26 Julio 2010
En los últimos lustros, la impunidad inició una carrera ascendente en nuestro país. Pero no sólo la ausencia de castigo, sino también de hacerse cargo de la responsabilidad que a cada uno le compete como integrante de la sociedad. A fines de la década de 1970, la expresión "Yo, argentino", es decir, "no me comprometo", "no tengo nada que ver", se convirtió una suerte de muletilla.
Hace menos de dos meses, barrabravas (entre ellos, un tucumano) con causas penales y condenas viajaron en avión al Mundial de Sudáfrica y varios fueron enviados de regreso sin haber podido salir del aeropuerto africano. A la hora de las explicaciones, surgió de las respuestas que nadie les dio dinero para el viaje; nadie los hizo subir al avión donde viajaba la selección; nadie les compró las entradas; nadie tenía relación con ellos.
Nuestro país y Tucumán registran una larga secuencia de hechos impunes que han horadado el significado y el valor de la frase "llegaremos hasta las últimas consecuencias". En muchos de estos casos, alcanzar la verdad es difícil cuando en estos hechos. Por ejemplo, la desaparición de Paulina Lebbos (24 años), hija de un funcionario (que luego renunció) del gobierno de Alperovich, ocurrida el 26 de febrero de 2006, movilizó al poder político, al judicial y a la Policía. Su cadáver fue encontrado 13 días después, en un zanjón a la vera de la ruta 341, que conduce a Raco. Han transcurrido cuatro años y el crimen sigue impune. Por su parte, María de los Angeles Verón tenía 23 años, cuando desapareció el 3 de abril de 2002, cuando iba a efectuarse unos estudios a la Maternidad. Hasta la actualidad, se desconoce su paradero.
El sábado 10 de julio, alrededor de las 5 de la mañana, el canillita Raúl Marcelo Pucheta, de 50 años, falleció al ser chocado por una camioneta que se dio a la fuga. Según la Policía, el hombre, oriundo de Yerba Buena, iba en su bicicleta por la avenida Mate de Luna y Alfredo Guzmán (en la zona de El Cristo) para repartir los diarios que había retirado minutos antes. Un vehículo que habría estado corriendo picadas con otro lo chocó violentamente. El hombre falleció horas después en el Padilla. Según testigos ocasionales, ambos conductores se dieron la fuga. Los familiares de la víctima no han podido conseguir que los testigos se presenten a declarar, como tampoco lograron que el responsable de la muerte lo haga.
Estos individuos se valen la oscuridad y la ausencia de testigos para abandonar a sus víctimas. En el primer semestre de 2010, se produjeron en la provincia 10 choques en los cuales el conductor escapó del lugar. De ellos, sólo en dos casos se encontró a los responsables.
Fuentes policiales explicaron que la resistencia de muchas personas a testificar es uno de los principales escollos para encontrar a los responsables. "Algunos aportan datos como la marca y el color del auto. Pero la mayoría prefiere no dar versiones oficiales. Aducen que quedan involucrados en la causa y que pierden mañanas enteras en Tribunales", dijeron.
Suena lógico que un homicida trate de ocultarse para evadir la Justicia, pero lo que es muy preocupante es que los ciudadanos que han presenciado un crimen o un accidente tengan una actitud similar. Este miedo a comprometerse está reflejando, por un lado, la burocracia judicial que a veces trata con desconsideración al testigo, como si él fuera el delincuente, y por otro lado, la poca confianza en las instituciones. A menudo, la ciudadanía percibe el avance de la impunidad, en particular, en casos en que está comprometido el poder político o económico. Ello genera no sólo escepticismo (delitos que no se denuncian), sino también mayor inseguridad en la población. Cuando la culpa es de todos o no es de nadie, significa que algo serio está sucediendo en la sociedad.
Hace menos de dos meses, barrabravas (entre ellos, un tucumano) con causas penales y condenas viajaron en avión al Mundial de Sudáfrica y varios fueron enviados de regreso sin haber podido salir del aeropuerto africano. A la hora de las explicaciones, surgió de las respuestas que nadie les dio dinero para el viaje; nadie los hizo subir al avión donde viajaba la selección; nadie les compró las entradas; nadie tenía relación con ellos.
Nuestro país y Tucumán registran una larga secuencia de hechos impunes que han horadado el significado y el valor de la frase "llegaremos hasta las últimas consecuencias". En muchos de estos casos, alcanzar la verdad es difícil cuando en estos hechos. Por ejemplo, la desaparición de Paulina Lebbos (24 años), hija de un funcionario (que luego renunció) del gobierno de Alperovich, ocurrida el 26 de febrero de 2006, movilizó al poder político, al judicial y a la Policía. Su cadáver fue encontrado 13 días después, en un zanjón a la vera de la ruta 341, que conduce a Raco. Han transcurrido cuatro años y el crimen sigue impune. Por su parte, María de los Angeles Verón tenía 23 años, cuando desapareció el 3 de abril de 2002, cuando iba a efectuarse unos estudios a la Maternidad. Hasta la actualidad, se desconoce su paradero.
El sábado 10 de julio, alrededor de las 5 de la mañana, el canillita Raúl Marcelo Pucheta, de 50 años, falleció al ser chocado por una camioneta que se dio a la fuga. Según la Policía, el hombre, oriundo de Yerba Buena, iba en su bicicleta por la avenida Mate de Luna y Alfredo Guzmán (en la zona de El Cristo) para repartir los diarios que había retirado minutos antes. Un vehículo que habría estado corriendo picadas con otro lo chocó violentamente. El hombre falleció horas después en el Padilla. Según testigos ocasionales, ambos conductores se dieron la fuga. Los familiares de la víctima no han podido conseguir que los testigos se presenten a declarar, como tampoco lograron que el responsable de la muerte lo haga.
Estos individuos se valen la oscuridad y la ausencia de testigos para abandonar a sus víctimas. En el primer semestre de 2010, se produjeron en la provincia 10 choques en los cuales el conductor escapó del lugar. De ellos, sólo en dos casos se encontró a los responsables.
Fuentes policiales explicaron que la resistencia de muchas personas a testificar es uno de los principales escollos para encontrar a los responsables. "Algunos aportan datos como la marca y el color del auto. Pero la mayoría prefiere no dar versiones oficiales. Aducen que quedan involucrados en la causa y que pierden mañanas enteras en Tribunales", dijeron.
Suena lógico que un homicida trate de ocultarse para evadir la Justicia, pero lo que es muy preocupante es que los ciudadanos que han presenciado un crimen o un accidente tengan una actitud similar. Este miedo a comprometerse está reflejando, por un lado, la burocracia judicial que a veces trata con desconsideración al testigo, como si él fuera el delincuente, y por otro lado, la poca confianza en las instituciones. A menudo, la ciudadanía percibe el avance de la impunidad, en particular, en casos en que está comprometido el poder político o económico. Ello genera no sólo escepticismo (delitos que no se denuncian), sino también mayor inseguridad en la población. Cuando la culpa es de todos o no es de nadie, significa que algo serio está sucediendo en la sociedad.