Por Mirta Isabel Lazzaroni
05 Marzo 2010
En situaciones límites emergen todos los rostros del ser humano. Los testimonios que llegan desde Chile, tanto a través de las agencias de noticias como de mails de amistades, develan esas caras cambiantes, contradictorias y hasta grandiosas. Si el miedo a morir lleva a pasar por encima de cualquier límite para apoderarse de los víveres que estén a mano, sin respeto por la gente ni por las leyes, las ganas de seguir vivo abren paso a gestos como prestarse el abrigo y compartir los alimentos que hay. Ignacio Espinoza, un residente de la ciudad de Talcahuano, lo describe a la perfección: "salió a flote lo peor, con saqueos llevados a cabo tanto por gente pobre como de buena situación económica, y también salió la solidaridad; se rompió nuestra dificultad para conversar entre desconocidos, y el saludo al vecino se convirtió en lo habitual". Sólo en la esperanza que esos gestos instalan en la sociedad podrán reconstruirse las poblaciones arrasadas material y espiritualmente.
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