Por Álvaro José Aurane
25 Septiembre 2010
Los profesionales de la salud pública provincial están pasmados. Desde el pasado miércoles 1 ya no hay más niños desnutridos en Tucumán. No es una broma. Mucho menos, una buena noticia. Es, sin más, una medida del Siprosa para ajustarse a una disposición del Ministerio de Salud de la Nación, que conduce el próspero tucumano Juan Manzur. En concreto, están cambiando oficialmente las denominaciones para catalogar a los niños en materia de peso. Las clasificaciones, hasta ahora, eran Eutrófico, Desnutrido Agudo I, Desnutrido Agudo II, Desnutrido Agudo III, Desnutrido Crónico y Sobrepeso. En adelante serán Eutrófico o Normal, Riesgo Nutricional, Bajo Peso, Baja Talla, Sobrepeso y Obesidad. Dicho de otra manera, quieren eliminar la desnutrición por decreto. Bienvenidos a la primavera del eufemismo.
Precisamente, ha comenzado en estas latitudes la temporada de los caprichos de los gobernantes con la plata del pueblo, que aquí reciben el urbanizado nombre de Presupuesto General.
En Tucumán, desde que el alperovichismo gobierna, esa pauta de ingresos y egresos es un enigma: no le entregan copia de ese cálculo de recursos y de gastos ni a los legisladores: se vota y se aprueba algo que se ignora.
Siete años y $ 35.000 millones después, el alperovichismo muestra kilómetros de pavimento y hectáreas de expedientes sobre una inseguridad pavorosa. No debatir presupuestos es no discutir programas de Gobierno, lo que lleva confundir "cordón cuneta" con "gestión pública".
En el orden nacional, en cambio, más que la asignación de las cifras lo que importa a la Casa Rosada es el texto de la Ley de Presupuesto, plena en súper-poderes que no negocia. La oposición barrunta que el kirchnerismo vetará cualquier cambio hasta el extremo, incluso, de que no se apruebe el Presupuesto 2011: según la Ley de Administración Financiera, de ser así se prorrogará la vigencia del de 2010.
Por eso la Casa Rosada no ha tenido pruritos en hacer públicos los números. Ni en consignar que prevé recaudar $ 150.000 millones en concepto de seguridad social, de los que sólo ejecutará $ 104.000 millones en beneficio de los jubilados. ¿Y los otros $ 46.000 millones? Justamente, tampoco tuvo problemas en señalar que el ahorro previsto para el año que viene es de $ 49.600 millones. En la Argentina que le niega a sus viejos el 82% móvil (representaría $ 35.000 millones), no hay coincidencia más atroz que la del parecido entre el valor del superávit primario y la cifra del hambre de los abuelos.
Luego, si la Nación no tiene reparos en mostrar su cuentas, sí deberían tenerlos los tucumanos.
Promedio complicado
Las estimaciones oficiales han vuelto a desmentir el mito político oficialista de que Tucumán es un Estado "privilegiado" por los Kirchner. Contra esa creencia se levanta una suerte de índice desmitificador: el gasto total de la Nación por provincias. Equivale a todo lo que la Casa Rosada gasta en cada distrito, incluyendo desde salarios de universidades y tribunales federales, hasta obras de infraestructura y subsidios.
Cuando se obtiene el promedio nacional per capita, es decir, la "media" por habitante, surge un monto: $ 8.783 por argentino. El asunto comienza a perder toda connotación legendaria cuando se tiene en cuenta la distribución de ese "gasto total" por provincia. Porque entonces resulta que Tucumán es una de las provincias más dudosamente mimadas por los pingüinos a los que el alperovichismo rinde pleitesía.
En promedio, la Nación gastará en 2011 sólo $ 6.253 por cada tucumano. Es decir, se está por debajo de la "media". A varios millones de argentinos los van a "mimar" miles de veces más. Para el caso, el gasto nacional es de:
$ 9.000 por chubutense y por rionegrino.
$ 9.600 por pampeano.
$ 10.000 por riojano.
$ 10.700 por fueguino.
$ 16.800 por santacruceño.
$ 42.000 por cada porteño.
