14 Octubre 2010
"Presidente, le entrego la guardia"
El último minero en ser rescatado, Luis Urzúa, mantuvo un diálogo trascendental con Piñera, transmitido a todo el mundo en vivo. Dio algunos detalles del calvario de 70 días y pidió que la experiencia sirva para un Chile mejor. Dos horas después salió el rescatista Manuel González, y cerró un avatar que marcó otra gran huella en la historia de la nación sudamericana. Videos
SONRISA DE LIBERTAD. La primer imagen de Urzúa; su gesto lo dice todo.
El capitán es el último en abandonar el barco. Y Luis Urzúa cumplió al pie de la letra esa sentencia. Tranquilo y sonriente, el jefe de los 33 mineros atrapados en Chile fue el postrero en salir de la mina San José, donde estuvo atrapado 70 días, más que ningún otro hombre en la tierra. Su emersión le puso punto final al calvario subterráneo.
Ya en la superficie, y tras los festejos y los abrazos que recibió de amigos y autoridades, el topógrafo, jefe de la guardia del infeliz jueves 5 de agosto, mantuvo un diálogo con el presidente Sebastián Piñera que ya es histórico y que la televisión transmitió en vivo a todo el mundo. "Presidente, le entrego la guardia", fue lo primero que le dijo.
"Hicimos varios intentos de salir, pero decidimos quedarnos en el refugio. No podíamos ver nada. En las primeras tres horas veíamos polvo. No había nada. No podíamos ver nada. Cuando vimos algo, nos dimos cuenta de que era complicado salir", comentó Urzúa.
-Piñera: "No sabíamos si estaban vivos o muertos hasta que llegó la primera nota. Nos llenó de alegría".
-Urzúa: "Todos queríamos colgar papeles y notas en la sonda. Algunos contaban que tenían hambre y otros querían mandar mensajes a sus familias. Pero llegó el mensaje que tenía que llegar a la superficie".
-Piñera: "Nosotros nunca vamos a olvidar los momentos de angustia y luego de alegría que vivimos".
-Urzúa: "Los primeros días fueron los más duros. Yo pensé en que iba a ser muy complicado abajo, pero también pensé que tenía la fuerza para hablar con los trabajadores y calmar los ánimos. Los primeros días, al ver lo duro que estaba abajo, algunos hicieron cosas feas. Teníamos fe y esperanza en que algún día nos iban a sacar. Los primeros 17 días teníamos poquita comida y llegamos a comer sólo una vez cada 48 horas, pero la supimos administrar. Por algo Dios hace estas cosas. Espero que esto sirva para un Chile mejor".
-Piñera: "Ni ustedes son los mismos ni nosotros somos los mismos".
Urzúa agregó que la historia fue finalmente bonita, pese a todas las vicisitudes, pero le pidió al mandatario que lo sucedido en la mina cuprífera no vuelva a ocurrir. Luego, Piñera lo mandó a saludar a su esposa y a su hija, con las que hasta ese momento aún no se había reunido. "Fue el turno más largo", bromeó, finalmente, antes de ir a su revisión médica.
Convertido a la fuerza en el líder de un grupo obligado a vivir en oscuridad perpetua, Urzúa mantuvo el orden, el humor y la cohesión entre su gente, dándoles misiones y sentido de solidaridad. Hasta se encargó de repartir los espacios en las galerías subterráneas.
Lección de esperanza
Antes del encuentro con Urzúa, Piñera expresó que Chile estuvo en el corazón del mundo y mostró lo mejor de sí. "(Los mineros) han enseñado una lección de esperanza y compañerismo. Siento que Chile está preparado para grandes cosas", acotó el presidente, que desde la tarde del martes hasta la madrugada de hoy no se movió del campamento Esperanza ni un minuto.
Ya en la superficie, y tras los festejos y los abrazos que recibió de amigos y autoridades, el topógrafo, jefe de la guardia del infeliz jueves 5 de agosto, mantuvo un diálogo con el presidente Sebastián Piñera que ya es histórico y que la televisión transmitió en vivo a todo el mundo. "Presidente, le entrego la guardia", fue lo primero que le dijo.
"Hicimos varios intentos de salir, pero decidimos quedarnos en el refugio. No podíamos ver nada. En las primeras tres horas veíamos polvo. No había nada. No podíamos ver nada. Cuando vimos algo, nos dimos cuenta de que era complicado salir", comentó Urzúa.
-Piñera: "No sabíamos si estaban vivos o muertos hasta que llegó la primera nota. Nos llenó de alegría".
-Urzúa: "Todos queríamos colgar papeles y notas en la sonda. Algunos contaban que tenían hambre y otros querían mandar mensajes a sus familias. Pero llegó el mensaje que tenía que llegar a la superficie".
-Piñera: "Nosotros nunca vamos a olvidar los momentos de angustia y luego de alegría que vivimos".
-Urzúa: "Los primeros días fueron los más duros. Yo pensé en que iba a ser muy complicado abajo, pero también pensé que tenía la fuerza para hablar con los trabajadores y calmar los ánimos. Los primeros días, al ver lo duro que estaba abajo, algunos hicieron cosas feas. Teníamos fe y esperanza en que algún día nos iban a sacar. Los primeros 17 días teníamos poquita comida y llegamos a comer sólo una vez cada 48 horas, pero la supimos administrar. Por algo Dios hace estas cosas. Espero que esto sirva para un Chile mejor".
-Piñera: "Ni ustedes son los mismos ni nosotros somos los mismos".
Urzúa agregó que la historia fue finalmente bonita, pese a todas las vicisitudes, pero le pidió al mandatario que lo sucedido en la mina cuprífera no vuelva a ocurrir. Luego, Piñera lo mandó a saludar a su esposa y a su hija, con las que hasta ese momento aún no se había reunido. "Fue el turno más largo", bromeó, finalmente, antes de ir a su revisión médica.
Convertido a la fuerza en el líder de un grupo obligado a vivir en oscuridad perpetua, Urzúa mantuvo el orden, el humor y la cohesión entre su gente, dándoles misiones y sentido de solidaridad. Hasta se encargó de repartir los espacios en las galerías subterráneas.
Lección de esperanza
Antes del encuentro con Urzúa, Piñera expresó que Chile estuvo en el corazón del mundo y mostró lo mejor de sí. "(Los mineros) han enseñado una lección de esperanza y compañerismo. Siento que Chile está preparado para grandes cosas", acotó el presidente, que desde la tarde del martes hasta la madrugada de hoy no se movió del campamento Esperanza ni un minuto.
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