El té y la vitamina D protegen el cerebro

El té y la vitamina D protegen el cerebro

Observaron la relación entre actividad física, hábitos saludables y el deterioro cognitivo en personas de 65 años. Quienes se mantienen activos tienen un 40% menos de riesgo de sufrir alguna demencia. La vida sana reduce las posibilidades de sufrir patologías neurodegenerativas.

BENEFICIOS. El consumo de té mejora la memoria, la orientación y la capacidad de sostener la atención. SWALEFF.WOEDPRESS.COM BENEFICIOS. El consumo de té mejora la memoria, la orientación y la capacidad de sostener la atención. SWALEFF.WOEDPRESS.COM
28 Julio 2010
La relación entre la alimentación y la actividad física con los problemas de la demencia constituyen las principales conclusiones de dos estudios conocidos recientemente. El Framingham Study Original, presentado en la Conferencia Internacional de la Enfermedad de Alzheimer, llevada a cabo en Hawai, evaluó durante dos décadas a 1.211 pacientes de más de 76 años. Los resultados mostraron que las personas que practicaban ejercicio físico de moderado a intenso tenían una menor chance de desarrollar la enfermedad. Las conclusiones además indican que esta reducción del riesgo es más marcada en los hombres.

Entre 1986 y 1987 se evaluaron los niveles de actividad física de más de 1.200 pacientes. A lo largo de dos décadas de seguimiento de estas personas, 242 de las que participaron desarrollaron demencia, entre estos casos 193 fueron de Alzheimer. Lo que vieron los médicos de la Alzheimer?s Association -responsables de la investigación- fue que quienes practicaban actividad física entre moderada y alta tenían alrededor de 40% menos riesgo de desarrollar cualquier tipo de demencia. En tanto, los que no hacían actividad física fueron 45% más proclives a padecer cualquier tipo de demencia.

Relaciones inesperadas
Otro interesante hallazgo, tal vez más difícil de interpretar, es la asociación entre el déficit de vitamina D y el deterioro cognitivo. En el estudio Nhanes II, que incluyó 3.325 paciente de 65 años o más, se demostró que a mayor déficit de vitamina D mayor era el deterioro cognitivo.

Lo que hicieron los investigadores del Reino Unido fue analizar datos de 3.325 personas a partir de los 65 años, que participaron en el tercer Examen Nacional de Encuesta de Salud y Nutrición estadounidense. Concretamente, midieron los niveles de vitamina D de los participantes a partir de muestras de sangre y se compararon con su rendimiento en pruebas de memoria, orientación en el tiempo y el espacio, y la capacidad de sostener la atención.

Lácteos y pescados
El riesgo de deterioro cognitivo era 42% superior entre las personas con deficiencia de vitamina D, y 394% más alto entre los que la avitaminosis era grave. La vitamina D se obtiene del consumo de lácteos y ciertos pescados, así como de la producción propia del cuerpo en la piel a partir de la luz solar.

No obstante, el autor del estudio, David Llewellyn, de la Facultad de Medicina de la Universidad de la Península de Exeter, advirtió: "se necesita más investigación para establecer si los complementos de vitamina D tienen un potencial terapéutico para la demencia".

Otro dato llamativo fue el encontrado en el Cardiovascular Health Study, que estudió 4.809 personas de 65 años o más, clasificados en cuatro grupos según la frecuencia de consumo de infusiones (té y café).

Lo que se vio fue que existe un menor deterioro cognitivo con el consumo creciente de té, a partir de una taza por mes. No se relacionaría con la cafeína ya que el café solo demostró ser beneficioso al consumírselo en grandes cantidades.

"Estos estudios afianzan la idea de que llevar una vida con hábitos saludables disminuye el compromiso cerebral por enfermedades neurodegenerativas", señala el coordinador de la clínica de Alzheimer del Instituto de Neurología Cognitiva de Buenos Aires, Daniel Martínez.

El mal más frecuente
El Alzheimer es la demencia más frecuente en los ancianos, y fue descrita por primera vez por el psiquiatra alemán Alois Alzheimer. Afecta el cerebro, donde produce depósitos anormales de diferentes sustancias, especialmente de una proteína llamada amiloide beta (Ab). A su vez, las personas con Alzheimer tienen una carencia de algunos neurotransmisores, sustancias químicas que transmiten el flujo del sistema nervioso.

En la Conferencia de Hawai también fue presentado un estudio que identificó un vínculo entre las dos proteínas más relevantes en la explicación del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer: "durante mucho tiempo se sospechó de la relación entre estas dos proteínas, y este estudio lo confirmó -dijo Martínez-. Los resultados dan más información básica sobre la interacción entre las proteínas Ab y tau en el Alzheimer y pueden aclarar cómo el mal progresa en el cerebro, lo cual dará más información para seguir luchando contra esta patología".

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