25 Abril 2010
Novela
Juegos de ingenio
JOHN KATZENBACH
(Ediciones B - Buenos Aires)
No son pocas las obras literarias donde se han planteado sociedades ficticias o ideales, con climas apocalípticos, de neto control social y sistemas políticos que parodian o exacerban los ya existentes regímenes dictatoriales o -en teoría- democráticos.
Con la mayor parte de ellas ambientadas en un futuro cercano, y propio de la producción de mediados del Siglo XX, han surgido grandes clásicos como 1984, Un mundo feliz, Rebelión en la granja y La naranja mecánica.
Claro que sería un atropello literario ubicar a John Katzenbach a la altura de George Orwell, Anthony Burguess o Aldous Huxley, pero algo de eso hay en Juegos de ingenio, su última novela.
En un futuro no muy lejano, sucede que el gobierno de los Estados Unidos es "incapaz de frenar la escalada de violencia". El Gran Coloso del Norte se ha transformado en un país "perdido en este mundo moderno", donde "se ha perdido el respeto, el espíritu familiar"; habitado por una sociedad armada, violenta y tecnologizada, en la cual todos los ciudadanos portan armas, pululan las cámaras de video vigilancia y los asesinatos son tan comunes y corrientes como un resfrío. Se han vetado todas las leyes a favor del aborto, se ha creado la enmienda "No Hay Excusas a la Constitución" y Alaska y Hawai han obtenido su independencia.
Como respuesta a esta situación caótica, se ha creado un Estado 51: el Territorio del Oeste. Allí impera una sensación de seguridad única: se han erradicado por completo los delitos. Es un lugar donde se puede "ser libre", "como en otro tiempo", cuando había "más libros que pistolas". En definitiva, un espacio donde recuperar el "Destino Manifiesto".
Hasta que... en el Territorio del Oeste aparecen 3 jóvenes mujeres muertas: un asesino serial pone en peligro ese mundo de cristal, ideal, que se ha creado.
El relato se centra de las vicisitudes de los hermanos Clayton: Susan, apodada "Mata Hari", crea juegos de ingenio y pasatiempos para revistas y vive con su madre enferma; y Jeffrey, profesor de Psicología Anormal, alias "el Profesor de la Muerte", un catedrático especializado en asesinos seriales y conductas criminales.
Dos personajes que comparten muchas cosas a pesar de las distancias que los separan. Entre tantas otras, una profunda soledad escondida detrás de la independencia y la sombra de un padre ausente que volverá desde el pasado para tomar un lugar relevante en el argumento. El papel de los dos hermanos Susan y Jeffrey Clayton será fundamental para el desencadenamiento de los hechos, y sus complejos personales se entrecruzarán con los tejidos del poder político.
En medio de la búsqueda de este criminal que ha logrado sortear los sistemas de control del Estado 51, surgirán grandes íconos del asesinato serial contemporáneo como Peter Kürten, Charles Manson, Ted Bundy y Richard Speck, o clásicos como Jack El Destripador y Gilles de Rais.
En definitiva, Juegos de ingenio de John Katzenbach es una más de las constantes autocríticas al American Way of Life, que, como sabemos, no implica directamente una modificación de los caracteres del ser nacional estadounidense.
© LA GACETA
FRAGMENTO DE JUEGOS DE INGENIO
"Hacía poco más de una década, dos docenas o más de las empresas más importantes de Estados Unidos habían empezado a comprar grandes extensiones de territorios de propiedad federal en media docena de estados occidentales. También habían adquirido terrenos que pertenecían a los propios estados; de hecho, éstos se los habían cedido a las empresas. La idea era simple, una extrapolación de un concepto que la Disney Corporation había introducido en la zona central Florida en la década de 1990: consistía en empezar de cero, en construir ciudades y pueblos, viviendas, escuelas y comunidades totalmente nuevos, pero que a la vez evocaran recuerdos de los Estados Unidos de antaño. En un principio, las poblaciones corporativas se diseñaron para alojar a las personas que trabajaban en esas empresas en el entorno más seguro posible. Sin embargo, ese mundo que se estaba creando ejercía una atracción considerable (...) Lo pintaban como un lugar acogedor y seguro en que imperaban los valores de otros tiempos".
