21 Marzo 2010
Test para la cultura general
El bombardeo de información crea la sensación de que no es lo mismo estar actualizado que comprender. Datos contradictorios e instantáneos cuestionan sin tregua los conocimientos adquiridos durante el paso del tiempo. La vieja cultura general, con la memoria como soporte esencial, desencaja en tiempos de Google y globalización.
ANDERSEN CON "E" FINAL Y UNA SOLA "S". Hasta un aparentemente inofensivo pie de foto de Pedro Almodóvar y Bibí Andersen es capaz de cuestionar las competencias culturales. ARCHIVO LA GACETA
Un periodista argentino recibe una imagen por el sistema satelital. Viene de Francia. El pie de foto dice: "Pedro Almodóvar y Bibí Andersen conversan después de la proyección de ’Los abrazos rotos’. Festival de Cannes, 2009". El periodista, que debe actualizar una fotogalería digital sobre ese acontecimiento de la industria cinematográfica, selecciona el material y comienza a editarlo. Busca "Bibí Andersen" en el portal de cine Imdb.com, pero el sitio le da tres opciones. Como no tiene tiempo para investigarlas a todas, elige la primera entrada, "Bibi Andersson". Escribe: "el cineasta español posa con la actriz Bibi Andersson, musa sueca del maestro Ingmar Bergman" y publica.
De inmediato aparecen los comentarios de los lectores. Uno dice: "¡Animal! Andersen es un transexual marroquí!". Otro agrega: "ni el mejor surrealismo hubiese unido a Bergman y Andersson con Almodóvar y sus divas". Asustado por la reacción de la audiencia, el jefe de redacción lee el pie y descubre el error: la Andersen de la fotonoticia -en efecto, una actriz nacida en Tánger que decidió cambiar de sexo y hacer una carrera artística en España- no se corresponde con la Andersson de la descripción. Desencajado, el jefe le espeta al periodista: "¡tu cultura general es enana!"
Errores como el narrado ocurren a diario en la prensa, pero también en la escuela, en el ámbito del trabajo y en las reuniones de amigos. La rapidez y el cajón de sastre de internet preparan el terreno para cualquier tipo de confusión. Para conjurar ese riesgo, el periodista de la desafortunada historia -real- debió leer todas las descripciones de Imdb.com, o preguntar a sus colegas. Pero, por descuido o por la necesidad de actualizar la información en tiempo real, confió en la precisión de la red.
¿Dónde estaba su cultura general? ¿Debía saber quién es Andersen porque su jefe así lo cree? El concepto de cultura general que los adultos -o superiores- de antaño blandían como tablas de la ley ante sus hijos -o subalternos-, ¿sigue vigente en tiempos de Google?
Pereyra y Pavarotti
"No sólo en las últimas décadas, sino sobre todo en el último siglo, el cambio que se observa puede definirse como un proceso de vulgarización. La acción de los organismos presuntamente culturales de los gobiernos, las manifestaciones de los medios masivos de comunicación, y también la presencia y ausencia de la cultura en la educación primaria, secundaria y universitaria, muestran, más que una transformación, la decisión de apartarse enérgicamente de todo concepto de cultura", enuncia categóricamente el escritor y académico David Lagmanovich.
Sobran los ejemplos de incultura, según el profesor emérito de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Enumera: "no advertir ninguna diferencia entre Luciano Pereyra y Luciano Pavarotti; encontrar igualmente satisfactoria una historieta dibujada por un principiante y un dibujo de Quino; negarse a ver la película "Amadeus", de Milos Forman, pretextando que es "aburrida"; si se es maestro o profesor, suponer que da lo mismo un manojo de fotocopias anónimas que un libro..."
