27 Julio 2010
Buscar un paliativo al aumento de las temperaturas que genera la creciente construcción de edificios en la ciudad tiene que ser una prioridad, sostiene el urbanista Raúl Di Lullo, miembro del Colegio de Arquitectos de la provincia.
"Me parece bien que los edificios otorguen espacios verdes como una especie de contraprestación a la ciudad y a la comunidad en general, ya que el aumento de la temperatura que provocan afecta a la sociedad. Entonces, no está mal que haya una devolución", resaltó.
El experto reconoció que los proyectos que prevén establecer la obligatoriedad de generar espacios verdes pueden despertar mucha resistencia por parte de los constructores porque significará un gasto más. No obstante, advirtió que si no se establecen estas medidas la ciudad será cada vez menos sustentable. "Estas acciones, por más individuales que parezcan, son imprescindibles porque suman calidad de vida. Y el Estado debe hacer un balance entre la construcción y el medio ambiente", sintetizó.
El edil Hugo Cabral, integrante de la Comisión de Obras Públicas del Concejo Deliberante, indicó por su parte que se estudiará a fondo el plan que prevé la donación de espacios verdes por parte de los edificios. "Quizá haya que ajustar algunas cosas, pero no está mal el planteo. Ya es hora de pensar en el equilibrio entre el cemento y el verde", manifestó.
Los urbanistas destacaron que gracias a la ordenanza que se creó en 1981, que obliga a los constructores de barrios a donar plazas, todos los complejos habitacionales que surgieron desde entonces tienen un equilibrio adecuado entre espacios verdes y habitantes.
Así se nota que la zona oeste de la ciudad es la que mayor calidad de vida manifiesta en contra del área central. Según un estudio de la Municipalidad, el sudoeste de la capital cuenta en casi un 50% de su territorio con espacios verdes. En el área central, dentro de las cuatro avenidas, sólo el 4% de la superficie tiene espacios verdes.
"Me parece bien que los edificios otorguen espacios verdes como una especie de contraprestación a la ciudad y a la comunidad en general, ya que el aumento de la temperatura que provocan afecta a la sociedad. Entonces, no está mal que haya una devolución", resaltó.
El experto reconoció que los proyectos que prevén establecer la obligatoriedad de generar espacios verdes pueden despertar mucha resistencia por parte de los constructores porque significará un gasto más. No obstante, advirtió que si no se establecen estas medidas la ciudad será cada vez menos sustentable. "Estas acciones, por más individuales que parezcan, son imprescindibles porque suman calidad de vida. Y el Estado debe hacer un balance entre la construcción y el medio ambiente", sintetizó.
El edil Hugo Cabral, integrante de la Comisión de Obras Públicas del Concejo Deliberante, indicó por su parte que se estudiará a fondo el plan que prevé la donación de espacios verdes por parte de los edificios. "Quizá haya que ajustar algunas cosas, pero no está mal el planteo. Ya es hora de pensar en el equilibrio entre el cemento y el verde", manifestó.
Los urbanistas destacaron que gracias a la ordenanza que se creó en 1981, que obliga a los constructores de barrios a donar plazas, todos los complejos habitacionales que surgieron desde entonces tienen un equilibrio adecuado entre espacios verdes y habitantes.
Así se nota que la zona oeste de la ciudad es la que mayor calidad de vida manifiesta en contra del área central. Según un estudio de la Municipalidad, el sudoeste de la capital cuenta en casi un 50% de su territorio con espacios verdes. En el área central, dentro de las cuatro avenidas, sólo el 4% de la superficie tiene espacios verdes.
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