"Max Paine" tiene razón

"Max Paine" tiene razón

Cambian los tiempos y las costumbres. A veces un error puede transformarse en un acto de hidalguía y otras, en un ataque inesperado. Macanas y elector privilegiado

28 12
Alberto Rafael Ledesma Ibarra prometía. Venía empujando fuerte desde el sur de la provincia. Con voz pausada y con sonrisa amigable se daba tiempo para atender el Ministerio de Asuntos Sociales, como en 1994 se llamaba el ahora avergonzado Ministerio de Salud de Pablo Yedlin. Aquel sureño que alguna vez también se había sentado en una banca de diputado provincial aceptó una larga entrevista con LA GACETA en la sección Protagonistas que a mediados de la década del 90 publicaba el diario. Le tocó en suerte uno de los periodistas más aguerridos e incisivos. Se encendió el grabador y, dos horas después, Ledesma Ibarra había dicho más de un improperio contra algunos colegas suyos y contra el propio gobernador, Ramón Ortega. Tal vez haya supuesto que aquellas palabras nunca saldrían impresas. Era lunes cuando, mientras desayunaba, leía aquel reportaje. Se ajustó la corbata y dictó a su secretario la renuncia. La dobló, la ensobró y caminó lentamente de su despacho al escritorio de Ortega: "Me mandé un macana (en realidad utilizó otra palabra) aquí tiene mi renuncia gobernador".
El jueves, apenas abrió el diario y vio que su nombre estaba envuelto en un escándalo, Carolina Vargas Aignasse pensó una estrategia. La legisladora se comunicó con algunos integrantes del Consejo Asesor de la Magistratura (CAM) y planteó su hipótesis: LA GACETA quiere desprestigiar el CAM. Circuló, incluso, una carta que se pensaba publicar en la que se responsabilizaba al diario del ruborizante episodio que golpeaba la transparencia del órgano creado para elegir magistrados. En ese texto, sorpresivamente, nada se decía de la omisión.
Moño sin frac
El CAM estaba poniéndole el moño a la selección, por concurso, de su secretario. Se trata de un cargo clave, con un sueldo importante y de por vida. En el momento en el que se iba a ungir como elegido a ese excelso lugar se alertó que el abogado Pablo Martín Mercado, que obtuvo el mejor promedio, había ocultado un dato importante en su currículo: no señaló que fue secretario de Gobierno de la municipalidad de capital cuando la vicepresidenta del CAM fue intendenta interina, a raíz de que Antonio Bussi era incapaz para asumir. Por entonces, Carolina Vargas Aignasse reconoció a Mercado como un hombre de absoluta confianza. Una omisión burda, porque si hubiera puesto ese dato es posible que Mercado ya hubiera jurado como secretario del CAM. El artículo 23 del reglamento interno del organismo considera que "la verificación de una presunta falsedad de datos u omisión de información impuesta obligatoriamente en este reglamento será considerada falta grave". 
Cuando el ex presidente de la Corte tucumana y actual titular del CAM, Antonio Gandur, leyó que su cuidada institución había pisado una cáscara de banana, decidió esperar el desarrollo de los acontecimientos. Le tembló el pulso. No tuvo la mano férrea para exigir actitudes nobles de quienes no parecían dispuestos a tenerlas. Tampoco hubo reprimendas para el secretario interino. José Sahián pudo haber advertido esta falta; más aún con la experiencia con que cuenta en este tema. Es el secretario el verdadero espíritu del organismo. Los jueces tiene que desatender sus despachos para ir al CAM. Los legisladores deben dejar su banca para asistir a esta institución; igual que los abogados, que deben dejar sus audiencias para, ad honorem, dedicar tiempo al CAM. En cambio, el secretario permanece en la institución. Por su contemporaneidad con Vargas Aignasse y con Mercado, es muy difícil que haya desconocido el vínculo laboral entre ambos y debió advertir que faltaba ese dato fundamental en el currículo.
Gandur se vio desbordado y, mientras esperaba, le llegaron todo tipo de planteos y de estrategias. Nadie golpeó la puerta de su despacho para decir: "me mandé una macana".
