Usar ropa interior al revés y dar tres saltitos cada mañana, secretos para recibir un guiño de la suerte

Usar ropa interior al revés y dar tres saltitos cada mañana, secretos para recibir un guiño de la suerte

Muchos se aferran a las cábalas con la idea de poder manejar el azar y si algo les sale bien o mal suelen atribuirle responsabilidad al destino. Una investigación reciente demostró que estos hábitos funcionan porque mejoran el rendimiento de quienes los usan. Rutinas repetidas.

15 Agosto 2010
Desde los fetichistas hasta los pragmáticos. Unos y otros se arrodillan ante las cábalas. Supuestamente, atesoran un espíritu guardián y benefactor. Por eso son pocos los que nunca las tuvieron. En momentos claves de la vida, qué mejor que echar mano a estas pócimas protectoras, como lo hace Julieta Ponce: se pone ropa interior al revés y parte a rendir uno de los últimos parciales que le restan para convertirse en abogada.

Esa idea de querer manejar el azar les ha dado cobijo a creencias y hábitos que por repetidos se terminan volviendo imprescindibles. Hincha furioso del equipo azul y oro, Mariano Ramírez nunca olvida ponerse alguna camiseta con la que Boca salió campeón. Así, este joven comerciante vive el partido más tranquilo. Si las cosas no salen bien, no tarda en demandarle a la suerte su falta de compromiso con ese momento.

Como Julieta o Mariano, son muchos los tucumanos que tienen algún hábito o amuleto para atraer la buena fortuna. Ellas dicen tener más supersticiones que el sexo opuesto. Y cerca del 80 % asocia algunas de las cosas que le pasan a la suerte, de acuerdo a una encuesta de LAGACETA.com.

Rutinas y prendas
Respetar una rutina determinada es la opción más elegida para tentar a la suerte, de acuerdo a la opinión que dieron los lectores. Llevar estampitas, repetir una frase o usar una prenda también sirven para que el destino les juegue una buena pasada. La cinta roja y las cadenitas o medallas sirven para ahuyentar las maldiciones.

Pensar en conjuros mágicos en la época de los avances científicos y tecnológicos puede resultar curioso. Pero no lo es. Según los especialistas, las cábalas y los amuletos nunca desaparecerán porque forman parte del ansia del hombre por intentar manipular el azar. Hay ritos que llegaron hace años y prometen quedarse muchos más.

Cualquier persona que sueña con escalar hasta la cima se aferra a la idea de que en el camino tendrá que espantar imponderables. Entonces aparecen las manías, las promesas. "Hasta que me reciba no pienso cortarme el pelo", cuenta Florencia Varela, estudiante de psicología. "Espero que no me termine llegando a los talones", añade la joven, que a mitad de su carrera ya tiene el cabello marrón a punto de pasar la cintura. También hizo una promesa que no puede revelar. Hay practicantes que cuidan con recelo las cábalas. No deben conocerse porque, dicen, se evapora su poder de salvataje.

Además del deporte y las facultades, hay otros ámbitos donde fluyen las cábalas: en las salas de matrimonio del Registro Civil, en los hospitales y en las casas de juegos de azar. Sin embargo, los cabuleros y supersticiosos aseguran que no hay sitios especiales para entregarse a lo esotérico y así poder recibir un guiño de la suerte. Miguel Rosales, un taxista que recorre la capital, cada mañana tiene que bajarse de la cama dando tres saltitos con el pie derecho. Sin ese ritual, es probable que la jornada no sea tan productiva, dice.

Con efecto real
Pese a ser consideradas irracionales o insignificantes, un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Colonia, en Alemania, ha demostrado que las cábalas realmente funcionan: hacen que la gente rinda mejor en sus tareas, y las afronte de forma más animosa y persistente.

Esta es la primera vez que se constata que las creencias supersticiosas tienen un efecto real. Los estudiosos realizaron diversos experimentos en los que pudieron comprobar que las supersticiones sirven para aumentar el rendimiento individual, según destaca un artículo aparecido en la revista Psychological Science, que publica la Association for Psychological Science de Estados Unidos.

Muchos son conscientes de que no hay conjuro que pueda con el destino. Y también saben que las brujas no existen. Pero siguen tocando madera, cruzando los dedos y recurriendo a una prenda determinada. Si algo les trae mala suerte, tratarán de olvidarlo como sea para evitar su efecto devastador.

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