Juegos de ingenio
JOHN KATZENBACH
(Ediciones B - Buenos Aires)
No son pocas las obras literarias donde se han planteado sociedades ficticias o ideales, con climas apocalípticos, de neto control social y sistemas políticos que parodian o exacerban los ya existentes regímenes dictatoriales o -en teoría- democráticos.
Con la mayor parte de ellas ambientadas en un futuro cercano, y propio de la producción de mediados del Siglo XX, han surgido grandes clásicos como 1984, Un mundo feliz, Rebelión en la granja y La naranja mecánica.
Claro que sería un atropello literario ubicar a John Katzenbach a la altura de George Orwell, Anthony Burguess o Aldous Huxley, pero algo de eso hay en Juegos de ingenio, su última novela.
En un futuro no muy lejano, sucede que el gobierno de los Estados Unidos es "incapaz de frenar la escalada de violencia". El Gran Coloso del Norte se ha transformado en un país "perdido en este mundo moderno", donde "se ha perdido el respeto, el espíritu familiar"; habitado por una sociedad armada, violenta y tecnologizada, en la cual todos los ciudadanos portan armas, pululan las cámaras de video vigilancia y los asesinatos son tan comunes y corrientes como un resfrío. Se han vetado todas las leyes a favor del aborto, se ha creado la enmienda "No Hay Excusas a la Constitución" y Alaska y Hawai han obtenido su independencia.
Como respuesta a esta situación caótica, se ha creado un Estado 51: el Territorio del Oeste. Allí impera una sensación de seguridad única: se han erradicado por completo los delitos. Es un lugar donde se puede "ser libre", "como en otro tiempo", cuando había "más libros que pistolas". En definitiva, un espacio donde recuperar el "Destino Manifiesto".
Hasta que... en el Territorio del Oeste aparecen 3 jóvenes mujeres muertas: un asesino serial pone en peligro ese mundo de cristal, ideal, que se ha creado.
El relato se centra de las vicisitudes de los hermanos Clayton: Susan, apodada "Mata Hari", crea juegos de ingenio y pasatiempos para revistas y vive con su madre enferma; y Jeffrey, profesor de Psicología Anormal, alias "el Profesor de la Muerte", un catedrático especializado en asesinos seriales y conductas criminales.
Dos personajes que comparten muchas cosas a pesar de las distancias que los separan. Entre tantas otras, una profunda soledad escondida detrás de la independencia y la sombra de un padre ausente que volverá desde el pasado para tomar un lugar relevante en el argumento. El papel de los dos hermanos Susan y Jeffrey Clayton será fundamental para el desencadenamiento de los hechos, y sus complejos personales se entrecruzarán con los tejidos del poder político.
En medio de la búsqueda de este criminal que ha logrado sortear los sistemas de control del Estado 51, surgirán grandes íconos del asesinato serial contemporáneo como Peter Kürten, Charles Manson, Ted Bundy y Richard Speck, o clásicos como Jack El Destripador y Gilles de Rais.
En definitiva, Juegos de ingenio de John Katzenbach es una más de las constantes autocríticas al American Way of Life, que, como sabemos, no implica directamente una modificación de los caracteres del ser nacional estadounidense.
© LA GACETA
FRAGMENTO DE JUEGOS DE INGENIO
"Hacía poco más de una década, dos docenas o más de las empresas más importantes de Estados Unidos habían empezado a comprar grandes extensiones de territorios de propiedad federal en media docena de estados occidentales. También habían adquirido terrenos que pertenecían a los propios estados; de hecho, éstos se los habían cedido a las empresas. La idea era simple, una extrapolación de un concepto que la Disney Corporation había introducido en la zona central Florida en la década de 1990: consistía en empezar de cero, en construir ciudades y pueblos, viviendas, escuelas y comunidades totalmente nuevos, pero que a la vez evocaran recuerdos de los Estados Unidos de antaño. En un principio, las poblaciones corporativas se diseñaron para alojar a las personas que trabajaban en esas empresas en el entorno más seguro posible. Sin embargo, ese mundo que se estaba creando ejercía una atracción considerable (...) Lo pintaban como un lugar acogedor y seguro en que imperaban los valores de otros tiempos".