La cultura general asociada al conocimiento enciclopédico, que Lagmanovich define como el proceso y el estado en el que se ha procurado establecer un nivel de comprensión -variable en muchos casos- sobre las mejores producciones de la humanidad a través de los tiempos, no sólo ha recibido el impacto de las tecnologías de la comunicación y la información. En el ínterin también se han impuesto el concepto antropológico de cultura (la suma de todo el hacer humano) y el relativismo cultural (todo sistema cultural es válido y ninguno puede ser valorado ética o estéticamente).
"Ser culto equivale a la buena presencia, pero esa perspectiva me resulta antipática", medita Aldo Ternavasio, licenciado en Artes y coordinador académico de la Escuela de Cine de la UNT. En cambio, rescata aquella faceta de la cultura general ligada no a la posesión de unos datos, sino a la capacidad de procesarlos: "aquello que permite ver críticamente la realidad. No necesitamos ser cultos porque la cultura está objetivada en la red, pero sí valorar y procesar la información disponible".
Miles de libros y discos rodean a Ternavasio, que dialoga con LA GACETA en la cafetería de una librería céntrica. El docente considera que la inmersión en una gigantesca biblioteca borgeana es tan necesaria como el poder apartarse de ella. Tras el segundo cortado, postula: "hay que saber para descubrir la falla. Todo sitio donde la buena conciencia se sienta perturbada es una buena oportunidad para pensar en la cultura general".
Internet ha hecho que no parezcan tan importante las búsquedas que antes -de la red- eran auténticas pasiones. Ternavasio recuerda la intensidad con que a los 15 años rastreaba las bandas de sonido de sus películas favoritas: "ese entusiasmo parece difícil de generar. Vivimos en una época de cultura general realizada. No es sencillo desconocer, pero desconocemos".
¿No sabe historia el alumno que ignora quién fue y qué hizo Juan Bautista Alberdi? "Queremos revertir la idea de cultura general como acumulación de datos y que el saber suponga una comprensión más profunda de los procesos históricos y políticos", anuncia Graciela Aldonate, titular de la Dirección de Asistencia Técnico Pedagógica del Ministerio de Educación de la provincia. Según la profesora, hay que dar herramientas para procesar datos e, incluso, para saber qué fuentes son confiables.
"El desafío es enseñar a apropiarse de lo necesario para acceder a nuevos y más profundos conocimientos. El docente tiene que hacer que los alumnos se convenzan de que deben convertirse en usuarios críticos", insiste Aldonate.
Aprender a dudar y a cuestionar. A conjeturar. A elaborar un criterio útil frente a la información que aparece en el camino. Si el periodista argentino hubiese razonado que difícilmente esa mujer esbelta y juvenil que abrazaba a Almodóvar pudiese tener los 74 años de la musa de Bergman, nadie le habría reprochado la (baja) estatura de su cultura general.
De inmediato aparecen los comentarios de los lectores. Uno dice: "¡Animal! Andersen es un transexual marroquí!". Otro agrega: "ni el mejor surrealismo hubiese unido a Bergman y Andersson con Almodóvar y sus divas". Asustado por la reacción de la audiencia, el jefe de redacción lee el pie y descubre el error: la Andersen de la fotonoticia -en efecto, una actriz nacida en Tánger que decidió cambiar de sexo y hacer una carrera artística en España- no se corresponde con la Andersson de la descripción. Desencajado, el jefe le espeta al periodista: "¡tu cultura general es enana!"
Errores como el narrado ocurren a diario en la prensa, pero también en la escuela, en el ámbito del trabajo y en las reuniones de amigos. La rapidez y el cajón de sastre de internet preparan el terreno para cualquier tipo de confusión. Para conjurar ese riesgo, el periodista de la desafortunada historia -real- debió leer todas las descripciones de Imdb.com, o preguntar a sus colegas. Pero, por descuido o por la necesidad de actualizar la información en tiempo real, confió en la precisión de la red.
¿Dónde estaba su cultura general? ¿Debía saber quién es Andersen porque su jefe así lo cree? El concepto de cultura general que los adultos -o superiores- de antaño blandían como tablas de la ley ante sus hijos -o subalternos-, ¿sigue vigente en tiempos de Google?
