18 Julio 2010
Por Ester Nora Azubel
Para LA GACETA - Tucumán
Amargado, arrogante, adicto (a medicamentos, a los videojuegos, a ciertas series televisivas), desaliñado, lisiado, con una capacidad de razonamiento deslumbrante y un talento superlativo para realizar diagnósticos certeros; estos son los atributos más destacados de Gregory House (Hugh Laurie), el protagonista de Dr. House, la serie creada por David Shore y emitida actualmente por Universal Channel.
La fascinación que la figura de House ejerce sobre ciertos críticos se evidencia en los intentos de desarrollar argumentos probatorios de su vida "virtuosa" (en términos de la filosofía clásica) o bien explicativos de los antecedentes sartreanos en su concepción de las relaciones sociales. Si acaso despierta una opinión negativa como ser humano, el juicio positivo se restituye mostrando el afán por la objetividad y la verdad en el mecanismo abductivo que House emplea como procedimiento diagnóstico -se asocia su lógica conjetural con la de Sherlok Holmes y con la de Pierce-. Se podría inferir que los analistas de la serie estiman que ésta se ha apropiado de ciertos temas identificados con los abordados tradicionalmente por la filosofía, la literatura y el cine.
La estética de la identidad
Una buena historia no depende sólo de lo que en ella se cuente. Una historia cautivante se sostiene, también, en el modo de narrarla. Diría que las series televisivas no pueden mantener la seducción a largo plazo; dicha capacidad les está vedada justamente porque las series están destinadas a la repetición, a la emisión de capítulos caracterizados por un mismo modo de articulación. Y Dr. House no es la excepción.
La narración se reduce a destacar los rasgos excéntricos del protagonista, el carácter sospechoso de su ética, su escandalosa condición transgresora. Toda la ficción se conforma en torno a dicha intencionalidad. La previsibilidad de los desenlaces impide que el sufrimiento de un enfermo agonizando o las circunstancias adversas de la atmósfera hospitalaria provoquen empatía en el televidente.
Si bien ello le quita melodramatismo a la narración (en cierto sentido la serie no es un producto Kitsch), se exacerba hasta el grotesco la sucesión de síntomas de pacientes con el sólo objetivo de poner en evidencia el "genio y figura" del protagonista. Justamente, entre la redundancia y los capítulos al servicio de la reproducción de una idea -la moral, la culpa, el arrepentimiento, etcétera- los episodios no logran desplegar un mundo (o algún fragmento de él) ante el espectador.
La voz de la doxa
"La gente no es de fiar", "Las mujeres hermosas no estudian medicina", "Podemos vivir con dignidad. No podemos morir con ella". La Opinión Común, la Doxa, al decir de Roland Barthes, se instala en el discurso con la generalización, el estereotipo o el binarismo polarizante de House. Esta voz aplana el sentido de temas trascendentes, como el problema de la culpa y el sacrificio plasmado, por ejemplo, en la novela de José Pablo Feinmann, La sombra de Heidegger, o en el último film de los hermanos Coen, Un hombre serio.
© LA GACETA
Ester Nora Azubel - Profesora de Literatura del siglo XX de la Universidad Nacional de Santiago del Estero y de la UNSTA.
PERFILES
David Shore
es el creador de la serie Dr. House. Nació en Canadá (1959), se recibió de abogado y en 1991 se mudó a Los Angeles donde comenzó a escribir para la televisión. Due South fue la primera serie en la que participó. Luego escribiría guiones de NYPD Blue y Family Law. En 2003, un exitoso productor le pidió que trabajara en el guión de una serie de médicos con la estructura de un policial. A partir de esa propuesta, Shore creó al personaje Gregory House. La cadena Fox puso al aire el programa en 2004 y se convirtió en el mayor éxito del año. David Shore ganó, por Dr. House, el premio Emmy 2005 al mejor guión y el Writers Guild of America Award.
Hugh Laurie
es el actor que encarna al protagonista de la serie Dr. House, nació en Oxford (Inglaterra) y estudió arqueología y antropología en la Universidad de Cambridge. Allí se unió a un grupo de actuación en el que también participaban Emma Thompson y Stephen Fry. Con este último protagonizó una serie televisiva en Inglaterra y con la primera actuó en la película Sensatez y sentimientos. Tuvo muchos papeles en la televisión y el cine ingleses en las décadas de los 80 y 90. Pero el éxito a nivel mundial le llegó en 2004 con la primera temporada de Dr. House. Ganó dos premios Globo de Oro, un Emmy y el People's Choice Award a la mejor estrella televisiva en 2009. Laurie también es escritor. Su primera novela, El vendedor de armas, acaba de ser editada en la Argentina.
Dr. House en números
20 millones son los espectadores que tiene la serie en Estados Unidos.
80 millones son los seguidores estimados a nivel mundial.
400.000 son los dólares que Hugh Laurie cobra por capítulo.
132 son los episodios que se han transmitido hasta hoy.
66 son los países en los que se ve el programa.
