30 Junio 2010
Cuando se produce un episodio de ansiedad, generalmente las personas eligen comer aquellas cosas que les brindan más placer como los dulces y las harinas, que son a su vez los que mayor cantidad de calorías aportan. Luego de esta ingesta para muchos sobreviene la culpa y, como forma de mitigar ese sentimiento, vuelven a la carga, lo que termina siendo un círculo vicioso.
"Para manejar la ansiedad es importante que los pacientes aprendan técnicas de relajación y recurran también a la actividad física -explica la psicóloga especialista en trastornos alimentarios Marcela Olaizola-. Es fundamental que la persona entienda que existen otras cosas que la pueden hacer sentir bien en esos momentos además de la comida."
Los especialistas que trabajan según este enfoque aplican terapias combinadas: psicoterapia más psicofármacos, en este caso para tratar la ansiedad disfuncional que es en definitiva el origen del desorden alimentario.
"Es importante que no se recurra a la restricción alimentaria, porque esto sólo genera más estrés. Es sabido que basta con que a una persona le digan que no coma para que lo haga. A su vez, se genera un desequilibrio en el organismo que está acostumbrado a gastar determinada cantidad de energía. Cuando se limita la alimentación se juega con los límites de lo que se puede ingerir o no; el cuerpo siente que está desabastecido, entonces la próxima ingesta seguramente va a ser desmedida. A su vez, el metabolismo se hará más lento y gastará menos cantidad de grasa", advierte Olaizola.
"Para manejar la ansiedad es importante que los pacientes aprendan técnicas de relajación y recurran también a la actividad física -explica la psicóloga especialista en trastornos alimentarios Marcela Olaizola-. Es fundamental que la persona entienda que existen otras cosas que la pueden hacer sentir bien en esos momentos además de la comida."
Los especialistas que trabajan según este enfoque aplican terapias combinadas: psicoterapia más psicofármacos, en este caso para tratar la ansiedad disfuncional que es en definitiva el origen del desorden alimentario.
"Es importante que no se recurra a la restricción alimentaria, porque esto sólo genera más estrés. Es sabido que basta con que a una persona le digan que no coma para que lo haga. A su vez, se genera un desequilibrio en el organismo que está acostumbrado a gastar determinada cantidad de energía. Cuando se limita la alimentación se juega con los límites de lo que se puede ingerir o no; el cuerpo siente que está desabastecido, entonces la próxima ingesta seguramente va a ser desmedida. A su vez, el metabolismo se hará más lento y gastará menos cantidad de grasa", advierte Olaizola.
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