Pereyra y Pavarotti
"No sólo en las últimas décadas, sino sobre todo en el último siglo, el cambio que se observa puede definirse como un proceso de vulgarización. La acción de los organismos presuntamente culturales de los gobiernos, las manifestaciones de los medios masivos de comunicación, y también la presencia y ausencia de la cultura en la educación primaria, secundaria y universitaria, muestran, más que una transformación, la decisión de apartarse enérgicamente de todo concepto de cultura", enuncia categóricamente el escritor y académico David Lagmanovich.
Sobran los ejemplos de incultura, según el profesor emérito de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Enumera: "no advertir ninguna diferencia entre Luciano Pereyra y Luciano Pavarotti; encontrar igualmente satisfactoria una historieta dibujada por un principiante y un dibujo de Quino; negarse a ver la película "Amadeus", de Milos Forman, pretextando que es "aburrida"; si se es maestro o profesor, suponer que da lo mismo un manojo de fotocopias anónimas que un libro..."
La cultura general asociada al conocimiento enciclopédico, que Lagmanovich define como el proceso y el estado en el que se ha procurado establecer un nivel de comprensión -variable en muchos casos- sobre las mejores producciones de la humanidad a través de los tiempos, no sólo ha recibido el impacto de las tecnologías de la comunicación y la información. En el ínterin también se han impuesto el concepto antropológico de cultura (la suma de todo el hacer humano) y el relativismo cultural (todo sistema cultural es válido y ninguno puede ser valorado ética o estéticamente).
"Ser culto equivale a la buena presencia, pero esa perspectiva me resulta antipática", medita Aldo Ternavasio, licenciado en Artes y coordinador académico de la Escuela de Cine de la UNT. En cambio, rescata aquella faceta de la cultura general ligada no a la posesión de unos datos, sino a la capacidad de procesarlos: "aquello que permite ver críticamente la realidad. No necesitamos ser cultos porque la cultura está objetivada en la red, pero sí valorar y procesar la información disponible".
Miles de libros y discos rodean a Ternavasio, que dialoga con LA GACETA en la cafetería de una librería céntrica. El docente considera que la inmersión en una gigantesca biblioteca borgeana es tan necesaria como el poder apartarse de ella. Tras el segundo cortado, postula: "hay que saber para descubrir la falla. Todo sitio donde la buena conciencia se sienta perturbada es una buena oportunidad para pensar en la cultura general".
Internet ha hecho que no parezcan tan importante las búsquedas que antes -de la red- eran auténticas pasiones. Ternavasio recuerda la intensidad con que a los 15 años rastreaba las bandas de sonido de sus películas favoritas: "ese entusiasmo parece difícil de generar. Vivimos en una época de cultura general realizada. No es sencillo desconocer, pero desconocemos".
¿No sabe historia el alumno que ignora quién fue y qué hizo Juan Bautista Alberdi? "Queremos revertir la idea de cultura general como acumulación de datos y que el saber suponga una comprensión más profunda de los procesos históricos y políticos", anuncia Graciela Aldonate, titular de la Dirección de Asistencia Técnico Pedagógica del Ministerio de Educación de la provincia. Según la profesora, hay que dar herramientas para procesar datos e, incluso, para saber qué fuentes son confiables.
"El desafío es enseñar a apropiarse de lo necesario para acceder a nuevos y más profundos conocimientos. El docente tiene que hacer que los alumnos se convenzan de que deben convertirse en usuarios críticos", insiste Aldonate.
Aprender a dudar y a cuestionar. A conjeturar. A elaborar un criterio útil frente a la información que aparece en el camino. Si el periodista argentino hubiese razonado que difícilmente esa mujer esbelta y juvenil que abrazaba a Almodóvar pudiese tener los 74 años de la musa de Bergman, nadie le habría reprochado la (baja) estatura de su cultura general.
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