Descenso directo
Cuando se disecciona ese "gasto total" la cosa se pone peor. En líneas generales, se compone por los gastos corrientes y los gastos de capital. La diferencia: el gasto de capital tiene como contrapartida la creación de un activo: es dinero que queda en obras públicas. El otro no. Y resulta que del "gasto total nacional" por tucumano (los mencionados $ 6.253) sólo el 14% corresponde a esos gastos de capital. El 86% son gastos corrientes: jubilaciones, sí, pero también sueldos de personal y, nada menos, subsidios y planes sociales. Este es el Jardín de la República Clientelista.
Pero ni siquiera en esta materia Tucumán está en el podio de las más beneficiadas. La "media" nacional en materia de gastos corrientes es de $ 7.535 por habitante, pero la Nación tendrá gastos corrientes por $ 5.360 por tucumano. Otra vez, por debajo del promedio. En cambio, por el mismo concepto habrá:
$ 7.700 por fueguino.
$ 7.800 por riojano.
$ 11.000 por santacruceño.
$ 36.000 por cada porteño.
En cuanto a los gastos de capital, la cuestión se torna lamentable. En lo que hace a estos dineros que gastará en cuestiones perdurables, la Nación invertirá una "media" de $ 1.248 por argentino. Y aquí sí, más que nunca, el promedio coloca a los tucumanos en zona de descenso directo: sólo $ 893 per capita. ¿A quiénes les va mejor? A los habitantes de otras 14 provincias que sí recibirán plata nacional por encima de la "media". El año que viene, la Casa Rosada destinará:
$ 1.350 por jujeño.
$ 1.400 por sanjuanino.
$ 1.500 por entrerriano.
$ 1.600 por chaqueño.
$ 1.700 por santiagueño y por chubutense.
$ 1.800 por catamarqueño.
$ 2.000 por rionegrino.
$ 2.100 por formoseño y por riojano.
$ 2.400 por pampeano.
$ 3.000 por fueguino.
$ 5.600 por porteño.
$ 5.900 por santacruceño.
Por supuesto, el alperovichismo probablemente salude el hecho de que, en el crecimiento interanual de los recursos que la Nación destina a las provincias, Tucumán haya experimentado un aumento del 22%, lo que la coloca por encima del promedio nacional, que es casi del 20%.
Posiblemente no diga que otros 12 distritos (en total, más de medio país) está en el mismo grupo. Ni que en el lote de esas 13 circunscripciones está décima porque muchas otras provincias crecerán porcentualmente más que esta. Sólo por dar un quinteto de ejemplos, entre el Presupuesto 2010 y el 2011, el aumento de recursos federales será del:
25,1% para Catamarca.
27% para Jujuy.
28,4% para Entre Ríos.
28,5% para Chaco.
32,7% para Tierra del Fuego.
El Presupuesto Nacional 2011 encierra, en definitiva, el diseño de provincia que ha proyectado el kirchnerismo para el electoralísimo año que viene. Uno en el que gana la inversión para sustentar la empleomanía y el populismo clientelista. Hay Estados del NEA y del propio NOA en donde el gasto de capital per capita de la Nación duplica al de Tucumán.
Cuando el Congreso deba votar se sabrá si el oficialismo vernáculo también avala ese plan para este territorio que se sueña potencia petrolera pero que inspira pesadillas de república bananera.
El esquema asistencialista hace agua violentamente. La marginalidad y la criminalidad (parientes de la miseria) tienen familia numerosa en estas tierras, donde se gastan millones y millones en atender "necesidades sociales". Presuntamente, claro está.
Pero la pauta nacional también desnuda el comportamiento de quienes administran la provincia que fue cuna de la Independencia y que ahora sólo cría dependencia con el Gobierno central. El alperovichismo no tiene demandas con la pingüinera. Por caso, la oposición ha documentado que, entre retenciones indebidas a la coparticipación federal y la insuficiente distribución del Impuesto al Cheque, el Gobierno local debía exigir (como lo hicieron otras seis provincias) el equivalente a la deuda pública que, justamente, Tucumán tiene con la administración central. En lugar de ello, se renunció a toda demanda al respecto a cambio de que el pasivo provincial (duplicado por esta gestión) fuera reprogramado a 20 años. Es decir, se renunció a una fortuna a cambio de seguir debiendo lo que ya se debía.
