11 Julio 2010
Tirar cualquier papel inservible o basura a la vía pública está prohibido por ordenanza municipal y por contravención policial. Según esta norma, cualquier tucumano podría llegar a ir preso por esta transgresión. Sin embargo, nunca nadie fue sancionado.
Según los funcionarios, para hacer cumplir estas reglamentaciones sería necesario poner un inspector en cada esquina. Muchas de las normas, dijeron, apuntan a la participación ciudadana y deben cumplirse por la seguridad de todos, sin la necesidad de que alguien esté vigilando. "Es una cuestión cultural y poco podemos hacer las autoridades ante esto", apuntó Marcelo Alonso, director de Urbanidad e Higiene de la Municipalidad. El experto sostuvo que sería difícil sancionar a cada persona porque se exige pedirle documentación y no siempre la llevan. Además, prefirió hablar de habitantes. "Ciudadano no es cualquiera; es el que cuida la ciudad", aclaró. "Si pudiéramos hacer efectiva una sanción, seguramente ayudaría", dijo. Para los urbanistas, la incultura social tiene muchas aristas. La primera observación tiene que ver con el hecho de que a la gente no le molesta vivir en medio de la suciedad en la vía pública, pero que puertas adentro no arroja ni un papel en su casa. También están aquellos tucumanos que cuando visitan otras provincias se guardan el papel en el bolsillo, pues les da vergüenza tirarlo al piso. "La indiferencia hacia el espacio que es de todos es muy grande", sostuvo el arquitecto Rafael Caminos, docente universitario. Las causas de este fenómeno, según el experto, tienen que ver con la falta de equipamiento a mano para que las personas arrojen esos residuos "chicos" y también con características de la ciudad poco amables (tránsito caótico, inseguridad, ruidos) que generan molestias o actitudes de "que me importa". La corrupción de quienes tienen el poder también afecta, según Caminos. "El peatón piensa que si un funcionario es transgresor, qué le hace al mundo que él tire un papel", indicó.
Según los funcionarios, para hacer cumplir estas reglamentaciones sería necesario poner un inspector en cada esquina. Muchas de las normas, dijeron, apuntan a la participación ciudadana y deben cumplirse por la seguridad de todos, sin la necesidad de que alguien esté vigilando. "Es una cuestión cultural y poco podemos hacer las autoridades ante esto", apuntó Marcelo Alonso, director de Urbanidad e Higiene de la Municipalidad. El experto sostuvo que sería difícil sancionar a cada persona porque se exige pedirle documentación y no siempre la llevan. Además, prefirió hablar de habitantes. "Ciudadano no es cualquiera; es el que cuida la ciudad", aclaró. "Si pudiéramos hacer efectiva una sanción, seguramente ayudaría", dijo. Para los urbanistas, la incultura social tiene muchas aristas. La primera observación tiene que ver con el hecho de que a la gente no le molesta vivir en medio de la suciedad en la vía pública, pero que puertas adentro no arroja ni un papel en su casa. También están aquellos tucumanos que cuando visitan otras provincias se guardan el papel en el bolsillo, pues les da vergüenza tirarlo al piso. "La indiferencia hacia el espacio que es de todos es muy grande", sostuvo el arquitecto Rafael Caminos, docente universitario. Las causas de este fenómeno, según el experto, tienen que ver con la falta de equipamiento a mano para que las personas arrojen esos residuos "chicos" y también con características de la ciudad poco amables (tránsito caótico, inseguridad, ruidos) que generan molestias o actitudes de "que me importa". La corrupción de quienes tienen el poder también afecta, según Caminos. "El peatón piensa que si un funcionario es transgresor, qué le hace al mundo que él tire un papel", indicó.