15 son los guionistas que trabajan en la serie.
Para LA GACETA - Tucumán
Amargado, arrogante, adicto (a medicamentos, a los videojuegos, a ciertas series televisivas), desaliñado, lisiado, con una capacidad de razonamiento deslumbrante y un talento superlativo para realizar diagnósticos certeros; estos son los atributos más destacados de Gregory House (Hugh Laurie), el protagonista de Dr. House, la serie creada por David Shore y emitida actualmente por Universal Channel.
La fascinación que la figura de House ejerce sobre ciertos críticos se evidencia en los intentos de desarrollar argumentos probatorios de su vida "virtuosa" (en términos de la filosofía clásica) o bien explicativos de los antecedentes sartreanos en su concepción de las relaciones sociales. Si acaso despierta una opinión negativa como ser humano, el juicio positivo se restituye mostrando el afán por la objetividad y la verdad en el mecanismo abductivo que House emplea como procedimiento diagnóstico -se asocia su lógica conjetural con la de Sherlok Holmes y con la de Pierce-. Se podría inferir que los analistas de la serie estiman que ésta se ha apropiado de ciertos temas identificados con los abordados tradicionalmente por la filosofía, la literatura y el cine.
La estética de la identidad
Una buena historia no depende sólo de lo que en ella se cuente. Una historia cautivante se sostiene, también, en el modo de narrarla. Diría que las series televisivas no pueden mantener la seducción a largo plazo; dicha capacidad les está vedada justamente porque las series están destinadas a la repetición, a la emisión de capítulos caracterizados por un mismo modo de articulación. Y Dr. House no es la excepción.
La narración se reduce a destacar los rasgos excéntricos del protagonista, el carácter sospechoso de su ética, su escandalosa condición transgresora. Toda la ficción se conforma en torno a dicha intencionalidad. La previsibilidad de los desenlaces impide que el sufrimiento de un enfermo agonizando o las circunstancias adversas de la atmósfera hospitalaria provoquen empatía en el televidente.
Si bien ello le quita melodramatismo a la narración (en cierto sentido la serie no es un producto Kitsch), se exacerba hasta el grotesco la sucesión de síntomas de pacientes con el sólo objetivo de poner en evidencia el "genio y figura" del protagonista. Justamente, entre la redundancia y los capítulos al servicio de la reproducción de una idea -la moral, la culpa, el arrepentimiento, etcétera- los episodios no logran desplegar un mundo (o algún fragmento de él) ante el espectador.
La voz de la doxa
"La gente no es de fiar", "Las mujeres hermosas no estudian medicina", "Podemos vivir con dignidad. No podemos morir con ella". La Opinión Común, la Doxa, al decir de Roland Barthes, se instala en el discurso con la generalización, el estereotipo o el binarismo polarizante de House. Esta voz aplana el sentido de temas trascendentes, como el problema de la culpa y el sacrificio plasmado, por ejemplo, en la novela de José Pablo Feinmann, La sombra de Heidegger, o en el último film de los hermanos Coen, Un hombre serio.
© LA GACETA
Ester Nora Azubel - Profesora de Literatura del siglo XX de la Universidad Nacional de Santiago del Estero y de la UNSTA.
PERFILES
David Shore
es el creador de la serie Dr. House. Nació en Canadá (1959), se recibió de abogado y en 1991 se mudó a Los Angeles donde comenzó a escribir para la televisión. Due South fue la primera serie en la que participó. Luego escribiría guiones de NYPD Blue y Family Law. En 2003, un exitoso productor le pidió que trabajara en el guión de una serie de médicos con la estructura de un policial. A partir de esa propuesta, Shore creó al personaje Gregory House. La cadena Fox puso al aire el programa en 2004 y se convirtió en el mayor éxito del año. David Shore ganó, por Dr. House, el premio Emmy 2005 al mejor guión y el Writers Guild of America Award.
Hugh Laurie
es el actor que encarna al protagonista de la serie Dr. House, nació en Oxford (Inglaterra) y estudió arqueología y antropología en la Universidad de Cambridge. Allí se unió a un grupo de actuación en el que también participaban Emma Thompson y Stephen Fry. Con este último protagonizó una serie televisiva en Inglaterra y con la primera actuó en la película Sensatez y sentimientos. Tuvo muchos papeles en la televisión y el cine ingleses en las décadas de los 80 y 90. Pero el éxito a nivel mundial le llegó en 2004 con la primera temporada de Dr. House. Ganó dos premios Globo de Oro, un Emmy y el People's Choice Award a la mejor estrella televisiva en 2009. Laurie también es escritor. Su primera novela, El vendedor de armas, acaba de ser editada en la Argentina.
Dr. House en números
20 millones son los espectadores que tiene la serie en Estados Unidos.
80 millones son los seguidores estimados a nivel mundial.
400.000 son los dólares que Hugh Laurie cobra por capítulo.
132 son los episodios que se han transmitido hasta hoy.
66 son los países en los que se ve el programa.
15 son los guionistas que trabajan en la serie.