A cambio del renunciamiento, la Casa Rosada sigue desoyendo el ruego alperovichista de que incluyan en esa refinanciación los $ 800 millones del laudo del Ciadi en favor de Aguas del Aconquija. La cifra es irrisoria frente a los $ 408.000 millones que se presupuesto la Nación para 2011, pero el ninguneo es el frío patagónico que los K dispensan a quienes sólo son convidados a su mesa.
Entonces, ¿cuál es el negocio de tanta obediencia?
Precisamente, ha comenzado en estas latitudes la temporada de los caprichos de los gobernantes con la plata del pueblo, que aquí reciben el urbanizado nombre de Presupuesto General.
En Tucumán, desde que el alperovichismo gobierna, esa pauta de ingresos y egresos es un enigma: no le entregan copia de ese cálculo de recursos y de gastos ni a los legisladores: se vota y se aprueba algo que se ignora.
Siete años y $ 35.000 millones después, el alperovichismo muestra kilómetros de pavimento y hectáreas de expedientes sobre una inseguridad pavorosa. No debatir presupuestos es no discutir programas de Gobierno, lo que lleva confundir "cordón cuneta" con "gestión pública".
En el orden nacional, en cambio, más que la asignación de las cifras lo que importa a la Casa Rosada es el texto de la Ley de Presupuesto, plena en súper-poderes que no negocia. La oposición barrunta que el kirchnerismo vetará cualquier cambio hasta el extremo, incluso, de que no se apruebe el Presupuesto 2011: según la Ley de Administración Financiera, de ser así se prorrogará la vigencia del de 2010.
Por eso la Casa Rosada no ha tenido pruritos en hacer públicos los números. Ni en consignar que prevé recaudar $ 150.000 millones en concepto de seguridad social, de los que sólo ejecutará $ 104.000 millones en beneficio de los jubilados. ¿Y los otros $ 46.000 millones? Justamente, tampoco tuvo problemas en señalar que el ahorro previsto para el año que viene es de $ 49.600 millones. En la Argentina que le niega a sus viejos el 82% móvil (representaría $ 35.000 millones), no hay coincidencia más atroz que la del parecido entre el valor del superávit primario y la cifra del hambre de los abuelos.
Luego, si la Nación no tiene reparos en mostrar su cuentas, sí deberían tenerlos los tucumanos.
Promedio complicado
Las estimaciones oficiales han vuelto a desmentir el mito político oficialista de que Tucumán es un Estado "privilegiado" por los Kirchner. Contra esa creencia se levanta una suerte de índice desmitificador: el gasto total de la Nación por provincias. Equivale a todo lo que la Casa Rosada gasta en cada distrito, incluyendo desde salarios de universidades y tribunales federales, hasta obras de infraestructura y subsidios.
Cuando se obtiene el promedio nacional per capita, es decir, la "media" por habitante, surge un monto: $ 8.783 por argentino. El asunto comienza a perder toda connotación legendaria cuando se tiene en cuenta la distribución de ese "gasto total" por provincia. Porque entonces resulta que Tucumán es una de las provincias más dudosamente mimadas por los pingüinos a los que el alperovichismo rinde pleitesía.
En promedio, la Nación gastará en 2011 sólo $ 6.253 por cada tucumano. Es decir, se está por debajo de la "media". A varios millones de argentinos los van a "mimar" miles de veces más. Para el caso, el gasto nacional es de:
$ 9.000 por chubutense y por rionegrino.
$ 9.600 por pampeano.
$ 10.000 por riojano.
$ 10.700 por fueguino.
$ 16.800 por santacruceño.
$ 42.000 por cada porteño.
Descenso directo
Cuando se disecciona ese "gasto total" la cosa se pone peor. En líneas generales, se compone por los gastos corrientes y los gastos de capital. La diferencia: el gasto de capital tiene como contrapartida la creación de un activo: es dinero que queda en obras públicas. El otro no. Y resulta que del "gasto total nacional" por tucumano (los mencionados $ 6.253) sólo el 14% corresponde a esos gastos de capital. El 86% son gastos corrientes: jubilaciones, sí, pero también sueldos de personal y, nada menos, subsidios y planes sociales. Este es el Jardín de la República Clientelista.
