Los inconvenientes en el transporte aéreo

Los inconvenientes en el transporte aéreo

21 Julio 2010
Una capacidad humana puede ser positiva o negativa, de acuerdo con el uso que se le dé. Por ejemplo, los argentinos tenemos fama de hacer una cosa de pronto, sin preparación alguna y con los medios de los que se dispone en ese momento, es decir de improvisar. Esta actitud que forma parte de nuestra idiosincrasia y fluye con naturalidad conspira con frecuencia contra nosotros mismos cuando deben solucionar problemas en forma definitiva. Hay una especie de pereza mental o física que nos lleva a poner parches, como si la organización perfecta nos molestara o fuera una enemiga.

Desde hace cuatro lustros, por lo menos, el transporte aéreo es deficitario en el país. La privatización de Aerolíneas Argentinas y de las aeroestaciones en la década de 1990 tampoco trajo las mejoras prometidas. Uno de los argumentos esgrimidos por el entonces presidente Carlos Menem fue que las empresas del Estado daban pérdidas como consecuencia de la mala administración y de la corrupción de décadas. Era entonces necesario ingresar por las puertas grandes del Primer Mundo; de manera que el Gobierno privatizó todo lo que podía ser rentable; en algunos casos, el Estado mantuvo una mínima participación en las acciones. Pero con el correr de los años se pudo ver que las cosas no habían cambiado demasiado para dar adecuados servicios a un usuario que creía que iba a entrar a ese Primer Mundo. Con bastante frecuencia fueron noticia los conflictos por las crisis financieras de las aerolíneas, por las internas gremiales y por la falta de inversiones. Los intentos por superar, por ejemplo, el aislamiento de las regiones con respecto al centralismo de Buenos Aires fueron vanos durante mucho tiempo.

En 2007 hubo una fuerte crisis, expresada además en un largo conflicto con los pilotos de Aerolíneas. Tras marchas y contramarchas con las autoridades y empresarios españoles, el Gobierno decidió nacionalizar la línea. Conflictos salariales, problemas con los radares o carencia de otros instrumentos indispensables para la navegación por aire, roturas de autobombas, son algunos de los motivos por los cuales de tiempo en tiempo el servicio se ve alterado como sucedió en la noche del domingo y se prolongó durante tres días. Las demoras y cancelaciones en los vuelos que debían salir o llegar al aeroparque porteño "Jorge Newbery" perjudicaron a miles de personas que viajan por las vacaciones de invierno. Esta vez, las malas condiciones climáticas que se registraron en buena parte del país impidieron la normal circulación de los vuelos. Las cancelaciones afectaron servicios con destino a Mar del Plata, Córdoba, Bahía Blanca, Montevideo, Viedma, Santiago de Chile, Tucumán, Catamarca, San Luis, Río Grande y Santa Fe. En un comunicado, se explicó que el retraso se produjo porque en algunas pistas de destino había abundante cantidad de nieve y hielo. Las autoridades estimaron que la situación se normalizaría recién hoy.

Si bien es cierto que la ola polar que afectó todo el país fue excepcional -en nuestra provincia no nevaba con intensidad desde 1920- y a que las inclemencias del tiempo son causa frecuente de problemas en los vuelos en todo el mundo, a los frustrados viajeros les indignó sobre todo la falta de información oficial, lo cual implica una falta de respeto para con quien está pagando un servicio y ve afectada su vida cotidiana y sus ocupaciones, a veces de modo dramático. La reiteración de los inconvenientes -con mal o buen tiempo- debería llevar a las autoridades a reflexionar en la forma de organizar y administrar un servicio que cada vez se vuelve más indispensable. Competencia, eficiencia y consideración son palabras clave en este asunto. Sobre todo, respeto hacia el usuario, que es quien debería tener siempre la razón, más allá de los argumentos oficiales y empresarios.

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