15 Julio 2010
"Son muertos en vida", suelen decir las madres de adictos para describir la situación de sus hijos. Con la mirada perdida y casi sin fuerzas para caminar, los chicos deambulan por las calles en busca de drogas.
"Mi hijo se levanta al mediodía y lo primero que hace es salir a drogarse", contó Petrona Pereira. Su hijo, de 19 años, volvió hace tres meses de un centro de rehabilitación en la provincia de Buenos Aires. "Ahora consume el doble que antes. No puede caminar una cuadra porque tiene los pulmones hechos pedazos", afirmó Pereira.
Los adictos al "paco" apenas comen. La aparente falta de reacción y estímulos se modifica cuando reciben algún reproche, y suelen volverse agresivos e irrespetuosos con su entorno familiar. "Así es todos los días. La convivencia se torna difícil y casi no hay diálogo", contó una de las madres. A veces, el adicto desaparece de su casa durante varias horas. "Muchas se resignan y admiten que debe estar por ahí drogado", agregó la mujer. Como a las 4 vuelven a sus casas y se acuestan a dormir. Al despertar, comienza la misma rutina.
"Mi hijo perdió su identidad cuando empezó a drogarse hace cuatro años. No tiene documento ni numeración", dijo metafóricamente Alicia Ferrer. Según la mujer, el joven falleció desde el mismo día que empezó a consumir. "Para mí todavía tiene 14 años, porque desde que empezó a consumir no siguió viviendo", expresó. "Va a volver a tener identidad cuando pueda reinsertarse en la sociedad; cuando pueda trabajar", agregó. Ferrer afirmó que sometió a su hijo a distintos estudios médicos. "Tengo la posibilidad de tener obra social, por lo que se le practicó un análisis en el cerebro. Descubrimos que tiene el 20% de las neuronas muertas. Eso ya es irreversible, porque no se reproducen, no son como las células", se lamentó Ferrer.
Por su parte, Adriana, una vecina de Villa Alem, comentó que en su barrio nacieron varios chicos con problemas respiratorios y neurológicos. "Los médicos dijeron que se debe a que sus padres son adictos. ¿Hasta cuándo vamos a seguir esperando para que esto se termine? Se está muriendo toda una generación", afirmó la mujer.
"Mi hijo se levanta al mediodía y lo primero que hace es salir a drogarse", contó Petrona Pereira. Su hijo, de 19 años, volvió hace tres meses de un centro de rehabilitación en la provincia de Buenos Aires. "Ahora consume el doble que antes. No puede caminar una cuadra porque tiene los pulmones hechos pedazos", afirmó Pereira.
Los adictos al "paco" apenas comen. La aparente falta de reacción y estímulos se modifica cuando reciben algún reproche, y suelen volverse agresivos e irrespetuosos con su entorno familiar. "Así es todos los días. La convivencia se torna difícil y casi no hay diálogo", contó una de las madres. A veces, el adicto desaparece de su casa durante varias horas. "Muchas se resignan y admiten que debe estar por ahí drogado", agregó la mujer. Como a las 4 vuelven a sus casas y se acuestan a dormir. Al despertar, comienza la misma rutina.
"Mi hijo perdió su identidad cuando empezó a drogarse hace cuatro años. No tiene documento ni numeración", dijo metafóricamente Alicia Ferrer. Según la mujer, el joven falleció desde el mismo día que empezó a consumir. "Para mí todavía tiene 14 años, porque desde que empezó a consumir no siguió viviendo", expresó. "Va a volver a tener identidad cuando pueda reinsertarse en la sociedad; cuando pueda trabajar", agregó. Ferrer afirmó que sometió a su hijo a distintos estudios médicos. "Tengo la posibilidad de tener obra social, por lo que se le practicó un análisis en el cerebro. Descubrimos que tiene el 20% de las neuronas muertas. Eso ya es irreversible, porque no se reproducen, no son como las células", se lamentó Ferrer.
Por su parte, Adriana, una vecina de Villa Alem, comentó que en su barrio nacieron varios chicos con problemas respiratorios y neurológicos. "Los médicos dijeron que se debe a que sus padres son adictos. ¿Hasta cuándo vamos a seguir esperando para que esto se termine? Se está muriendo toda una generación", afirmó la mujer.