó a iniciarse en el seminario de Garaison, a los 15 años. Vino a la Argentina en 1890, cuando los lourdistas (Misioneros de la Inmaculada Concepción) fueron llamados a dirigir el seminario de Catamarca. Recordaba que, a su paso por Buenos Aires, conoció al famoso líder católico Pedro Goyena.

Hizo el noviciado en Catamarca y lo ordenó sacerdote monseñor Uladislao Castellanos, en 1898. Al fundar los lourdistas el Colegio Sagrado Corazón de Tucumán, integró ese primer contingente, en 1900.

Además de enseñar allí, tuvo cátedras en el Seminario Mayor y fue capellán del Asilo San Roque, así como autor de la tan difundida novena al santo. Posteriormente fue rector del Seminario de Catamarca y rector del Colegio San Miguel de los lourdistas, en Buenos Aires. Desde 1923 residió en Tucumán -condujo el Sagrado Corazón hasta 1929- salvo los intervalos de un viaje a Tierra Santa y dos a Francia.

Autor de la novena a Santa Bernardita y de un "Mes de María", infatigable asesor del Apostolado de la Oración, de las Conferencias Vicentinas y de la Acción Católica, fue director diocesano de las Obras Misionales, entre otras dignidades que asumió y ejerció con humildad y profundo celo apostólico. Fundó el Círculo de Estudios Sociales y dirigía un grupo de oración litúrgica nocturna, que se reunía periódicamente. Asimismo, fundó Círculos Obreros Católicos en varios ingenios tucumanos. Hasta avanzada edad, misionaba en los pueblos más remotos de la provincia.

El prestigioso padre Rives murió en esta ciudad el 24 de mayo de 1958, rodeado de la estimación y el respeto general de los tucumanos.

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