Pero ni siquiera en esta materia Tucumán está en el podio de las más beneficiadas. La "media" nacional en materia de gastos corrientes es de $ 7.535 por habitante, pero la Nación tendrá gastos corrientes por $ 5.360 por tucumano. Otra vez, por debajo del promedio. En cambio, por el mismo concepto habrá:
$ 7.700 por fueguino.
$ 7.800 por riojano.
$ 11.000 por santacruceño.
$ 36.000 por cada porteño.
En cuanto a los gastos de capital, la cuestión se torna lamentable. En lo que hace a estos dineros que gastará en cuestiones perdurables, la Nación invertirá una "media" de $ 1.248 por argentino. Y aquí sí, más que nunca, el promedio coloca a los tucumanos en zona de descenso directo: sólo $ 893 per capita. ¿A quiénes les va mejor? A los habitantes de otras 14 provincias que sí recibirán plata nacional por encima de la "media". El año que viene, la Casa Rosada destinará:
$ 1.350 por jujeño.
$ 1.400 por sanjuanino.
$ 1.500 por entrerriano.
$ 1.600 por chaqueño.
$ 1.700 por santiagueño y por chubutense.
$ 1.800 por catamarqueño.
$ 2.000 por rionegrino.
$ 2.100 por formoseño y por riojano.
$ 2.400 por pampeano.
$ 3.000 por fueguino.
$ 5.600 por porteño.
$ 5.900 por santacruceño.
Por supuesto, el alperovichismo probablemente salude el hecho de que, en el crecimiento interanual de los recursos que la Nación destina a las provincias, Tucumán haya experimentado un aumento del 22%, lo que la coloca por encima del promedio nacional, que es casi del 20%.
Posiblemente no diga que otros 12 distritos (en total, más de medio país) está en el mismo grupo. Ni que en el lote de esas 13 circunscripciones está décima porque muchas otras provincias crecerán porcentualmente más que esta. Sólo por dar un quinteto de ejemplos, entre el Presupuesto 2010 y el 2011, el aumento de recursos federales será del:
25,1% para Catamarca.
27% para Jujuy.
28,4% para Entre Ríos.
28,5% para Chaco.
32,7% para Tierra del Fuego.
El Presupuesto Nacional 2011 encierra, en definitiva, el diseño de provincia que ha proyectado el kirchnerismo para el electoralísimo año que viene. Uno en el que gana la inversión para sustentar la empleomanía y el populismo clientelista. Hay Estados del NEA y del propio NOA en donde el gasto de capital per capita de la Nación duplica al de Tucumán.
Cuando el Congreso deba votar se sabrá si el oficialismo vernáculo también avala ese plan para este territorio que se sueña potencia petrolera pero que inspira pesadillas de república bananera.
El esquema asistencialista hace agua violentamente. La marginalidad y la criminalidad (parientes de la miseria) tienen familia numerosa en estas tierras, donde se gastan millones y millones en atender "necesidades sociales". Presuntamente, claro está.
Pero la pauta nacional también desnuda el comportamiento de quienes administran la provincia que fue cuna de la Independencia y que ahora sólo cría dependencia con el Gobierno central. El alperovichismo no tiene demandas con la pingüinera. Por caso, la oposición ha documentado que, entre retenciones indebidas a la coparticipación federal y la insuficiente distribución del Impuesto al Cheque, el Gobierno local debía exigir (como lo hicieron otras seis provincias) el equivalente a la deuda pública que, justamente, Tucumán tiene con la administración central. En lugar de ello, se renunció a toda demanda al respecto a cambio de que el pasivo provincial (duplicado por esta gestión) fuera reprogramado a 20 años. Es decir, se renunció a una fortuna a cambio de seguir debiendo lo que ya se debía.
A cambio del renunciamiento, la Casa Rosada sigue desoyendo el ruego alperovichista de que incluyan en esa refinanciación los $ 800 millones del laudo del Ciadi en favor de Aguas del Aconquija. La cifra es irrisoria frente a los $ 408.000 millones que se presupuesto la Nación para 2011, pero el ninguneo es el frío patagónico que los K dispensan a quienes sólo son convidados a su mesa.
Entonces, ¿cuál es el negocio de tanta obediencia?
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