28 Febrero 2010
Entre la primera y la última gramática española hay 517 años de transformación. Mientras el filólogo Antonio de Nebrija presentaba su "Gramática castellana" en 1492, el almirante Cristóbal Colón rompía el hiato hemisférico. Más del 80% de los hablantes de la lengua de Quevedo son, en el presente, americanos. Y la "Nueva gramática de la lengua española" (2009), dirigida por el prestigioso lingüista Ignacio Bosque, es el primer texto de este tipo en reflejar la inmensa contribución hispanoamericana al idioma común.
Pero si la gramática estaba antes exclusivamente asociada a la enunciación de reglas y preceptos, el método vigente en la obra supervisada por Bosque supone una descripción del lenguaje y sus variaciones, y la proposición de un paradigma avalado por el uso, la lógica y la tradición.
"La noción de norma es más sociopolítica que lingüística. En el caso del español, resulta muy interesante que en un plazo relativamente breve se haya pasado de la voluntad de establecer una norma dominante, la del español peninsular norteño, a la propuesta de una norma incluyente y panhispánica", evalúa la lingüista argentina Violeta Demonte, codirectora con Bosque del texto "Gramática descriptiva de la lengua española" (1999).
El giro en la concepción de la norma -postula la académica radicada en España- lleva consigo que la forma de las reglas normativas sea mucho más de estilo persuasivo y sugerente, de recomendación. "Las gramáticas y autoridades lingüísticas de hace sólo un par de décadas apelaban a calificaciones como ’aberrante’ e ’impropio’", recuerda Demonte.
Bosque considera que la "Nueva gramática" es la síntesis de lo que se ha escrito sobre el español. El trabajo no fue sencillo. En una entrevista concedida a LA GACETA a mediados de 2008, el académico comentó: "hemos tratado de conjugar y de explicar con minuciosidad las diferencias que presenta el idioma. A veces una construcción se considera incorrecta en todo el mundo hispánico, pero otras veces puede ser incorrecta sólo en ciertos países. O, simplemente, se usa en unos y se desconoce en otros. Esta gramática matiza mucho".
Pero si la gramática estaba antes exclusivamente asociada a la enunciación de reglas y preceptos, el método vigente en la obra supervisada por Bosque supone una descripción del lenguaje y sus variaciones, y la proposición de un paradigma avalado por el uso, la lógica y la tradición.
"La noción de norma es más sociopolítica que lingüística. En el caso del español, resulta muy interesante que en un plazo relativamente breve se haya pasado de la voluntad de establecer una norma dominante, la del español peninsular norteño, a la propuesta de una norma incluyente y panhispánica", evalúa la lingüista argentina Violeta Demonte, codirectora con Bosque del texto "Gramática descriptiva de la lengua española" (1999).
El giro en la concepción de la norma -postula la académica radicada en España- lleva consigo que la forma de las reglas normativas sea mucho más de estilo persuasivo y sugerente, de recomendación. "Las gramáticas y autoridades lingüísticas de hace sólo un par de décadas apelaban a calificaciones como ’aberrante’ e ’impropio’", recuerda Demonte.
Bosque considera que la "Nueva gramática" es la síntesis de lo que se ha escrito sobre el español. El trabajo no fue sencillo. En una entrevista concedida a LA GACETA a mediados de 2008, el académico comentó: "hemos tratado de conjugar y de explicar con minuciosidad las diferencias que presenta el idioma. A veces una construcción se considera incorrecta en todo el mundo hispánico, pero otras veces puede ser incorrecta sólo en ciertos países. O, simplemente, se usa en unos y se desconoce en otros. Esta gramática matiza mucho".
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