¿Por qué es tan difícil predecir un temblor?

¿Por qué es tan difícil predecir un temblor?

LA GACETA consultó a un experto del Inpres. En el 20 % de los casos ocurre un enjambre de sismos, que anuncia lo que vendrá.

HERIDA. Soldados auxilian a una víctima del terremoto en China. REUTERS HERIDA. Soldados auxilian a una víctima del terremoto en China. REUTERS
14 Abril 2010
Los conocimientos científicos no bastan, hasta el momento, para predecir cuándo, dónde y con qué intensidad se producirá un terremoto. Así lo explicó a LA GACETA el licenciado Mario Araujo, jefe de técnicos del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres), con sede en San Juan. 
El experto señaló que aún no se ha adquirido la tecnología y la información suficiente para detectar la inminencia de un movimiento sísmico. "Hay ciertas variables que intervienen en la ocurrencia de estos fenómenos y que se necesitan conocer mejor para ser identificadas, pero todavía falta un buen trecho hasta llegar a ese conocimiento", admitió.
Según Araujo, a veces puede saberse que habrá un movimiento telúrico teniendo en cuenta determinadas señales que lo preceden. "En el 20 % de los casos, ocurre lo que llamamos un enjambre de sismos: pequeños temblores concentrados en una zona pequeña que anuncian lo que vendrá. En el 80 % restante, sin embargo, simplemente sobreviene un terremoto principal, seguido de réplicas", indicó.
Araujo manifestó que aún no puede calcularse cuándo se adquirirán las herramientas para la predicción. "Depende de dos cosas: del avance de los científicos y de la inversión que se haga en investigación. Hasta el momento, el Inpres trabaja sólo en la prevención, pero cuando los instrumentos para predecir sean precisos, seguramente los incorporaremos", aseguró.
El especialista agregó que tanto los satélites como los estudios con GPS de alta precisión ayudarán, en tanto sean perfeccionados, a prever la inminencia de sismos. De momento, al parecer, la única forma de reducir daños y la cantidad de víctimas es construir siguiendo normas antisismícas y evitar desarrollos urbanísticos en algunas zonas de las ciudades más susceptibles de sufrir un terremoto. LA GACETA © 

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