"La nieve es sinónimo de felicidad"

"La nieve es sinónimo de felicidad"

Los habitantes de las ciudades del Gran San Miguel de Tucumán y de algunos barrios de la capital fueron sorprendidos por la nevada. El manto blanco cayó sobre Yerba Buena, Horco Molle, San Pablo, El Manantial, Villa Carmela, Las Talitas, Villa Mariano Moreno y El Cadillal, entre otros lugares.

IMAGINACION. En la estación de servicio de Raco, un surtidor fue muñeco. LA GACETA / PABLO SOLER IMAGINACION. En la estación de servicio de Raco, un surtidor fue muñeco. LA GACETA / PABLO SOLER
17 Julio 2010
Casi dormida, se asomó a la ventana como cada amanecer. Y el asombro le sacudió el sueño a Mónica Salas. Fue como si, de repente, el barrio taficeño hubiese quedado atrapado en una bola de cristal de esas que se llenan de nieve cuando uno las sacude. Y si... de pronto, el paisaje cotidiano se había convertido en algo mágico. Esa lluvia blanca, que parece transformar todo lo que toca en algo encantado, estaba ahí. Por un día fue tan tucumana como las montañas, como el calor húmedo del verano. Todos se asomaron a verla, desde afuera o desde adentro de las casas. La nieve desató una fiesta que nadie esperaba.

Muchos salieron rápidamente a las calles a comprobar si los copos blancos eran reales, porque no podían creen que estuviese nevando de verdad. Así comenzó un día distinto, histórico.

Alegría
A media mañana, los sitios en los que más nieve se había acumulado, como Horco Molle, se llenaron de grandes y chicos que jugaban y disfrutaban a pleno del fenómeno. Muchas familias se unieron para diseñar muñecos helados al tacto o para disputar divertidas guerritas con grandes bolas de nieve.

"Pase lo que pase, no se nota el frío. La nieve es sinónimo de felicidad", irrumpió Lorena Brizuela, que vive en la zona. "Esto es increíble; tener la nieve tan cerca. Poder acariciarla", agregó, mientras se tomaba fotografías con sus hijos y extendía los brazos mirando hacia el cielo plomizo desde el que caía la mágica lluvia blanca.

Pasadas las 6, las gotas de lluvia helada que habían caído casi toda la noche empezaron a intensificarse. Muchos sospechaban que iba a nevar. Lo confirmaron media hora después, cuando un frío congelado arreció y bajó el termómetro a menos de un grado. El blanco cubría por completo los paisajes de Yerba Buena, de San Pablo, de El Manantial, de Tafí Viejo, de Villa Carmela, de Las Talitas, de Villa Mariano Moreno, de El Cadillal y de algunos barrios de la capital. Según el Servicio Meteorológico Nacional, toda la zona oeste de la provincia amaneció nevada.

Los celulares llevaron la noticia a todas partes. Claudio Suárez, de Yerba Buena, bromeó: "esto es una revancha para los que no podemos salir de vacaciones; si es como estar en Bariloche". A Luis García, del barrio Viajantes, y su hijo Claudio los sorprendió tanto el fenómeno que se levantaron muy temprano, se abrigaron bien, salieron a la calle, armaron un muñeco de nieve y lo llevaron a pasear sobre el capot del auto.

Muchos niños conocieron la nieve por primera vez sin tener que irse muy lejos de casa. Incluso para los padres fue el primer encuentro cercano con los copos blancos. Algunos deslizaron que lo que ellos creen que es un proceso debido al cambio climático, al menos, les está dando una alegría a los pequeños que ayer estaban embelesados con la nevada. No hubo quien no hiciera referencia a las locuras del clima. "Hasta hace unos días teníamos un veranito en pleno julio y ahora vemos que nos envuelve la nieve", señaló José María Nieva, de Yerba Buena.

Los chicos fueron los que más disfrutaron de este inusual fenómeno. Edén Imbert, de ocho años, y su hermana Luz, de siete, desde hacía tiempo le preguntaban a su mamá, Cecilia, cuando iba a nevar en la casa. "No, en Tucumán no pasan esas cosas", solía contestarles. Aunque al principio las niñas no entendían mucho, se lanzaron a disfrutar con sus pies enterrados en un manto blanco que alcanzó los 30 centímetros de altura en Horco Molle.

La nieve, hasta ayer propiedad de los tucumanos viajeros, se convirtió en el milagro de algunos niños. Desde su pequeña silla de ruedas, Agustina Arroyo, de nueve años, dibujó una imborrable sonrisa. Siempre había soñado con tocar ese manto blanco que aparece en uno que otro programa de televisión. Le parecía imposible estar ahí. "Es increíble", repetía emocionada la niña, que vive en Las Talitas. Estaba camino a Salta junto a sus padres, Rosa y Hugo, cuando les avisaron que nevaba en Tucumán. Ellos no dudaron en regresar. Y fueron testigos de la felicidad que despertaron en su hija esos miles de copos blancos que caían sobre calles, plazas y casas.

Comentarios