23 Junio 2010
ENTREGO TODO. El testigo le dijo al Tribunal que no tiene más registros. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
"Les decían 'paseadores' a quienes sacaban detenidos en autos. La teoría era que tenían que marcar conocidos, y a mí me llevaron a pasear más de una vez. No sé por qué estoy vivo", dijo Juan Carlos Clemente -secuestrado en julio de 1976-, acerca de su paso como detenido por el centro clandestino de detención de la ex Jefatura de Policía.
El testigo fue interrogado nuevamente ayer (ya lo había sido la semana pasada) para determinar la veracidad de sus dichos y la solidez de la documentación que aportó al Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF). La importancia de los papeles se evidencia en la decisión del imputado Roberto Heriberto Albornoz de declarar en la sesión de hoy.
Durante su exposición, Clemente insistió en que no tiene más papeles que los 259 folios que entregó sorpresivamente hace siete días, en los que figuran listas de detenidos, de desaparecidos, de policías del Departamento de Inteligencia (D2) y del Servicio de Informaciones Confidenciales (SIC), de subversivos buscados y de cadáveres reconocidos; además de trámites judiciales y administrativos; recomendaciones de ascensos; transcripciones de interrogatorios y fichas de seguimientos.
Clemente volvió a explicar que se hizo de los papeles en forma secreta, a fines de 1977, cuando se desmanteló el SIC y se clasificó documentación para guardar o para quemar. "Veo papeles que me parecen importantes y decido sacarlos. Yo estaba en una oficina donde tenía que archivar material que me daba América Alurralde en biblioratos titulados Memorándum, Lista de personas, Lista de detenidos o declaraciones. No tuve tiempo de revisar nada de lo que iba sacando; me lo ponía en la pierna como una canillera de fútbol y lo agarraba con la media. Tenía un miedo enorme a que me revisaran la casa y encontrasen los papeles. Tenía pánico, terror antes que curiosidad", explicó. En esa época, y hasta 1984, revistió en la Policía, incluso en el D2.
El testigo reiteró que escondió las pruebas dentro de una cama de mampostería en su casa de soltero, envueltas en plástico, con bolillas antihumedad que protegían varias capas de papeles. Luego, al mudarse, volvió a enterrarla y la sacó del escondite hace dos o tres años, cuando fotocopió las primeras hojas (el listado de detenidos en la ex Jefatura) y las envió a un organismo nacional, en forma anónima. "No leí qué era", dijo, aunque luego admitió que tuvo también un prontuario de la D2 del desaparecido Jorge Martín. La nómina llegó a poder del fiscal federal general, Alfredo Terraf, quien la incorporó a la causa.
El estado de la prueba sorprendió al presidente del TOF, Carlos Jiménez Montilla. "Está magníficamente conservada", remarcó.
Amenazas
"He recibido constantes amenazas durante 30 años; no me dicen 'te voy a matar', pero los mensajes se entienden porque son claros. Varias veces me fueron a visitar para pedirme la dirección de Juan Martín (otro testigo sobreviviente del centro clandestino) para 'hacerlo boleta'", detalló Clemente.
Puntualizó que no era amigo de Luis de Cándido (uno de los imputados en el juicio), sino que mantenían una relación de trabajo. Acerca de la Comunidad Informativa, reconoció que había escuchado decir que era una reunión de todos los servicios de inteligencia para intercambiar datos. Resaltó que en la Policía intervenía activamente un supervisor militar, lo que generaba tensiones con los comisarios a cargo de las distintas áreas.
Si bien el testigo señaló que los documentos fueron sustraídos a fines de 1977, el defensor oficial Ciro Lo Pinto descubrió que hay papeles fechados formalmente el 24 de noviembre de 1978, lo cual no pudo ser explicado. Sin embargo, esta situación no habría afectado la veracidad de la prueba.
El testigo fue interrogado nuevamente ayer (ya lo había sido la semana pasada) para determinar la veracidad de sus dichos y la solidez de la documentación que aportó al Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF). La importancia de los papeles se evidencia en la decisión del imputado Roberto Heriberto Albornoz de declarar en la sesión de hoy.
Durante su exposición, Clemente insistió en que no tiene más papeles que los 259 folios que entregó sorpresivamente hace siete días, en los que figuran listas de detenidos, de desaparecidos, de policías del Departamento de Inteligencia (D2) y del Servicio de Informaciones Confidenciales (SIC), de subversivos buscados y de cadáveres reconocidos; además de trámites judiciales y administrativos; recomendaciones de ascensos; transcripciones de interrogatorios y fichas de seguimientos.
Clemente volvió a explicar que se hizo de los papeles en forma secreta, a fines de 1977, cuando se desmanteló el SIC y se clasificó documentación para guardar o para quemar. "Veo papeles que me parecen importantes y decido sacarlos. Yo estaba en una oficina donde tenía que archivar material que me daba América Alurralde en biblioratos titulados Memorándum, Lista de personas, Lista de detenidos o declaraciones. No tuve tiempo de revisar nada de lo que iba sacando; me lo ponía en la pierna como una canillera de fútbol y lo agarraba con la media. Tenía un miedo enorme a que me revisaran la casa y encontrasen los papeles. Tenía pánico, terror antes que curiosidad", explicó. En esa época, y hasta 1984, revistió en la Policía, incluso en el D2.
El testigo reiteró que escondió las pruebas dentro de una cama de mampostería en su casa de soltero, envueltas en plástico, con bolillas antihumedad que protegían varias capas de papeles. Luego, al mudarse, volvió a enterrarla y la sacó del escondite hace dos o tres años, cuando fotocopió las primeras hojas (el listado de detenidos en la ex Jefatura) y las envió a un organismo nacional, en forma anónima. "No leí qué era", dijo, aunque luego admitió que tuvo también un prontuario de la D2 del desaparecido Jorge Martín. La nómina llegó a poder del fiscal federal general, Alfredo Terraf, quien la incorporó a la causa.
El estado de la prueba sorprendió al presidente del TOF, Carlos Jiménez Montilla. "Está magníficamente conservada", remarcó.
Amenazas
"He recibido constantes amenazas durante 30 años; no me dicen 'te voy a matar', pero los mensajes se entienden porque son claros. Varias veces me fueron a visitar para pedirme la dirección de Juan Martín (otro testigo sobreviviente del centro clandestino) para 'hacerlo boleta'", detalló Clemente.
Puntualizó que no era amigo de Luis de Cándido (uno de los imputados en el juicio), sino que mantenían una relación de trabajo. Acerca de la Comunidad Informativa, reconoció que había escuchado decir que era una reunión de todos los servicios de inteligencia para intercambiar datos. Resaltó que en la Policía intervenía activamente un supervisor militar, lo que generaba tensiones con los comisarios a cargo de las distintas áreas.
Si bien el testigo señaló que los documentos fueron sustraídos a fines de 1977, el defensor oficial Ciro Lo Pinto descubrió que hay papeles fechados formalmente el 24 de noviembre de 1978, lo cual no pudo ser explicado. Sin embargo, esta situación no habría afectado la veracidad de la prueba.