14 Marzo 2010
SOBREVIVIENDO A LA CRISIS. Walter Andrés afirma que lucha para que sus hijos crezcan y progresen en España. GENTILEZA WALTER ANDRES
Walter Juan José Andrés es uno de los "Tucumanos en el mundo" que periódicamente deja sus comentarios y sigue lo que sucede en la provincia desde LAGACETA.com. Desde hace "siete largos años", según relata, se estableció en Mallorca, con la ilusión de desarrollar su carrera laboral en España. En una charla con LA GACETA, Andrés narra que el primer año en España le resultó durísimo. "Había que gestionar los papeles de residencia y necesitaba un contrato de trabajo", comenta. Entonces era un tiempo en el que era más sencillo conseguir un empleo, aunque con un salario muy bajo, una constante para los extranjeros.
"Para los que llegamos a España en aquel momento, era una buena oportunidad porque no constituíamos ese ejército denominado en este país como ’los sin papeles", puntualiza.
La experiencia adquirida en esta región por Andrés le ha permitido conseguir rápidamente un puesto laboral. Los contratistas españoles que tuvo le facilitaron esa inserción, ya que le proveían de todas las herramientas para trabajar. "Lo que me sorprendió mucho cuando llegué a España, es que teníamos mucho tiempo, dentro de la jornada laboral, para descansar en eso que denominan la merienda a la media mañana y hasta nos pagaban el almuerzo si te retirabas más allá de los cinco kilómetros de tu puesto laboral", afirma.
Hace más de un lustro -dice-, el salario se cobraba a término. "A más tardar el día cinco de cada mes, la nómina (el salario) estaba ingresada en el banco", acota.
Con ese escenario, era más previsible sustentar los gastos diarios. "Se podía viajar, comer lo que uno deseaba y hasta alquilar no era tan costoso. En un momento llegué a decir ¡qué bien se vive en Mallorca!", rememora.
Todo esto cambió cuando se "pinchó" la burbuja inmobiliaria española. "Comenzó la crisis y así, como fichas de dominó, fueron cayendo las empresas, una detrás de otras, que dependían de la actividad de la construcción", recuerda. Las consecuencias fueron nefastas para los trabajadores. Primero fueron recortes de las horas extra (un ingreso que era muy usado por los extranjeros para hacer las compras en el supermercado) y del propio salario. Luego se suspendieron los beneficios adicionales y hasta que, finalmente, las empresas recortaron sus planteles.
Andrés relata que en una empresa dedicada al tratamiento de aluminio, acero y vidrio en donde trabajaba, de un plantel de 50 personas quedaron 20, de la noche a la mañana. "Quedamos con la nómina limpia sin extras (unos 1.100 euros) y hacia junio de 2009 comenzaron los atrasos -salariales- de unos 15 días y luego de mayor tiempo", agrega.
"Vale la pena"
El grupo familiar de Andrés se compone de seis personas, con ingresos totales y mensuales de 1.700 euros. La crisis le ha cambiado a esa familia el estándar de vida. Para dar una idea del gasto del grupo, Andrés dice que, por semana, eroga en el súper unos 120 euros, el alquiler le sale otros 500. En los servicios comunitarios, gasta otros 50 euros, en la luz 130, el combustible 100 al mes y otros gastos generales, 300. "Por ahora, seguiremos en Mallorca, no se hasta cuando. Con la ayuda de Dios, la pelearemos para que mis hijos estudien y vivan aquí. Creo que ese esfuerzo vale la pena", finaliza.
"Para los que llegamos a España en aquel momento, era una buena oportunidad porque no constituíamos ese ejército denominado en este país como ’los sin papeles", puntualiza.
La experiencia adquirida en esta región por Andrés le ha permitido conseguir rápidamente un puesto laboral. Los contratistas españoles que tuvo le facilitaron esa inserción, ya que le proveían de todas las herramientas para trabajar. "Lo que me sorprendió mucho cuando llegué a España, es que teníamos mucho tiempo, dentro de la jornada laboral, para descansar en eso que denominan la merienda a la media mañana y hasta nos pagaban el almuerzo si te retirabas más allá de los cinco kilómetros de tu puesto laboral", afirma.
Hace más de un lustro -dice-, el salario se cobraba a término. "A más tardar el día cinco de cada mes, la nómina (el salario) estaba ingresada en el banco", acota.
Con ese escenario, era más previsible sustentar los gastos diarios. "Se podía viajar, comer lo que uno deseaba y hasta alquilar no era tan costoso. En un momento llegué a decir ¡qué bien se vive en Mallorca!", rememora.
Todo esto cambió cuando se "pinchó" la burbuja inmobiliaria española. "Comenzó la crisis y así, como fichas de dominó, fueron cayendo las empresas, una detrás de otras, que dependían de la actividad de la construcción", recuerda. Las consecuencias fueron nefastas para los trabajadores. Primero fueron recortes de las horas extra (un ingreso que era muy usado por los extranjeros para hacer las compras en el supermercado) y del propio salario. Luego se suspendieron los beneficios adicionales y hasta que, finalmente, las empresas recortaron sus planteles.
Andrés relata que en una empresa dedicada al tratamiento de aluminio, acero y vidrio en donde trabajaba, de un plantel de 50 personas quedaron 20, de la noche a la mañana. "Quedamos con la nómina limpia sin extras (unos 1.100 euros) y hacia junio de 2009 comenzaron los atrasos -salariales- de unos 15 días y luego de mayor tiempo", agrega.
"Vale la pena"
El grupo familiar de Andrés se compone de seis personas, con ingresos totales y mensuales de 1.700 euros. La crisis le ha cambiado a esa familia el estándar de vida. Para dar una idea del gasto del grupo, Andrés dice que, por semana, eroga en el súper unos 120 euros, el alquiler le sale otros 500. En los servicios comunitarios, gasta otros 50 euros, en la luz 130, el combustible 100 al mes y otros gastos generales, 300. "Por ahora, seguiremos en Mallorca, no se hasta cuando. Con la ayuda de Dios, la pelearemos para que mis hijos estudien y vivan aquí. Creo que ese esfuerzo vale la pena", finaliza.
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