Por Gustavo Rodríguez
05 Abril 2010
Un equipo puede jugar mal un partido porque sus jugadores no alcanzan un buen rendimiento. Pero la situación es grave cuando todas estos defectos son una constante. Y eso es lo que le pasa a River. No hay funcionamiento (no juega a nada, si se prefiere) y sus hombres deambulan por el subsuelo de su nivel. El panorama es mucho más complicado aún si no hay un conductor capaz de resolver todos estos problemas. A Leonardo Astrada el agua le llegó al cuello. Se la pasa probando y no encuentra respuestas. El tiempo se agota y la paciencia de los hinchas también.
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