El periodismo de esta primera década de 2000 obliga a los trabajadores de la prensa a compartir su tarea con el ciudadano. Así, los foristas, escondidos en su anonimato, llevan el pulso de la noticia. Sus pequeños comentarios provocan taquicardia a protagonistas y periodistas de la noticia. Hay foristas agresivos, comprensivos, detractores, violentos, desdichados, creativos y también están los que han sido mandados a torcer la opinión del foro para favorecer a tal o a cual. Los hay para todos los gustos. Cuando LA GACETA publicó en la web esta información, un ciudadano camuflado en el anonimato con el nombre de Max Paine entendió la gravedad de este episodio y lo sintetizó mejor que nadie. Este forista -cuyo nombre recuerda al protagonista de un video juego, que derivó en una película homónima (aunque Payne se escriba con "Y")- decía: "Creo q(ue) el Sr. Mercado es un buen profesional, docente y debe tener sus méritos para concursar, sin embargo no queda otro camino que su renuncia al cargo. Ha quedado en una posición muy expuesta, Pensar en que renuncie es imposible, ya que los gestos de grandeza no son moneda corriente en esta sociedad tucumana, Haber "olvidado" sus antecedentes juntos a "carolina" me hace recordar cuando Bussi también se olvido sospechosamente de su cuenta en Suiza. No seamos inguenos (ingenuos) por favor. También es difícil creer q(ue) su amiga personal, la Leg, "Vargas" no haya hecho lobby para que pueda ganar el cargo. Me parece q(ue) ella también debe renunciar, no haberse excusado de calificar a su amigo no es serio y da un pésimo mensaje. Realmente es lamentable que jueguen con las instituciones de esta manera".
Vargas Aignasse cree que esta es una operación política para dañar el CAM. No cabe duda que a más de uno en vez de parársele los pirinchos se le alisaron, disfrutando porque esta institución no se hizo a imagen y semejanza de lo que quería don José. 
Sin embargo, el CAM es un ejemplo y su esforzada transparencia no puede enlodarse con este escándalo. Al contrario, como un niño que recién empieza a caminar seguramente tendrá sus tropiezos y caídas, pero de ninguna manera se puede augurar que cuando crezca no podrá caminar. Tal vez sería prudente ayudarlo con actitudes de grandeza.
Dos ganan, uno miente
Juan Alberto Cerisola y María Luisa de Hernández dicen -a través de sus respectivos operadores- que ya ganaron y que ya son rectores de la Universidad Nacional de Tucumán. Uno de los dos miente; o no saben sumar, o no tienen capacidad para fidelizar, o alguien los está traicionando. La mayoría de los 156 asambleístas que se sentarán en las butacas del Centro Cultural para elegir rector ya fueron elegidos: sólo restan los 13 decanos. Ellos y sus conciencias saben lo que harán el 18 de este mes. Lamentablemente, su reputación está siendo puesta en duda, tanto por cerisolistas como por rossistas, que dicen saber cómo "comprarán" voluntades para que la votación final sea como la anticiparon.
Cada uno, a su modo, no sólo ha "bolsoneado" -académicamente, claro- sino que también ha intentado seducir a uno de los grandes electores que, además no se sentará en la asamblea. Ese es José Alperovich quien más de una vez reconoció su simpatía y hasta se reunió con el superpoderoso rossista -y ex cerisolista- José Hugo Saab. Es el mismo Alperovich que supo apoyar y hasta adelantar el triunfo de Cerisola rector en la anterior contienda.
Cuesta creer la prescindibilidad de este gobernador, que todo lo quiere y que aún no descartó su re-reelección. En más de una facultad se vio a funcionarios "sijosesistas" haciendo de las suyas para "ayudar" a ganar comicios. Por ahora Alperovich se muestra muy preocupado por aumentarle el sueldo a los representantes del pueblo y por pelearse con los autoconvocados de la salud, pero ya se tomará tiempo para hacer saber su interés en la tristemente célebre elección universitaria, donde muy pocos se animan a dar la cara y a decir por quién votarán el 18. Ese día, además, lo harán en sobre cerrado. Curiosamente, el voto secreto nació para defender la transparencia de los comicios, pero en los cuerpos colegiados el voto se hace público, justamente para frenar fraudes. Una rara contradicción en estas democráticas elecciones de la UNT.
Hace una década, Ledesma Ibarra dio un ejemplo de dignidad. Su actitud -pequeña tal vez- evitó herir instituciones y funcionarios, riesgos que conviene no correr en esta época de egoísmos y agresividades.

Tamaño texto
Comentarios 12
suscribite ahora
Informate de verdad Aprovechá esta oferta especial
$5.999 $2.999/mes
Suscribite ahoraPodés cancelar cuando quieras
Comentarios
Cargando...